Advierten que muchos judíos tuvieron que cambiar su modo de vida por la discriminación que sufren en la Argentina

Desde el Foro Argentino contra el Antisemitismo alertan sobre la normalización del odio y llaman a la sociedad a involucrarse para que 2026 sea un año sin discriminación

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Testimonios recolectados por el Foro Argentino Contra el Antisemitismo

Usar o no una cadenita, contar o no la propia identidad, elegir una universidad, subir a un colectivo, vestir un uniforme escolar. Decisiones cotidianas que, para muchos argentinos judíos, dejaron de ser triviales. Una serie de testimonios recogidos en redes sociales y difundidos por el Foro Argentino contra el Antisemitismo (FACA) expuso una realidad que hasta hace poco parecía impensada: en 2025, el miedo volvió a formar parte de la vida diaria de una parte de la comunidad judía en la Argentina.

“Yo en mi día a día usaba un collar que, por motivos de seguridad, decidí dejar de usar porque me pasó de cruzarme con gente que me ha gritado”, dice un joven en el video de FACA, cuya deseo es “que el 2026 sea sin antisemitismo”.

Los que animaron a brindar sus testimonios coinciden en que no se trata de hechos aislados, sino de una acumulación de episodios que, para quienes los padecen, configuran un clima social cada vez más hostil.

Los relatos se repiten con distintos matices. “Uno me preguntó si no me daba vergüenza ser judío. Le dije que no, al contrario, yo me siento muy orgulloso”, contó otro joven. Pero hay otros que conviven con la necesidad de protegerse y describen cómo la identidad judía se volvió un dato que se administra con cautela.

El impacto, aseguran, se siente con fuerza entre los más jóvenes. “Soy estudiante de Ciencias de la Educación. Cambié de facultad en el medio. Hay mucho que tiene que ver también con esto”, relató una estudiante. Otro testimonio es todavía más crudo: “Curso mi carrera en una universidad pública. Cuando se enteraron que yo era judío y tan solo por el hecho de ser judío, me acusaron de apoyar un genocidio”. Para algunos, el aula dejó de ser un espacio seguro.

La discriminación no distingue edades.
La discriminación no distingue edades. Cada vez son más los niños que dicen ser discriminados por su religión

La preocupación atraviesa generaciones. “Hablar con mis nietas, con mis hijos, que tengan especial cuidado en este asunto. Cuando arranca la violencia verbal, termina en violencia física”, advirtió un hombre mayor. Mientras que una mujer agregó: “Mis sobrinos, que van a instituciones judías, no usan el uniforme por miedo a lo que pueda pasar”. Tal es así que lo que antes era un símbolo de pertenencia hoy se vive como un riesgo.

Algunos episodios que salieron a la luz rozan la violencia directa. “Estaba jugando con mi hijo Tomer afuera de mi patio y escucho una voz decir ‘judía, judía, judía’. Nos tiraron un caño, un pedazo de fierro. ‘Ahora tenés un bebé judío, qué asco’”, recordó la influencer que denunció un ataque antisemita en Palermo.

Otro testimonio describió una escena de discriminación explícita: “Quise subirme al colectivo 60 y el chofer me dijo: ‘A judíos no llevo’. No fue una discusión política, fue discriminación directa”.

Para muchos, el sentimiento es de retroceso histórico. “Creímos que era una etapa superada. Pero vuelve. No se termina nunca, el antisemitismo es redondo”, resume una de las voces. Otro lo vincula con un punto de quiebre reciente: “Sabíamos que a nuestros familiares les pasaba en algún momento, pero creíamos que había quedado atrás. Y de repente algo se volvió a despertar a partir del 7 de octubre”.

Desde el Foro Argentino contra
Desde el Foro Argentino contra el Antisemitismo alertan sobre la normalización del odio y llaman a toda la sociedad a involucrarse para que 2026 sea un año sin discriminación

La iniciativa de FACA busca visibilizar situaciones que, según advierten, muchas veces pasan desapercibidas para quienes no las viven en carne propia. Sabrina Ajmechet, diputada nacional por La Libertad Avanza y presidenta del Foro, sostuvo a Infobae que el mensaje apunta a mostrar una paradoja: “La Argentina sigue siendo uno de los mejores países del mundo para vivir siendo judío, pero eso no significa que la situación no haya empeorado“.

“Al mismo tiempo, los judíos que nacimos, crecimos y vivimos siempre acá no estamos viviendo de la misma forma que antes. Hay mucho más antisemitismo que el que había. En relación a lo que la Argentina fue siempre, estamos peor”, enfatizó Ajmechet.

Según la diputada, el video refleja cambios que parecen pequeños pero que son profundamente significativos. “Empezamos a escuchar ‘ya no quiero llevar una cadenita’, chicos que deciden sacarse la kipá, personas que cambian rutinas. Cosas que se van naturalizando solo porque somos judíos”, señaló. Incluso mencionó situaciones que se volvieron parte del paisaje: escuelas con seguridad reforzada o familias acostumbradas a convivir con medidas de protección especiales.

Uno de los datos que más la impactó fue conocer casos de estudiantes que abandonaron la Universidad de Buenos Aires. “Conocí a tres chicos que dejaron la UBA”, contó. “Relataron que al entrar y ver banderas de Palestina que les recordaban el 7 de octubre, no los hicieron sentirse tranquilos. Y a estos sumale que fueron atacados verbalmente cuando decían que eran judíos, con acusaciones de genocidas”.

Un joven contó que tuvo
Un joven contó que tuvo que dejar de usar su cadenita con la Estrella de David para no ser acusado de "genocida"

Ajmechet advirtió que hay un fuerte desconocimiento social sobre lo que está ocurriendo. “Mucha gente me dice ‘no tenía idea de que esto estaba pasando’. Y eso también es parte del problema”, afirmó.

En su análisis, las redes sociales potencian el fenómeno, pero lo más grave es que el antisemitismo se trasladó con fuerza a la vida cotidiana. “Lo que más me preocupa es que esto esté pasando en la vida offline: que bajen a un chico de un bondi. ¿Qué país es ese?”, se preguntó.

La diputada también alertó sobre la normalización del discurso de odio: “Antes ser antisemita estaba mal visto. Hoy pareciera que se pueden decir cosas antisemitas en voz alta y no pasa nada”. Y agregó un elemento político: “El antisemitismo cayó en la grieta. Encuestas recientes muestran que ciertos prejuicios están mucho más presentes en algunos espacios ideológicos”.

De cara al futuro, Ajmechet insistió en que el antisemitismo no es un problema exclusivo de la comunidad judía. “Empieza con los judíos, pero nunca termina con los judíos”, alertó. “Combatirlo requiere una alianza entre judíos y no judíos, entre todos los que elegimos la vida y rechazamos el terrorismo”.

El mensaje final de la campaña es una advertencia y un deseo: si la discriminación se naturaliza, la Argentina puede dejar de ser un país seguro. Por eso, el llamado es claro: que el 2026 sea, verdaderamente, un año sin antisemitismo.