“Correr para escucharse”: cómo es la rutina de un grupo de mujeres que se reúne para hacer actividad física y comparten sus problemas

Fabiana Hasbani tiene 54 años y creó Empower Run Girls, en donde el objetivo es dialogar, tomar un mate y sentirse acompañada. “Hay muchas mujeres que no quieren entrenar solas o que el público de un gimnasio les parece muy especial”, explicó

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Fabiana Hasbani tiene 54 años y es madre de cuatro hijas
Fabiana Hasbani tiene 54 años y es madre de cuatro hijas

El sol no se refleja en el agua de los lagos y en sus orillas algunos descansan y otros recién comienzan. El cielo está cubierto de nubes, es miércoles y no hace frío. Y aunque aún es temprano, el inicio de entrenamiento de algunos se entremezcla con el final de otros, que entre series, pasadas, trotes, alargues y caminatas culminan su rutina diaria. No es el caso de Fabiana Hasbani, abogada de profesión y atleta por placer, quien reunió a un grupo de mujeres para hacer lo de todos los días: escucharse, correr y volver a escucharse.

Al running entre mujeres eligió llamarlo Empower Run Girls, nombre que utiliza en su cuenta de Instagram, en la cual tiene más de 21 mil seguidores en las redes sociales. Una idea que nació hace varios años y que, tal como sucede en el deporte, comenzó como una práctica “amateur" que con el tiempo coqueteó con los estándares, encontró su rumbo y también su orden, en el que decenas de mujeres se reúnen para compartir sus problemas, tomar unos mates y hacer actividad física.

La ideológa es Hasbani, de 54 años, quien llegó a formar un pequeño grupo que con el tiempo se replicó en otros tantos. “Pertenecí a grupos de running porque, tal como les pasa a las mujeres que entrenan conmigo, encontré en el deporte y en la práctica del correr mucho más que un beneficio para mi salud. Pero también descubrí que los grupos de running son muy sectarios. Allí sos reconocido si corrés más y rápido. Y esa adicción me superó. Entonces preferí cambiar”, contó a Infobae.

Hasbani, junto al grupo que entrena lunes, miércoles y viernes en el Rosedal de Palermo
Hasbani, junto al grupo que entrena lunes, miércoles y viernes en el Rosedal de Palermo

Hasbani, mamá de Nicole, Florencia, Marina y Candela, comenzó a entrenar a sus 35 dentro del barrio privado en el que vivía. “Estaba todo el día en casa y me acuerdo que una noche me volví loca. Estaba encerrada, bañando nenas y haciendo mamaderas. Era mi vida dedicada a la familia. A ser mamá. El único momento libre que tenía era cuando se iban a dormir. Y aquella vez salí a correr sin tiempos, sin plan, sólo a correr. Y se volvió una práctica cotidiana. Correr y caminar dentro del barrio, sólo lo que me daba el cuerpo”, reveló.

La ayuda de un vecino lo volvió una práctica. “Me pasó el teléfono de un entrenador y pasé a venir dos veces por semana de Ezeiza a Costanera Sur para entrenar. Hace casi 20 años no existían las carreras en Palermo o Puerto Madero, pero él me daba planes y yo lo hacía. Cuando empecé a entrenar en grupo no decía que vivía en un barrio privado, decía que era de Ezeiza. No quería ser juzgada”, sostuvo.

La mujer le atribuye el miedo al qué dirán a su infancia y a la soledad que encontró a los 15 años cuando José, su hermano de 13, falleció mientras viajaba a Estados Unidos para someterse a un tratamiento contra el cáncer. "Cuando se murió yo estaba en tercer año de la secundaria. Iba a viajar a Houston porque mi sangre era compatible con la de él. Iba a estar cerca de un año allá por si tenía complicaciones y necesitaba alguna transfusión. Pero cuando salió de Ezeiza, ya durante el vuelo, se descompensó y debieron aterrizar en Brasil. Ya estaba muerto. Mi papá, cuando enterraron a mi hermano, llegó a casa y me dijo: “A partir de ahora vos sos vos y sos ‘Josi’”.

“Mi mamá eligió dedicarse más a mis otros hermanos -en aquel entonces de 10 y 3- y yo me quedé sola. Me sentía sola y me volví insegura. Después de lo de mi hermano pasó eso, dejaron que me arreglara sola para todo. Y toda esta historia me marcó, lo que dijo mi papá... Yo me desesperé toda la vida por darle el gusto y rendir el doble”, agregó.

Comenzó a correr a los 35 y, casi 20 años después, formó un grupo en el que entrenar es la excusa para sentirse acompañada y escucharse
Comenzó a correr a los 35 y, casi 20 años después, formó un grupo en el que entrenar es la excusa para sentirse acompañada y escucharse

Previo a aquel episodio, cuando tenía cuatro años, sucedió otro hecho que marcó su vida para siempre. “No recuerdo cómo fue pero mi mamá me cuenta que ella y mi papá dormían y yo los desperté con un cuchillo clavado en el ojo. Viví un tiempo con un parche pero lograron salvarlo. Sin embargo cuando tuve a mi última hija, durante el parto, se me desprendió la retina. Tuvieron que operarme, lo cual consistía en ir perdiendo capacidad de visión. Y eso pasó dos veces más. La última vez el cirujano realizó una técnica para que no perdiera el ojo, pero me quitó la totalidad de la visión. Hoy de un ojo veo perfecto y del otro nada”, dijo Hasbani.

“Yo me recibí de abogada un octubre, en noviembre me casé y en diciembre me fui a vivir con mi marido a Nueva York. Él es ingeniero y su trabajo lo llevó a tener que radicarse allá. Estuvimos tres años y volvimos a Buenos Aires cuando quedé embarazada. Mi familia, de tradición judía, me inculcó una cultura en donde la mujer tenía que seguir al marido. Pero yo no quería ser ama de casa, por eso creo que está buenísimo autoaceptarse, pero mejor está salir a buscar la mejor versión de uno mismo. Si hubiese pensado ‘no veo de un ojo, mejor me quedo en casa', no hubiese hecho todo esto”, sostuvo.

Y recordó: “Cuando no había información de las carreras mi marido me compraba la revista Runners y yo sacaba información, ponía en práctica otros planes e incluso comencé a anotarme en muchas del exterior. Entrenaba muchísimo, llegaba a mi casa y estaba fundida. No podía más. El problema es que cuando empezás a ser bueno en algo eso trae reconocimientos. Y me generó adicción. Siempre fui súper mamá, haciendo todo. Pero un día una de mis hijas tenía tarea de matemáticas y llamó a mi marido. Necesitaban ayuda con la tarea y yo estaba durmiendo. Eso me hizo repensar todo y armar esto".

En los grupos siempre hay un profesional que les marca la rutina a seguir
En los grupos siempre hay un profesional que les marca la rutina a seguir

El orden comenzó como una caminata saludable “para mujeres que quizá estaban solas”. En ellas, Hasbani se reconocía durante su adolescencia y posterior crecimiento. “Las quería empezar a acompañar, que la actividad y movernos sea la excusa. El objetivo era y es charlar, tomar un mate, un café y compartir los problemas. Hay muchas mujeres que no quieren entrenar solas o que el público de un gimnasio les parece muy especial. Y se empezaron a sumar. Y de caminar pasamos a correr. Entonces empezaron a llamarme muchas mujeres que se iban enterando... Mujeres con problemas de autoestima, que nunca habían corrido y querían hacerlo”, indicó Hasbani.

Y concluyó: “Antes corría con todos los grupos y con lo que cobraba no podía pagar ni un masajista, entonces busqué un equilibrio. Un profe que me ayuda para que los planes sean ordenados y haya un control. Yo voy siempre a los grupos de la mañana y roto entre otros de Vicente López y Parque Centenario. Con todo esto descubrí que para la mujer correr es un acto de empoderamiento. Es salir de tu casa, de tu rutina, es un momento de conectarse con uno mismo. Con la cabeza y el corazón. La mejor terapia que hay. He llegado a llorar. Te cambia el humor, te libera, es una terapia. Y para la mujer es sentirse bella, atractiva y segura”.

Fotos: Adrián Escandar

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