La voz de Alejandro Vázquez baja unos tonos cuando nombra a su padre.
—Maestro mayor de obra. Pero hizo de todo —dice.
Construcción, taxi, rotisería. Un hombre de oficio que nunca esperó que su hijo construyera otra cosa: una plataforma tecnológica que revolucionaría el comercio online en América Latina. No fue una herencia explícita, pero sí una forma de estar en el mundo. Hacer. Hacer con las manos, con el cuerpo, con lo que hubiera.
—Mi vieja trabaja todavía, en una empresa gráfica. Recursos humanos. Tampoco tenía estudios formales.
Vázquez es el cofundador y actual presidente de Tiendanube. Los inicios fueron con Santiago Sosa, Martín Palombo, Alejandro Alfonso y José Abuchaem. Estos dos últimos no continúan en la empresa.
Estudiar para crecer
Creció en una casa donde el sacrificio era el idioma cotidiano. Los estudios superiores eran un horizonte lejano. Alejandro los convirtió en realidad gracias a una beca que lo llevó al ITBA, una de las universidades más exigentes del país en tecnología e ingeniería.

—La carrera me fascinaba. Era negocios aplicados al mundo tecnológico. Pero privada. Y eso estaba lejos del alcance de mi familia.
En casa se apoyaba, pero no se comprendía del todo ese impulso de crear algo que todavía no existía. ¿De dónde venía ese fuego?
“Una ONG me cambió la vida”
Apenas entró al ITBA, se involucró en una ONG universitaria que organizó un evento para estudiantes de todo el mundo, en Buenos Aires.
—Todo lo armábamos de cero. Convocábamos líderes del mundo social, político, empresarial. Ahí fue mi primer experiencia como emprendedor.

Ese caos productivo fue un espejo. Se dio cuenta de que le gustaba liderar, pensar, ensuciarse con lo abstracto. No estaba solo. En ese entorno conoció a otros estudiantes que, como él, soñaban con crear una empresa desde cero.
—Había que hacer una práctica laboral. Pero dos chicos le pidieron a la directora de carrera empezar un proyecto propio. Con base tecnológica.
No estudiaban informática. Pero tenían hambre.
Era 2008. Internet ya era algo común, pero no lo suficiente.
—Menos del 1% de las ventas minoristas se hacían online. MercadoLibre recién arrancaba. Era un momento raro.
Lo que vino fue Link Store, un intento de marketplace que conectara redes sociales y transacciones. Vos querías vender una bici, yo quería comprarla, y Brenda —tu amiga y la mía— era el puente. La confianza circulaba por el grafo social.

Sonaba prometedor. Pero falló.
—Le erramos en la ejecución. No había modelo de negocios. Intentamos encontrar nichos… pero no funcionó.
Aunque algunos lo usaban. Para otra cosa.
“No sé qué están intentando hacer ustedes, pero yo muestro mis productos acá”. Ese comentario lo marcó.
—Nos dimos cuenta de que había emprendedores que lo usaban para mostrar remeras, artesanías. Y habían tenido malas experiencias armando e-commerce.
Allí apareció la chispa real. La idea que cambiaría todo: ¿Y si hacían una plataforma tan simple como abrirse una cuenta de Facebook, pero para tener una tienda online?
Nació Tiendanube.
—Una plataforma de e-commerce para vender por internet, directo al consumidor, sin saber de tecnología. Y a un valor accesible.
Fue en 2010 o 2011. No tenían el nombre, pero sí el concepto. Y el corazón.

“Esto de las tiendas online no va a ser tan relevante”
El rechazo fue frontal. Cuando salieron a buscar inversión, el mercado no los tomó en serio.
—Nos decían: ‘Nos gusta el equipo, pero no vemos que esto vaya a ser tan importante’. Hablaban del tamaño de la oportunidad.
Ahí aprendieron una lección clave.
—Antes de querer educar al mercado, asegurate de ser la primera opción para los que ya están convencidos.
Fue una estrategia de supervivencia. Pero también una decisión de foco.
La mayoría del comercio aún era físico, pero empezaban a asomar los vientos de cambio.

“Hoy somos la mayor plataforma en América Latina”
160.000 tiendas activas. Presencia en Argentina, Brasil, México y Colombia. Crecimiento exponencial.
—Y todavía me asombra. Me acuerdo de cómo empezamos, y digo wow.
Ese “wow” no es grandilocuente. Es sincero. Alejandro Vázquez no habla como un gurú tech. Habla como alguien que estuvo muy cerca de que todo saliera mal muchas veces.
El caos nunca se fue. Pero el propósito fue brújula.
—Siempre tuvimos claro que queríamos ayudar a emprendedores. Esa misión nos sostenía.
Ese norte los llevó a tomar decisiones distintas. No se dejaron arrastrar por la euforia del capital.

“La escasez es una gran maestra”
Tiendanube hizo varias rondas de inversión antes de llegar al hito de los 500 millones de dólares. Pero siempre fueron cautelosos.
—Cuando te sobra plata en el corto plazo, hacés cosas que no tienen tanto sentido. La escasez te obliga a priorizar. Y nosotros fuimos muy disciplinados con eso.
En momentos de abundancia, resistieron la tentación del gasto innecesario.
—Es muy fácil perder el foco cuando tenés recursos. La escasez te pule.
Esa filosofía austera fue un pilar silencioso. Nunca fue marketinera. Pero fue decisiva.
“La pandemia fue un salto sin retorno”
Cuando en 2020 la pandemia paralizó el mundo, Tiendanube explotó.

—Antes de la pandemia, solo el 5% del comercio era online. Después subió al 10%. Y hoy estamos en el 15%.
No fue un pico. Fue un cambio de base.
—El comercio electrónico se consolidó. Y nosotros estábamos listos.
Mientras muchas empresas improvisaban, ellos ya tenían una plataforma robusta, fácil y accesible para miles de emprendedores que necesitaban una solución urgente.
Fue el momento de validación definitiva.
“Hoy me importa sostener lo que somos”
Ya no están solos. La competencia aumentó. El mercado cambió. Pero Alejandro insiste en que el espíritu fundacional sigue intacto.
—Lo importante no es solo crecer. Es seguir siendo útiles.
Las nuevas generaciones de emprendedores llegan con más herramientas, más confianza digital. Pero también con ansiedad, ruido y vértigo.
Tiendanube se presenta como un refugio. Una puerta clara y concreta para convertir una idea en un negocio real.
—Queremos seguir siendo ese aliado que entiende lo difícil que es empezar. Y acompañar el proceso con tecnología que no asuste.
Hay algo profundamente argentino en esta historia.
Alejandro Vázquez no es un gurú. Ni un rockstar del Silicon Valley. Es un tipo que creció viendo a su viejo cambiar de rubro para llevar el pan a la mesa. Y que convirtió esa enseñanza en un sistema que hoy impulsa a miles de emprendedores.
No fue lineal. No fue obvio.Fue posible.
—A veces, en medio del quilombo, me olvido de todo lo que logramos. Pero después miro para atrás y pienso: esto lo hicimos nosotros. Con nuestras manos. Como mi viejo.
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