
Sebastián Cwierz tenía 32 años y su hija Macarena, apenas cuatro. Ese fatídico 30 de diciembre de 2004, fueron a República de Cromañón a ver un recital de la banda del momento: Callejeros era furor, sonaba en todas las radios. Asistieron con Sonia, una amiga de Sebastián y la única que pudo sobrevivir. Gabriela, hermana de una de las 194 víctimas de esa masacre y tía de la otra, tenía planificado estar esa misma noche en el boliche del barrio de Balvanera. Un día antes prefirió no ir: tenía una cena prevista.
Nunca contó su historia en un medio gráfico. Recién pudo sanar hace pocos años. Los otros los invirtió en consolar y acompañar a sus padres en el duelo. Pero necesitaba hacerlo ella misma. En una entrevista íntima, recuerda el precipicio de ese día y el dolor de los días que siguieron. “Ya habíamos ido a verlos a Cromañón, yo embarazada de Guada, de siete meses, creo que fue julio o agosto de 2004. Me acuerdo de que salimos esa noche y le dije: ‘Seba, no se puede venir más’. Teníamos hollín en la nariz, aparte mi hermano, un tipo súper sano me dijo ‘tenés razón’. Él después fue a Excursionistas a verlos. La última vez que hablé, creo que fue el 29, le dije que no iba porque tenía una cena”, recuerda Gabriela, la hermana del medio. Los Cwierz eran tres: Micaela la menor.
-¿Qué recordás de ese día?
-Nos íbamos con mi mamá, mi hermana, mi sobrino Santiago de tres años, Nico, mi marido, mi cuñado, y Guada, de tres meses, a Mar del Tuyú. La noche del 30 fuimos a cenar a un bar del centro, la noche estaba re linda y como a las diez menos veinte, sentí como un chucho de frío. Volvimos a la casa y como a la 1 de la mañana llama mi suegra a mi marido para contarle que se incendió un boliche. En ese momento no había más que mensajes de texto. Ahí mi mamá me dice, “llamá a tu hermano”.
-¿La familia sabía que él iba esa noche al recital?
-No, nadie sabía y como yo con mi hermano éramos muy unidos, a mí no me iba a decir nada. Lo llamo y no me atiende. Vuelvo a llamar y me atiende alguien que me dice: “¿Es familiar de Sebastián? Venga para el Argerich porque está en terapia intensiva".

-¿Relacionaste que podía ser por Cromañón?
-No. Llamo a mi papá, me atiende mi tío y se estaban yendo. Vuelvo a llamar a mi papá, lo escucho como llorando y se corta la comunicación. No supimos nada como hasta las tres de la mañana o cuatro que llama mi tía y le dice a Nico que Sebastián había fallecido. Y ahí fue todo un caos. Volvimos. Serían las 6 de la mañana.
-¿Qué le dijeron a tu mamá, por qué volvían?
-Que mi hermano estaba internado, nunca que había ido al recital. El auto era a gas así que cada 100 km parábamos. Llegando al cruce Etcheverry, mi mamá rompe en llanto mal, como que se dio cuenta. Hasta ahí era mi hermano, nadie sabía de mi sobrina. Al llegar a la casa de mi mamá en Lanús, llaman a Gino, mi ex cuñado, para decirle que mi sobrina también y eso fue…. Eran como las 10:30 de la mañana. No sabíamos nada de mi papá, tardaba, hasta que apareció a la una de la mañana. Cuando va al Argerich, mi hermano estaba tirado en el piso, tapado y al reconocerlo, revolea el teléfono. A Maqui la encuentra un policía. Ella se había quedado dormida a upa de mi hermano, se ve que cuando él se desmaya, se cae. Nadie la podía encontrar. Estaban en el Vip, como Sonia tenía su pareja que era seguridad, íbamos ahí. Maqui tenía un vestido blanco.
-¿Pudieron reconstruir cómo fue el día de Sebastián?
-Mi hermano siempre vivía a mil. Era guardavida y profesor de educación física, a las diez de la noche se acostaba porque se levantaba a las siete de la mañana. Seguro fue a la pileta, al volver a su casa, se preparó y habrá ido a buscar a su hija porque su vida era así. Se encontró con Sonia, su amiga, y después lo que sé es por lo que ella nos contó, lo que se acordaba. Como que ella había fallecido, estaba arriba de la ambulancia, la ve un conocido de la Cruz Roja y tenía pulso. Le salvó la vida.
-¿La mamá de Sebastián no sabía que su hija había ido al recital?
-La mamá de mi sobrina no sabía nada. Después nos contó que ella se iba a un casamiento y como Maqui se dormía, la mamá le decía que se quede, pero ella quería ir con el papá. Yo la llevé a recitales, a ver a Los Piojos, a la cancha, era como una familia, nadie se imaginaba que iba a suceder esto. Digo, porque muchos se preguntaban cómo iban con chicos.

-Hablás de tragedia y no de masacre.
-Si tengo que pensar en esa puerta cerrada con candado, en la media sombra, diría que es una masacre, pero en estos 21 años siempre se dijo que fue “la” tragedia. El tema de las bengalas siempre fue un ritual, recuerdo haber ido a ver a Los Piojos con una de mis mejores amigas al Polideportivo GyELP y estar tiradas en el piso porque no podíamos respirar. Creo que nadie nunca hubiese pensado en un Cromañón, el tema de los candados, la puerta de emergencia cerrada...
-¿Quiénes fueron los responsables?
-Para mí fue el Estado, la política, la corrupción, no una banda de rock. En mi familia todos tenemos miradas diferentes, hemos discutido con mi mamá, ella responsabiliza a la banda. A mí me hubiese gustado que hubieran ido todos presos en ese momento. Le terminaron tirando toda la culpa a Callejeros, pero este país funciona así. Es lamentable.
-¿Integraron alguno de los grupos de familiares?
-No, al principio, los dos o tres primeros años íbamos a las marchas los días 30, después ya no. Les hemos comprado remeras a los chicos de “No nos cuenten Cromañón”, la mayoría sobrevivientes, pero no me he involucrado ni yo ni nadie de mi familia.

-¿Qué significa Cromañón para vos?
-Hay un antes y post Cromañón, tanto social como personal. A mí, a mi familia, nos marcó. No sé si me cambió, creo que estoy como marcada de por vida, es algo que te vas a llevar. Cuando uno pasa por una tragedia, el primer año es terrible porque es tu cumpleaños y no están, vienen los cumpleaños y no están y además mis padres… Me quería morir. Para mí el 31 era la fiesta más linda, la pasaba con mi hermano. Me quedé sin el 31, sin nada. La Gaby de ese momento era feliz, tenía todo. Me llevó muchos años darme cuenta de que era un tema que no lo había hablado bien. Recién te diría que hace cinco, seis años atrás que pude como darle un cierre para sobrellevar la herida. Me agarré de mi mamá, de mi papá, fue más que ellos no caigan.
-Fuiste la contención.
-Sí, como pude hasta el día de hoy. Durante los dos primeros años nos mantuvo unidos, después ya no. La familia se quebró, lamentablemente.
-¿Hablan del tema?
-Con mi mamá hablé, pero con mi papá no se habla del tema. Nunca lo escuché decir algo de Cromañón.
-¿Qué aprendiste con estas pérdidas?
-A disfrutar mis hijos, mi marido, mis padres, mis amigos. No es que antes uno no disfrutaba, pero de repente te das cuenta de que la vida te da un cachetazo. Estas situaciones te ponen en otro lugar, pero ese dolor hay que aprender a sobrellevarlo, no se va nunca. Pero sé que si Seba estuviera acá estaría orgulloso, feliz, chocho con mi casa, con sus sobrinos. Me apoyaría, me ayudaría con ellos. Los dos éramos muy unidos.
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