
Vivir más y con mejor calidad de vida ha pasado a ser uno de los objetivos centrales en la sociedad actual, y la ciencia dedica cada vez más esfuerzos a comprender cómo alcanzarlo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el envejecimiento saludable como la promoción y preservación de aquellas capacidades que permiten a las personas mantenerse activas y autónomas en la etapa adulta.
En este contexto, un relevamiento internacional recurrió a datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a investigaciones científicas para determinar en qué países se concentra la mayor cantidad de personas que superan los 100 años y qué elementos contribuyen a ese fenómeno, según reportó el Daily Mail.
Cómo se realizó el análisis internacional de centenarios
El ranking internacional publicado recopiló datos utilizando la base de datos de la ONU sobre población, lo que permitió calcular el número de personas de cien años o más por cada 100.000 habitantes en cada país. El medio seleccionó información de numerosas fuentes oficiales, y enfatizó la comparación proporcional para reflejar con mayor precisión el impacto del envejecimiento extremo en las distintas poblaciones.
En cuanto a los hallazgos, el diario británico remarcó la importancia de elementos culturales y socioeconómicos. Además de los datos demográficos, existen una investigación científica de la revista The Lancet, donde un equipo del Karolinska Institutet de Suecia presentó un análisis sobre las trayectorias de enfermedad a lo largo de la vida. Ese estudio comparó la salud de casi 275.000 personas nacidas entre 1920 y 1922, y reveló que quienes alcanzan los cien años acumulan enfermedades a un ritmo mucho más lento que sus pares, lo que traduce una “resiliencia funcional” frente al desgaste biológico.
Los diez países con mayor proporción de centenarios

El ranking elaborado confirmó que Mónaco ocupa el primer lugar global, con 949 centenarios por cada 100.000 habitantes. Este pequeño país europeo, conocido por su alto nivel de vida, supera ampliamente a otras naciones. El segundo puesto lo ostenta Hong Kong, con 124 centenarios por cada 100.000 personas. Más allá de su imagen de ciudad moderna, allí la longevidad se asocia a factores culturales y a una medicina preventiva consolidada.
En tercer lugar, surge Guadalupe, un territorio francés en el Caribe, con 100 centenarios cada 100.000 habitantes. Le siguen Japón (98 por cada 100.000) y Uruguay (85) para concluir los primeros cinco puestos.
Puerto Rico figura sexto con 82 centenarios por cada 100.000 residentes, mientras que Martinica (67), la Isla de Man (62), Guernsey, —una isla dependiente de la corona británica— (49) y Francia (47) completan los primeros diez lugares. Según la misma fuente, los motivos detrás de estas altas cifras incluyen mejoras históricas en la mortalidad, acceso a la medicina y hábitos como el bajo consumo de tabaco y la adopción de dietas basadas en productos frescos.
Si se observa el número absoluto de personas que superan los cien años, Japón lidera mundialmente con 121.073 centenarios. Sin embargo, ocupa el cuarto lugar en este ranking porque la clasificación principal considera la proporción de centenarios cada 100.000 habitantes y no el valor absoluto de población. Este enfoque permite comparar países de distinto tamaño y densidad poblacional y garantiza una visión más equitativa y representativa de la longevidad en cada sociedad.
Situación de Argentina en el ranking global

Argentina se ubica en el puesto 51, con 19 centenarios por cada 100.000 habitantes y un total de 8.516 personas que superan el siglo de vida. Esta posición refleja un escenario intermedio dentro de América Latina y evidencia que, si bien el país registró avances en la esperanza de vida, aún quedan desafíos para equiparar los logros de los países líderes en longevidad.
Factores como el mejor control de enfermedades cardíacas y neurológicas, sumados a la incorporación de actividades físicas regulares y la alimentación balanceada, resultan centrales para avanzar hacia objetivos más ambiciosos.
Estudios científicos citados refuerzan que centenarios de todo el mundo logran mantenerse más saludables gracias a la menor acumulación de enfermedades graves, especialmente cardiovasculares y neuropsiquiátricas, característica que comienza a perfilarse a partir de los 70 años. Esta “ventaja biológica” sugiere que los caminos hacia la longevidad no dependen solo de la genética, sino también del contexto social y de las decisiones tomadas a lo largo de la vida.
Salud, longevidad y factores protectores en la vejez

El estudio del Karolinska Institutet publicado en The Lancet destacó que los centenarios acumulan enfermedades a un ritmo más lento que el resto de la población. El análisis internacional observó que las personas que alcanzan los cien años logran retrasar la aparición de enfermedades graves, como patologías cardiovasculares y neuropsiquiátricas, que suelen ser las principales causas de discapacidad y mortalidad en edades avanzadas.
El estudio sueco, citado por Daily Mail, siguió a casi 275.000 personas durante treinta años y comprobó que los centenarios tenían menos diagnósticos médicos y una progresión mucho más gradual de dolencias crónicas. La acumulación de enfermedades en este grupo comienza alrededor de los 89 años y no exhibe el deterioro acelerado propio de quienes fallecen a edades menores, lo que sugiere una mejor resistencia biológica y un mayor control sobre el envejecimiento.
En sintonía, la prevención de caídas, el trabajo de equilibrio corporal y el mantenimiento de la fuerza muscular son fundamentales para conservar la independencia en la tercera edad. La terapista física y miembro del equipo Gestión en Geriatría del Hospital Italiano María Elena Moresco (MN 5263) afirmó a Infobae que el entrenamiento físico y sensorial mejora la autonomía y evita el círculo vicioso de debilidad, caídas y deterioro funcional.
Por último, la investigación nutricional liderada por el biólogo David Sinclair, profesor de genética y codirector del Centro Paul F. Glenn para la Biología del Envejecimiento en la Facultad de Medicina de Harvard, propone que espaciar las comidas y practicar el ayuno intermitente fortalece mecanismos internos de reparación celular. Esta estrategia, junto a una dieta vegetal y baja en alimentos ultraprocesados, se presenta como una vía efectiva para aumentar la longevidad y reducir la prevalencia de enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento.
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