“Gracias a vos mi hijo se expresa mejor”: el mensaje inesperado que desembocó en un libro de humor e inclusión

María Emilia se lanzó al mundo de las redes como Maria Semilla, donde a través de la risa forma puentes entre personas. En 2017, una madre que tiene un hijo con TEA (Trastorno del Espectro Autista) la contactó y entendió la poderosa herramienta de comunicación que había creado

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Juani, María Emilia y Rosana, comprometidos en visibilizar al Trastorno de Espectro Autista
Juani, María Emilia y Rosana, comprometidos en visibilizar al Trastorno de Espectro Autista

Poco conocen a María Emilia por su nombre. Hace rato que floreció en las redes sociales como María Semilla, donde comparte sus ilustraciones con sus más de 59 mil seguidores. Allí dice profesar la risa y la inclusión. Una responsabilidad que adoptó después de recibir un mensaje que le cambió su propósito.

“Hace cinco años leí un mensaje que me conmovió. Me escribió Rosana, la mamá de Juani, un chico diagnosticado con TEA (Trastorno del Espectro Autista). Me comentó que amaba mis ilustraciones, que juegan con la literalidad, porque es la manera que él entiende el humor”.

María Emilia Cicoria tiene 32 años. Nació en Junín, provincia de Buenos Aires. Es hija de Miguel y Rosana. También tiene hermanos: es la tercera de cuatro. Familiera, mucho de su vida gira en torno a sus abuelos: Néstor (Tata) y Eva. En 2022 lanzó su libro de actividades, Todas las respuestas son correctas, inspirado en ese niño, hoy adolescente que la hizo ver el mundo de otra manera.

Antes de María Semilla

En la escuela, María Emilia dibujaba formas y colores con una dosis de humor. “Hacía historietas de distintas situaciones que vivía con amigos y amigas. Cuando terminé la secundaria, casi sin cuestionarlo quise estudiar Diseño Gráfico”. Para eso tenía que emigrar a Buenos Aires. “Me habían dicho que si me gustaba dibujar, esa era la carrera para mi”, recuerda.

Instalada en la ciudad, Emilia siguió con lo estipulado. El primer año de la carrera no resultó como lo esperaba. ”Sentía que estudiaba algo sin un para qué. Tuve episodios de ansiedad, y olvidé que me gustaba dibujar. Ya no había lugar para las historietas”. Pasó de ser Emi, la amiga que dibujaba… a Emi, la estudiante de diseño gráfico. “Me sentía perdida”.

El quiebre se dio cuando la frustración se convirtió en angustia. “Toda mi energía vital estaba volcada en disfrutar de la Facultad y en un novio que solo me lastimaba. Perdí muchas horas intentando descifrar si ese era el camino”.

Con más dudas que certezas se propuso dejar todo atrás. “Le dije a mi familia: ‘me voy un año a trabajar a Australia’. Ellos siempre me apoyaron, así que eso alivianó mi decisión. No tenía un plan pero la novedad me traía calma.

Con una valija, algunos contactos, un cuaderno artesanal y un lápiz, en diciembre de 2013 partió a otro continente. ”Mi primer dibujo lo hice en el aire. Desde ahí recuperé ese brillo, esa alegría de poder imaginar situaciones absurdas, graciosas y emotivas para poder volcarlas en un papel”.

María Emilia con Matías Cadaveira, psicólogo especializado en niños con TEA, quien le propuso hacer un libro de humor con una temática dirigida al espectro autista
María Emilia con Matías Cadaveira, psicólogo especializado en niños con TEA, quien le propuso hacer un libro de humor con una temática dirigida al espectro autista

En Australia aprovecho la experiencia: “trabajé, conocí mucha gente y mucho de eso lo volcaba en el papel. Encontré el famoso cable a tierra, aquel dicho popular que nunca había entendido hasta ese momento,

Si bien deseaba empezar de cero, también aparecieron los miedos y los prejuicios. “Se decía que si emprendes ese tipo de aventura, en donde dejabas aquellas cosas que te prometían un futuro, luego te sería difícil volver a eje. Decían que te perderías y que iba a ser difícil volver a encontrar un rumbo”.

Buenos Aires, la revancha

Al año regresó a su casa. No lo hizo solo con ricas experiencias, sino con más de 50 dibujos. Retomó su carrera universitaria, y se recibió. “Capitalice todo lo aprendido en la carrera y le puse nombre a esos primeros dibujos que hice en Australia. Creé una marca, un concepto, un logo, y la patenté: María Semilla”. Fue un juego de palabras con su nombre, Maria Emilia. Maria Semilla. También una analogía, una planta, que crece y se expande.

También se animó a compartir su arte con otros. Se lanzó en 2014 al universo de las redes sociales. Los dibujos se estamparon en remeras, en tazas, y en cuadernos. “Por fin había logrado formar una comunidad donde de otro lado entendían mi manera de expresarme. Todo me parecía muy divertido y disfrutaba mucho de ese ida y vuelta con la gente”.

Inquieta y eterna buscadora, quería ir por más. “Faltaba algo un sentido, un propósito...un mensaje transformador”.

Un mensaje que le puso luz a su camino

María Semilla estaba inmersa en sus redes generando contenido diario y el famoso engagement buscado por los influencers. Entre tantos mensajes, uno le llamó la atención: ‘Quiero agradecer tus dibujos, tengo imanes de tus ilustraciones y te descubrimos. Mi hijo tiene síndrome de Asperger y se ríe con tus chistes. Y me dice que son tal cual él los visualiza cuando escucha algunas palabras. Y usa tus ilustraciones para explicarnos cómo él ve las cosas’.

Emilia y Juani, hoy amigos. El joven también hace arte en las redes como @juaniartt
Emilia y Juani, hoy amigos. El joven también hace arte en las redes como @juaniartt

Romina Sosa es la madre de Juani, que en aquel entonces tenía 12 años y era seguidor del arte de María Semilla. “Sentí una responsabilidad muy grande. Hasta ese momento el espectro autista era un universo desconocido para mí, por eso decidí investigar”.

Primero se contactó con un especialista, Matías Cadaveira, psicólogo especializado en niños con TEA, que casualmente conocía a Juani. “Me abrió las puertas de su consultorio. Tuvimos varios encuentros, me contó sobre este trastorno que afecta al 1% de la población”. Entre charlas le compartió también el material pedagógico que usa en sus terapias ocupacionales. “Encontré varias similitudes con mis ilustraciones, y entendí lo que Juani me decía”.

Cadaveira le propuso crear un libro de esta temática. ”Sentí mucho vértigo y quería tomar este desafío con mucha responsabilidad. Poco a poco empecé a informarme sobre el tema de la mano de varias ONG, profesionales e incluso participé de las convocatorias del 2 de abril, el Día internacional del Autismo, donde conocí más historias y vivencias”.

Todo la fue acercando a su propósito. Su espacio en redes sociales también se volcó a una mirada más inclusiva, con ilustraciones que se convirtieron en puentes. Con el tiempo descubrió que eso que dibujaba no sólo servía a personas dentro del espectro autista sino a cualquier persona que quisiera estimular el lenguaje.

La tapa del libro diseñado por María Emilia
La tapa del libro diseñado por María Emilia

¿Cómo parí mi libro?

El humor es una constante en la vida de la joven influencer y escritora. Por eso que para el lanzamiento de su primer ejemplar contó cómo fue “gestar’' este libro. “En vez de nueve meses fueron casi cuatro largos años”, relata. “Gracias al apoyo de mis seguidores en Instagram y Facebook logré captar la atención de varias editoriales que aceptaron la idea de al menos escuchar lo que tenía para proponerles”.

Firmó el contrato en plena pandemia y una año más tarde nació “Todas las respuestas son correctas”. El resultado: un libro de actividades que está pensado para acompañar a todas las personas en la etapa de aprendizaje. Metáforas, dichos populares, códigos secretos y herramientas útiles, como una rueda de emociones y una de resolución de conflictos, que las acompañarán en su crecimiento. “Romina, Matías y Juani son mis maestros. Gracias a ellos la responsabilidad de comunicar con conciencia. Tuve que pasar”.

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