
La deficiencia de hierro en niños es un problema frecuente que puede afectar el desarrollo físico y cognitivo, y en casos avanzados, provocar anemia infantil. Este trastorno, aunque puede pasar inadvertido en sus primeras etapas, es prevenible mediante una alimentación adecuada y controles médicos periódicos, según advierte Mayo Clinic. Si no se detecta y trata a tiempo, sus consecuencias pueden ser graves.
El hierro desempeña un papel esencial en el crecimiento infantil, ya que permite el transporte de oxígeno desde los pulmones hacia el resto del cuerpo y contribuye al funcionamiento muscular.
De acuerdo con Mayo Clinic, una dieta insuficiente en hierro puede llevar a una deficiencia que, sin intervención, compromete el desarrollo y el bienestar general del niño. En los casos más severos, reduce la cantidad de glóbulos rojos sanos, lo que se conoce como anemia por deficiencia de hierro.
Cuánto hierro necesita un niño
Las necesidades diarias de hierro varían según la edad y el sexo. Mayo Clinic detalla que los lactantes entre 7 y 12 meses requieren 11 miligramos al día, mientras que los niños de 1 a 3 años necesitan7 miligramos. Entre los 4 y 8 años, la recomendación asciende a 10 miligramos diarios.
Para los niños de 9 a 13 años, la cifra baja a 8 miligramos, pero en la adolescencia las necesidades aumentan: las niñas de 14 a 18 años deben consumir 15 miligramos diarios, y los varones de ese mismo grupo etario, 11 miligramos.
Existen grupos de riesgo claramente identificados. Los bebés prematuros o con bajo peso al nacer, aquellos que consumen leche de vaca o de cabra antes del primer año, o que no reciben alimentos ricos en hierro después de los seis meses, presentan mayor vulnerabilidad.

En la infancia temprana, el consumo excesivo de leche (más de 710 mililitros diarios) también incrementa el riesgo, al igual que las dietas restringidas, ciertas enfermedades crónicas, la exposición al plomo y el sobrepeso. En la adolescencia, las niñas enfrentan un riesgo adicional debido a la pérdida de hierro durante la menstruación.
Síntomas y señales de alarma
Los síntomas de anemia suelen manifestarse cuando la deficiencia de hierro ya ha avanzado. Mayo Clinic señala que los signos más comunes incluyen palidez en labios, encías, párpados o uñas, fatiga, dificultad para respirar durante el ejercicio, manos y pies fríos, retraso en el crecimiento, falta de apetito, respiración irregular y rápida, alteraciones en el comportamiento, infecciones frecuentes y antojos inusuales por sustancias sin valor nutritivo, como hielo, tierra o almidón.
Ante la presencia de factores de riesgo, se recomienda consultar al equipo de salud pediátrica.
Cómo prevenir la anemia infantil
La prevención de anemia por deficiencia de hierro se basa en una combinación de alimentación adecuada, suplementación cuando sea necesario y controles médicos.
Mayo Clinic recomienda que los bebés alimentados con fórmula reciban productos fortificados con hierro, mientras que los lactantes amamantados pueden requerir suplementos a partir de los cuatro meses, hasta que consuman al menos dos porciones diarias de alimentos ricos en hierro, como cereales fortificados, carnes o puré de batata.
En el caso de los bebés prematuros, la suplementación debe iniciarse a las dos semanas de vida y mantenerse hasta el primer año, salvo que la alimentación principal provenga de fórmula fortificada.

Para los niños mayores, se aconseja ofrecer alimentos ricos en hierro como carnes rojas, pollo, pescado, legumbres y espinaca, así como limitar el consumo de leche a menos de 710 mililitros diarios entre uno y cinco años.
Además, la inclusión de alimentos ricos en vitamina C, como cítricos, fresas, pimientos, tomates y verduras de hoja verde oscuro, favorece la absorción del hierro.
El control médico es fundamental para la detección temprana. Mayo Clinic indica que la anemia por deficiencia de hierro suele diagnosticarse mediante análisis de sangre. La Academia Americana de Pediatría recomienda realizar pruebas de detección entre los 9 y 12 meses de edad, y repetirlas en etapas posteriores si existen factores de riesgo. Según los resultados, el pediatra puede indicar suplementos de hierro, multivitamínicos o exámenes adicionales.
Para los padres, la clave está en ofrecer una dieta variada y equilibrada, vigilar el consumo de leche, fomentar la ingesta de alimentos ricos en hierro y vitamina C, y mantener un diálogo constante con el equipo de salud sobre la necesidad de pruebas o suplementos. Mayo Clinic subraya que, con una atención adecuada, los niños pueden mantener un desarrollo saludable y pleno.
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