¿Qué hay detrás del patrono menos querido de la Argentina?

Por qué San Martín de Tours no cautivó el cariño de los porteños. Cómo fue la elección del “custodio divino” para Buenos Aires. El ocaso de la tradición

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Cómo se decidió que el santo francés fuera el protector de Buenos Aires
Cómo se decidió que el santo francés fuera el protector de Buenos Aires

Hoy, 11 de noviembre, se celebra la fiesta de San Martín de Tours. En esta fecha, en algunos países de Europa, se realiza la matanza del cerdo, una costumbre popular que da origen a la famosa frase “A cada cerdo le llega su San Martín”. Su patronazgo en Buenos Aires fue un tanto accidentado y desafortunado. Al parecer, este santo no cautivó el cariño de los porteños; tal vez por eso, la construcción de una capilla a su nombre demoró más de tres siglos en concretarse.

El sábado 11 de junio de 1580 Juan de Garay fundó Buenos Aires por segunda vez. Como la tradición indicaba que a cada ciudad había que asignarle un santo protector, unos meses después, el 20 de octubre del mismo año, los cabildantes se reunieron para dar cabida a la orden del día: la prioridad de la jornada era la elección del “custodio divino” para Buenos Aires.

En torno a ese episodio, circula la versión de que los cabildantes no estuvieron satisfechos al ver que el ganador era un santo francés y no un español, o uno más conocido, y que entonces volvieron a colocar en la bolsa los trozos de pergamino con los nombres de los santos, pero salió el mismo. Repitieron el procedimiento y, como nuevamente salió San Martín de Tours, debieron aceptar que el santo francés fuera el protector de Buenos Aires.

Se estableció que se lo honraría cada 11 de noviembre con una gran fiesta, en medio de la cual el regidor más antiguo del Cabildo sacaría el estandarte real. Finalmente, aunque el acta establecía que esta costumbre debía cumplirse siempre, la misma no perduró hasta nuestros días. Más allá del interés de algunos historiadores sobre esta versión en torno a la elección del patrono de Buenos Aires, no hay registros que la acrediten, ya que en el documento del Cabildo no quedó asentado el relato popular.

Detrás del mito de San Martín de Tours

Martín nació en el año 316, en la actual Hungría, que en aquel momento era parte del Imperio Romano. Siendo muy joven, ingresó como soldado al Ejército. Se lo recuerda, sobre todo, por la siguiente anécdota: en una oportunidad, mientras iba montado a caballo, cortó con la espada su capa militar para donársela a un pobre.

Entrevistado por Infobae, el historiador Marcos Vanzini, quien ha investigado exhaustivamente sobre este santo y es autor del libro “Por Buenos Aires con San Martín de Tours”, dijo sobre el supuesto motivo que llevó a que los cabildantes rechazaran al santo por su origen francés: “No era posible, primero porque San Martín de Tours no era considerado francés todavía en esos años. A los santos de la primera época no se los identificaba con el lugar de su acción. San Martín es uno de los santos famosos de toda Europa y de mayor piedad. De hecho, por la zona de la que provenía Juan de Garay, el país Vasco, la zona de la vascongada, por ahí atraviesa el camino francés que llega a Santiago de Compostela, que en aquella época ya se recorría. En ese camino francés hay un famoso santuario dedicado a San Martín. Es imposible que Garay se pudiera oponer a que San Martín fuera el patrón de Buenos Aires”.

Respecto a los archivos que consultó en su investigación, dijo: “En los documentos se lo menciona no como San Martín sino como ‘nuestro santo patrono’, ‘el gran Patrón San Martín’. Lo de Tours se empieza a poner en los documentos mucho tiempo después. San Martín es el santo que tiene más iglesias dedicadas en toda Europa”.

Al preguntarle cuál podría ser el motivo del mito sobre el rechazo del santo como patrono de Buenos Aires, Vanzini respondió: “La leyenda de por qué se lo rechazó comienza muy posteriormente, cuando surge un conflicto entre España y Francia, e intenta explicar de dónde podría surgir este mito”.

Escultura en bronce realizada por Ermando Bucci ubicada en la Plazoleta homónima, en el barrio de Recoleta
Escultura en bronce realizada por Ermando Bucci ubicada en la Plazoleta homónima, en el barrio de Recoleta

El ocaso de la tradición

Los días previos al 11 de noviembre los vecinos de Buenos Aires barrían las calles, y limpiaban las malezas y barrancos de la ciudad ya que no existían los barrenderos. El pregonero recorría la ciudad invitando e informando sobre la ansiada fiesta del patrono de Buenos Aires. Los edificios más importantes, como el Fuerte, eran iluminados con lámparas de aceite y grasa de potro.

Era la fiesta más esperada del año. A primera hora de la mañana, las autoridades se vestían con trajes de gala y los “negros maceros” que tallaban la plata lucían aterciopelados trajes rojos, y todos caminaban hasta la actual Catedral. Al concluir el día, el festejo se cerraba con una corrida de toros en un recinto improvisado en la Plaza Mayor, hoy Plaza de Mayo. Con el tiempo, se incorporaron otros juegos, como el de la sortija, fuegos artificiales y el llamado “juego de cañas”, un entretenimiento medieval en el que cada participante, montado a caballo y con escudo de cuero, debía abordar al del bando contrario con una caña.

¿Quién organizaba la fiesta? En la época colonial, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, en que la Iglesia es la que celebra sus fiestas religiosas, la fiesta de San Martín de Tours dependía del Cabildo, que era el que la financiaba. ¿Qué aspectos de aquella fiesta religiosa, la más grande de Buenos Aires, se mantienen en el presente? Vanzini explicó al respecto: “La fiesta decae cuando el Cabildo se extingue en 1811. Desde ese momento ya no se saca el estandarte real, se saca otro estandarte. A medida que pasaron los años, ya no había quien financiara la fiesta. En tiempos de Juan Manuel de Rosas, se intentó fortalecer la fiesta, que seguía teniendo mucha gala. A finales del siglo XIX, lo que hace que se empiece a diluir es la composición de Buenos Aires. La llegada de gran cantidad de inmigrantes hace que la devoción propia del pueblo se vaya diluyendo, entre otras tantas. De hecho, en Buenos Aires los rastros coloniales de la ciudad se diluyeron, como su arquitectura y las expresiones de fe”. Al día de hoy, no hay fiesta ni misa solemne en la Catedral.

Mito o realidad, es evidente que la elección del patrono de Buenos Aires no resultó para nada venturosa y eso se refleja en las características de lo que fue su primera iglesia. Tanto el precario hospital hecho de adobe, paja y palos como el primer templo en su honor, ubicado en la manzana comprendida por las actuales calles Reconquista, Corrientes, 25 de Mayo y Sarmiento, desaparecieron sin dejar rastros. No existen documentos históricos que acrediten cuál fue el destino de aquel primer templo ni tampoco de la primera importante imagen devocional del santo.

Recién en 1930 un bienhechor donó el terreno con la intención de construir la iglesia para San Martín de Tours, que se levantó en la calle homónima del Barrio de Palermo. Llama la atención que el templo dedicado al protector de la capital de la Argentina no sea más que una linda y pequeña capilla, y que los trescientos años transcurridos no hayan sido suficientes para que los porteños se encariñaran con el santo protector de su ciudad.

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