Carlos Reutemann, del encuentro con Perón a las tres veces que el poder tocó su puerta: por qué dijo “vi algo que no me gustó”

En 1974 el “Lole” abandonó a dos vueltas del final en el GP de Argentina de la F1. Perón, que pensaba entregarle una copa, terminó haciéndole un regalo más modesto, pero que el santafesino usó años después para rubricar una victoria política. Además, por qué nunca se animó a la presidencia

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Peron homenajea a Reutemann el 13 de enero de 1974
Peron homenajea a Reutemann el 13 de enero de 1974

El miércoles pasado falleció Carlos Alberto Reutemann. O como él decía le bajaron “la bandera a cuadros”, esa que se hace flamear al final de una contienda automovilística cuando el primer corredor traspasa la línea del final. En 1974, cuando corre el Gran Premio de la República Argentina, Reutemann ya era una personalidad en la máxima Fórmula 1 y luego lo sería aún más. Tres años antes había participado en el mismo autódromo de la Ciudad de Buenos Aires a bordo de un McLaren, aunque la competencia no sumaba puntos en el campeonato anual de pilotos. En 1972 corre oficialmente el Gran Premio de la Argentina llegando en el séptimo lugar y semanas más tarde triunfaría en Brasil. Al año siguiente la escudería Brabham que comandaba el mítico Bernie Ecclestone le confiaría uno de sus mejores autos.

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La Argentina que vivía Carlos Alberto “Lole” Reutemann, en enero de 1974, fue el año en el que Juan Domingo Perón ejercía por tercera vez la presidencia de la Nación hasta que falleció el 1° de julio. Mientras “Lole” se preparaba para volver a correr en el circuito argentino debía convivir con las noticias diarias que leía de reojo. “El Presidente atenderá los asuntos de Estado, desde Olivos, todo el mes de enero”, informó La Razón del miércoles 2 de enero de 1974, y en la tapa aparece una fotografía de Perón acompañado por José López Rega, el coronel Carlos Alberto Corral, el teniente coronel Alfredo Sebastián Díaz y el oficial de servicio del Cuerpo de Granaderos a Caballo. Una rápida lectura del vespertino muestra la ceremonia de asunción del general Alberto Numa Laplane como Jefe del Cuerpo I y a Carlos Alberto Reutemann probando su Brabham BT-44 en el autódromo municipal “Oscar y Juan Gálvez”, con la vista puesta en el Gran Premio República Argentina que se correría el 13. Para Perón, ese miércoles, era un día importante porque a las 21.30, por Canal 11, tenía “Polémica en el Bar”, desde donde lo hacía reír el inolvidable Fidel Pintos. El Presidente venía de pasar largos años con la televisión de la España franquista, formal, poco ágil, aburrida y se deslumbró con las que emitían los canales privados argentinos. La violencia política no cejaba: Alejandro Giovenco jefe del “Comando Centro Cóndor” del peronismo ortodoxo, ex guardaespaldas del asesinado José Ignacio Rucci, fue víctima de un atentado en su casa de Chorroarín 727 y recibió un balazo en una pierna y, como si no faltara nada, un comando de derecha pretendió incendiar la sede de Cinema Internacional Corporation distribuidora de la película “Jesucristo Superstar” por considerarla “blasfema”. El jueves 3, Felipe Romeo, el director de la revista El Caudillo adherido a la Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA) de Julio Yessi, sufrió un atentado. Quedó herido en una pierna y se responsabilizó del hecho a la Tendencia Revolucionaria “aliada del marxismo”. Sin embargo, la noticia más impactante de esas horas fue la aparición pública de Carlos Altamirano Orrego al lado de Fidel Castro, durante los festejos del decimoquinto aniversario de la revolución cubana. Altamirano había sido secretario general del Partido Socialista de Chile y, como tal, uno de los que más radicalizaron a la sociedad trasandina hasta el golpe del 11 de septiembre de 1973. También se encontraba en La Habana, Arnold Kremer (“Luis Mattini”), miembro del Buró Político del PRT-ERP, para mantener un encuentro con Fidel Castro.

3 de enero de 1974, Perón habla con sus oficiales en la residencia de Olivos copia
3 de enero de 1974, Perón habla con sus oficiales en la residencia de Olivos copia

En esas horas el coronel Vicente Damasco—que dejaba de ser jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo y sería reemplazado por el coronel Jorge Sosa Molina—pasaba a desempeñarse como Secretario Militar de la Presidencia. Como si la naturaleza, molesta, hubiera deseado mandar una señal, un fuerte temporal de viento y agua se abatió sobre el territorio a horas de la festividad de Reyes. La Capital Federal y sus alrededores quedó colapsada, hubo seis muertos y se suspendió el sistema de El Chocón, que quedó fuera de servicio tras la caída de siete torres y el gobierno respondió con severas restricciones energéticas. El tema más importante a nivel mundial era el embargo petrolero que habían declarado los países productores de petróleo (OPEC) y los EEUU amenazaron con el uso de la fuerza. Los diarios no dejaban de informar que todavía no habían sido liberados los empresarios Douglas Gordon Roberts (Pepsi-Cola), Víctor Samuelson (Esso), Charles Hayer (empresa constructora MacKee Tasca) e Yves Boisset (Peugeot), secuestrados por grupos terroristas, a la que se sumó el copamiento en Rosario de la fábrica de cojinetes Rex por parte de un comando del PRT-ERP y el incendio de los talleres de COGTAL donde se imprimían diarios entre ellos El Mundo propiedad del PRT-ERP.

“Ganó en todas partes, menos en el final” rezaba la contratapa de Clarín del lunes 14 de enero, comentando lo que había sucedido el día anterior con Carlos Alberto Reutemann durante la carrera del Gran Premio de la República Argentina de Fórmula 1. El corredor santafesino fue primero durante toda la carrera pero en la vuelta 38 se soltó la tapa de toma aerodinámica de aire y estando a 2 vueltas tuvo que abandonar. Otros dirán que se quedó sin combustible. Perón, que había llegado al promediar la carrera, con la esperanza de entregarle el premio, le dedicó una sonrisa y un abrazo. El presidente llegó en helicóptero (uno de sus primeros desplazamientos desde Olivos), acompañado por varios funcionarios y Carlos Seara, uno de los jóvenes médicos que integraban el equipo que dirigía Pedro Cossio. El ganador fue Denis Hulme con un McLaren M 23.

Carlos Alberto Reutemann en su campo de Llambi Campbell, Santa Fe
Carlos Alberto Reutemann en su campo de Llambi Campbell, Santa Fe

Según el periodista y escribano Jorge Conti --que estaba en el palco—me dijo que Reutemann, luego de abandonar la competencia se refugió en los boxes y gracias al consejo del periodista Luis Elías Sojit se atrevió a ir a saludar al Presidente. Como no podía darle la copa, Perón saco su lapicera y se la regaló al tiempo que le daba un gran abrazo. Faltaba una semana para el asalto a sangre y fuego de la guarnición militar de Azul por parte del PRT-ERP.

El lunes 14, el Presidente criticó a sus adversarios y sus hechos: La crisis institucional en Córdoba, la violencia, el recelo de algunos diputados oficialistas para con las reformas al Código Penal, las huelgas que buscaban aumentos salariales, los embates de la Juventud Peronista de la “Tendencia Revolucionaria”. Parecían demasiados escollos para una persona que había asumido la Presidencia de la Nación tres meses antes y estaba transitando sus últimos meses de vida.

El martes 15, la Regional I de la Juventud Peronista realizó una gran marcha frente al Plaza Hotel donde se alojó el líder panameño Omar Torrijos Herrera. Encabezaba la marcha una gran bandera de Montoneros y quemaron una bandera estadounidense. La crónica de esa marcha apareció en El Descamisado del 22 de enero que lleva como título de tapa: “Si los diputados aprueban las leyes represivas votarán leña para el pueblo”. La cobertura de la manifestación en homenaje al general Torrijos fue amplia. Allí aparecen fotografiados Enrique Maratea y Jorge Todesca de la Regional I: Jorge Obeid, jefe de la Regional II (con quien Reutemann se cruzaría años más tarde); “Lily” Mazzaferro por la Agrupación Evita y nombradas todas las colaterales de Montoneros. “La Argentina en el despegue” tituló el artículo del diario Il Popolo, órgano oficial de la gobernante democracia cristiana italiana, que reprodujo Mayoría el sábado 19 de enero en el que se afirma que Perón “ha vuelto al Gobierno como un sabio de la política empeñado especialmente en no repetir ninguno de los errores que se le reprocharon alguna vez, con razón o sin ella: hoy Perón aparece como el hombre de gran equilibrio nacional comprometido en el respeto de las opiniones ajenas y en la convivencia pacífica. Todo esto le ha asegurado a Perón el apoyo y la cooperación de numerosos sectores no peronistas también”.

Zulema Yoma, Carlos Menem y Carlos Reutemann. El riojano lo convenció de ingresar a la política (Archivo CORSA).
Zulema Yoma, Carlos Menem y Carlos Reutemann. El riojano lo convenció de ingresar a la política (Archivo CORSA).

Desde la carrera de 1974 en Buenos Aires hasta 1982 (en el que dejó de competir luego de su histórico triunfo en Mónaco) el “Lole” acumuló, además de inusual respeto internacional, 12 triunfos, 45 podios en más de un centenar de carreras, en el manejo de las máquinas más importantes del automovilismo, siendo el último argentino en destacarse en el mundo de la exclusiva Fórmula 1. En todo este tiempo su profesión lo obligó a estar mucho tiempo ausente de su Santa Fe. Desde 1983 su provincia andaba muy mal, gobernada por “la cooperativa” como se denominaba al conjunto de dirigentes peronistas que dirigían sus destinos. Primero José María “Tati” Vernet (1983-1987) y Víctor Reviglio (1987-1991) después, terminaron sus mandatos sumergidos en una ola de denuncias por corrupción. En 1988, en el marzo de la interna peronista, Vernet había declarado persona “no grata” a Carlos Menem. No me lo contaron, lo viví: el gobernador lo rechazaba pero una inmensidad de gente lo esperaba en el aeropuerto.

Desde 1989 Carlos Saúl Menem era presidente de la Nación y conocía muy bien la provincia de Santa Fe. Sabía que con la dirigencia justicialista no iba a ninguna parte y en 1991 tenía que producir un gran cambio. Así puso su mirada en Carlos Alberto Reutemann, como lo haría con Ramón Bautista Ortega en Tucumán y más tarde con Daniel Scioli en la Capital Federal. En 1991, “el Vasco” Usandizaga, dirigente radical poco afecto a Raúl Alfonsín, era el que más posibilidades tenía de triunfar en la elección para gobernador, tanto es así que el “alfonsinista” “Changui” Cáceres bajó su candidatura. En Santa Fe regía la ley de lemas y Luis Rubeo era uno de los principales candidatos del peronismo. Es en ese tiempo que el sindicalista Rubén “Buscapié” Cardozo, Jorge Obeid (candidato a Intendente de Santa Fe) y dirigente Luis “Chango” Funes lo convencieron al ex corredor de que presentara su candidatura a gobernador. En principio Reutemann rechazó la oferta por la modesta imagen que tenían los políticos. Luego aceptó. Cardozo era muy cercano a Menem y abrió una puerta; el santafecino Humberto Toledo (vocero presidencial) y los hermanos Jorge y Benjamín Álvarez lo acompañaron a Olivos. Ninguno de los visitantes era cercano al peronismo. Los dos hermanos figuraban como responsables de prensa del candidato y Benjamín (“Kuki”) era muy conocido por ser la estrella provincial del wáter polo. Menem sentía por Reutemann un gran reconocimiento por su fama internacional, el respeto que inspiraba en los sectores medios de la provincia, el poderoso sector agrícola-ganadero y todos aquellos que rechazaban a “la cooperativa”. En Olivos, el presidente y el candidato hablaron a solas en la galería de la residencia y desde lejos observaban los tres en silencio. Menem le prometió ayudarlo y le aconsejó que recorriera la provincia, si era necesario, solo. Como un último golpe de efecto, el 5 de septiembre de 1991, Menem y Reutemann se sacaron una foto en Olivos ante todo el periodismo santafecino. No fue un día cualquiera, mientras se sacaban las fotos, a través de un llamado telefónico, el Ministro del Interior le informaba que había sido liberado de su secuestro el joven ingeniero Mauricio Macri. El 8 de septiembre de 1991, el radical Horacio Usandizaga saco más votos pero Reutemann triunfo por la sumatoria total dentro de la Ley de Lemas. Cuando asumió, firmó el acta con la lapicera que le había regalado Perón en 1974.

Carlos Reutemann y Eduardo Duhalde. Después de una reunión entre ambos, el santafesino dijo "vi algo que no me gustó". NA
Carlos Reutemann y Eduardo Duhalde. Después de una reunión entre ambos, el santafesino dijo "vi algo que no me gustó". NA

En 1998, Menem volvió a tocar su puerta. En ese tiempo se jugaba la sucesión presidencial y el operador político más importante del gobierno conversó con el santafecino sobre la posibilidad de su candidatura a presidente de la Nación. Luego de tres días de largas conversaciones, una vez convencido, Reutemann entró solo por el portón de la calle Villate a la residencia presidencial. Conversaron a solas y luego el Primer Mandatario lo invitó a caminar por los jardines. En un momento, Menem le señaló unos arbolitos y le dijo: “Te imaginas cuando los vea crecer” y Reutemann interpretó, como confió en la intimidad, “ahí me di cuenta que Carlos Menem quería ser candidato presidencial otra vez”. Eran los días de la “re-re” que nunca funcionó y Reutemann fue otra vez gobernador de Santa Fe y el presidente fue el radical Fernando de la Rua. Entre 2002 y 2003, el destino volvió a tocarle la puerta al (esta vez) senador santafecino. Lo convocó el presidente interino Eduardo Alberto Duhalde y lo que trascendió del encuentro fue: “vi algo que no me gusto” y por tal razón no acepto. El motivo parecía ser otro. En esos días, cerca de La Biela, me encontré con Reutemann y Domingo Cutuli, su apoderado y hombre de extrema confianza desde 1970. Con la franqueza que nos teníamos y frente a incalificables rumores sobre esa reunión, le pregunte por qué no había aceptado. Con su estilo parco y sereno me dio a entender todo: “Solo hay lugar para dos y yo soy el tercero”. Es decir, la disputa era entre Menem y Duhalde y él no estaba dispuesto a terciar. El “Lole” era, principalmente, un gran señor. Tras su rechazo, como última opción de Duhalde, apareció como candidato presidencial el santacruceño Néstor Kirchner. No es difícil deducir que con Reutemann la Argentina hubiera tomado otro rumbo.

En 22 de octubre de 2011 la Argentina enfrentó una nueva contienda presidencial y Cristina Fernández de Kirchner aspiraba a su reelección. Otra vez la puerta del senador Reutemann volvió a ser tocada. No puedo aseverar quién fue, pero lo cierto es que el 22 de febrero a la tarde me invitó a tomar un café en el Hotel Plaza Francia (en avenida Del Libertador y Pasaje Schiafino), lugar donde siempre paraba en Buenos Aires. Cuando nos sentamos comenzó a hablar de mis libros, como quien da un rodeo, y luego descargo su duda: “¿Qué te parece si acepto la candidatura a vicepresidente con Mauricio Macri?”. Le respondí que sí aunque era difícil la victoria. A lo que más me atreví fue a asegurarle que “si te largas te acompaño”. Fue una gestión reservada en la que fueron consultados el diputado nacional Federico Pinedo y su asesor, el dirigente juvenil Guillermo Madero y el sindicalista Luis Barrionuevo. Luego tuve otro encuentro. Finalmente, Macri no se presento (dejando colgados a varios dirigentes, entre otros a Miguel del Sel que perdió la gobernación por escaso margen) y Reutemann optó por lo más seguro y se quedo en el Senado. Cristina F. de Kirchner con Amado Boudou obtuvieron el 54 % del electorado. En 2015, Reutemann se alió con Cambienos y Miguel Del Sel hizo otra gran elección pero perdió por muy pocos votos ante el candidato socialista. Carlos Alberto Reutemann continuó siendo senador nacional hasta el fin de sus días. Hasta que se le bajó “la bandera a cuadros”.

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