La historia del "granaderito" que marchó en Plaza de Mayo y enterneció a todos

Mateo, de tan solo dos años, participó de la ceremonia de arriado de la bandera frente a Casa Rosada

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Gorro de visera baja, charreteras, pantalones de montar, botas, sable, fusil, redoblante y, por supuesto, una bandera argentina. Un uniforme que no tiene nada que envidiarle al que originalmente pensó el general San Martín para sus Granaderos a Caballo, pero que en este caso arropa una historia muy particular.

Su dueño es Mateo, un niño de dos años que la semana pasada sorprendió a las personas que participaron de la ceremonia de arriado de la bandera en Plaza de Mayo cuando se "escapó" de sus papás y corrió para sumarse al tradicional desfile que se realiza todos los días a metros de la Casa Rosada.

Erguido y serio, a paso firme como corresponde, Mateo marchó junto la guardia del Regimiento que habitualmente cumple con el protocolo por las mañanas, con el izado de la bandera, y por la tarde con su arriado. El gesto fue espontáneo. En una primera instancia, la idea era que Mateo presenciara el acto en vivo y en directo, no que participara. Pero no pudo controlar sus ansias y en cuanto vio a los soldados de la Patria se incorporó, presuroso, al relevo.

(@FreddyPicasso)
(@FreddyPicasso)

Su participación en el ritual no fue azarosa. El "granaderito" de dos años cumplió un sueño que comenzó cuando su familia visitó casualmente la Plaza San Martín un 17 de agosto. El pequeño presenció un desfile por el aniversario de la muerte del Libertador y a partir de ahí no dudó. "Mamá, no quiero el traje de Spider-Man, quiero el de un granadero", pidió.

Manos a la obra, sus familiares hicieron todo el esfuerzo necesario para que Mateo tenga el mejor de los uniformes. Y lo lograron. "Está todo el tiempo con el traje puesto, desde que se levanta hasta que se acuesta. Nos pidió que le compremos la bandera para izarla por las mañanas, canta el himno y la Marcha de San Lorenzo todo el tiempo, se para firme. Es mi granaderito chiquitito", contó su mamá, Mónica Ocampo, visiblemente emocionada luego de que su hijo pudiera cumplir su sueño.

La abuela, Marisol Oyarzun, fue la encargada de diseñar sus armas de cartón, su redoblante y el mástil de la insignia patria, que en los próximos días deberá ser reparado porque recientemente tuvo un accidente doméstico que le quitó un par de centímetros. Gajes de un soldado. 

infobae
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El fanatismo de Mateo surgió en medio de un drama familiar. Su hermano mayor, Maximiliano, estuvo al borde de la muerte a raíz de una malformación que no le permitía caminar ni hablar. Sus padres, oriundos de Río Gallegos e integrantes de la Policía de Santa Cruz, viajaron a Buenos Aires de urgencia para iniciar un tratamiento médico. Una tarde, buscando un rato de distracción y recreación, visitaron la Plaza San Martín y allí todo comenzó.

En los próximos días este niño podrá completar la experiencia. Es que Juan Pablo Curti, uno de los granaderos que marchó junto a él, lo invitó al Regimiento y a montar un caballo. "Nunca había visto a un niño haciendo esto con tantas ganas y tanto orgullo", contó.

Una tradición

Cada día a las 7:15, los Granaderos se encargan de elevar la bandera argentina. Casi doce horas después, a las 7 de la tarde, una nueva delegación vuelve a bajarla.

Si bien la ceremonia nunca se dejó de realizar, desde su asunción, el gobierno de Mauricio Macri buscó darle otro brillo a este tipo de actos patrióticos promocionándolos en redes sociales e invitando a las familias a que participen.