
Reconocer los factores que diferencian un cuadro pasajero de una situación que requiere consulta profesional contribuye a proteger la salud familiar. Sentir el cuerpo ardiendo y ver que el termómetro supera los 38℃ puede generar preocupación inmediata.
Sin embargo, la fiebre es una respuesta natural del organismo ante infecciones o enfermedades, según señala la Cleveland Clinic. Comprender los cuidados en casa y detectar cuándo acudir al médico por fiebre es fundamental para la salud y el bienestar familiar.
Cómo surge la fiebre y cuándo tratarla
La fiebre surge cuando el sistema inmunológico reacciona ante una amenaza, como una infección viral o bacteriana. Esta elevación de la temperatura actúa como mecanismo de defensa, favoreciendo la lucha contra agentes patógenos.
Neha Vyas, especialista en medicina familiar de la Cleveland Clinic, expresa que en la mayoría de los casos no es necesario tratar una fiebre leve, sobre todo si no supera los 38,3℃. Generalmente, el cuerpo regula la temperatura por sí mismo al resolverse la causa subyacente.

Para quienes presentan malestar o fiebre alta, la Cleveland Clinic sugiere una serie de remedios caseros para aliviar los síntomas. El primer paso es el reposo.
“El sistema inmunológico necesita descanso para funcionar correctamente”, explica la doctora Vyas citada por la Cleveland Clinic. Permanecer en casa y evitar actividades extenuantes permite que el cuerpo dedique toda su energía a la recuperación. Incluso sin dormir, es útil permanecer acostado o relajado y postergar las tareas cotidianas hasta la recuperación total.
Cuidados clave en casa: hidratación, alimentación y alivio de síntomas
La hidratación resulta imprescindible para el manejo de la fiebre. El aumento de transpiración puede causar deshidratación, lo que dificulta la capacidad del organismo para combatir la enfermedad.
“Puedes deshidratarte rápidamente si no bebes lo suficiente cuando tienes fiebre”, enfatiza la doctora Vyas según información de la Cleveland Clinic. Se recomienda consumir agua, infusiones o bebidas con electrolitos, y evitar bebidas con cafeína, ya que pueden aumentar la pérdida de líquidos.

La alimentación también juega un papel importante. Ante la fiebre, la doctora Vyas descarta el mito de “matar de hambre al paciente”. El organismo requiere nutrientes para fortalecer su defensa. Aunque el apetito disminuya, se aconseja ingerir alimentos ligeros y nutritivos, como sopas, que aportan líquidos y antioxidantes.
Para aliviar la sensación de calor existen métodos simples: aplicar compresas frías en la axila hasta 10 minutos (excepto en bebés y niños pequeños), beber líquidos frescos, usar paños húmedos en la frente o la nuca, o tomar baños de agua tibia y agradable.
La Cleveland Clinic sugiere evitar estos métodos cuando se presentan escalofríos, porque pueden agravar la incomodidad y dificultar el descanso.
En presencia de escalofríos, conviene abrigarse solo con una manta fina. “Demasiadas mantas pueden elevar aún más la temperatura corporal”, advierte la doctora Vyas para la Cleveland Clinic. Transpirar en exceso bajo varias mantas incrementa el riesgo de deshidratación y resulta perjudicial.

Medicamentos de venta libre, como el paracetamol o el ibuprofeno, pueden ayudar a reducir la fiebre y aliviar dolores asociados, pero siempre deben tomarse siguiendo las instrucciones del envase y asegurándose de que no existan interacciones con otros fármacos.
La aspirina solo debe usarse en adultos, ya que en menores de 18 años incrementa el riesgo del síndrome de Reye, una afección grave.
La Cleveland Clinic advierte que los medicamentos no deberían usarse únicamente para bajar la fiebre y retomar actividades laborales o escolares. Las enfermedades suelen seguir siendo contagiosas al menos veinticuatro horas después de que la fiebre desaparece de forma natural.
“Podrías contagiar a quienes te rodean y, además, agotar tus fuerzas, lo que probablemente prolongará la fiebre y la enfermedad”, subraya la doctora Vyas.
Cuándo acudir al médico y señales de alerta

Existen situaciones en las que la fiebre requiere atención médica urgente. Según la Cleveland Clinic, es fundamental consultar a un profesional si la fiebre dura más de cinco días, supera los 39,4℃ en adultos o los 40℃ en niños, o no disminuye pese al uso de medicamentos.
Además, se debe buscar ayuda inmediata si se acompaña de dificultad para respirar, confusión, dolor abdominal, náuseas, vómitos, dolor de cabeza intenso, rigidez de cuello, sensibilidad a la luz o erupciones cutáneas.
En niños pequeños que no pueden expresar cómo se sienten, se recomienda acudir al médico ante letargo, dificultad para despertarse, signos de deshidratación (menos pañales mojados, ausencia de lágrimas al llorar), incapacidad para retener líquidos, irritabilidad extrema o convulsiones.
Las personas inmunocomprometidas o con enfermedades crónicas, como afecciones cardíacas o pulmonares, deben extremar precauciones frente a la fiebre.
Frente a cualquier duda sobre la gravedad de la fiebre o sospecha de que no se trata de un cuadro leve, la Cleveland Clinic recomienda siempre consultar a un profesional de la salud. Buscar orientación médica oportuna permite recibir el tratamiento necesario y evitar complicaciones.
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