
En los meses de mayor prevalencia de resfriados e infecciones respiratorias, la presencia de moco o flema genera dudas sobre la salud. Si bien la mucosidad suele volverse más notoria con síntomas como congestión o tos, cumple funciones esenciales durante todo el año, según la American Society for Microbiology.
El moco y la flema suelen asociarse a infecciones respiratorias cuando adquieren tonalidades amarillas o verdes. Sin embargo, actualmente se reconoce que su significado clínico es más complejo que lo asumido por el sentido común.
El papel del moco y la flema en el organismo
Según Harvard Health Publishing, en el cuerpo humano, el moco recubre órganos y actúa como barrera protectora, facilita la cicatrización y regula la entrada de partículas y microorganismos. Está formado por mucinas (un grupo diverso de glicoproteínas), agua, lípidos y sustancias con propiedades antimicrobianas, cuya composición varía según la región corporal.
La flema es una versión más espesa del moco producida en pulmones y garganta, especialmente ante infecciones, irritantes o enfermedades respiratorias.

Como también informó Harvard Health Publishing, el moco es donde prosperan comunidades microbianas.
Este entorno limita el acceso de patógenos a los tejidos y modula la composición y funcionamiento de la microbiota local.
El color de la mucosidad: lo que sí y lo que no puede revelar

El color de la mucosidad podría guiar a médicos y pacientes para inferir el tipo de infección y decidir sobre el abordaje. Según la Cleveland Clinic, los colores de la flema responden a múltiples factores:
- Clara: suele asociarse a alergias o irritantes, y en menor medida a infecciones virales leves.
- Amarilla o verde: indica mayor presencia de glóbulos blancos combatiendo una infección. Este color ocurre tanto por infecciones virales como bacterianas y no permite diferenciar el origen. El moco amarillo o verde refleja acumulación de células inmunes y no siempre implica una infección bacteriana. Tanto infecciones virales como bacterianas pueden alterar el color del moco, por lo que el aspecto no es suficiente para decidir el uso de antibióticos.
- Blanca, marrón, negra o con sangre: puede estar relacionada con enfermedades pulmonares crónicas, daño por contaminación, infecciones más graves o patologías subyacentes. Estos tonos requieren evaluación médica inmediata, sobre todo con fiebre, dificultad respiratoria o fatiga.
Utilidad y límites del color de la flema como marcador de infección

En la evaluación clínica de enfermedades como la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), el color de la flema a veces orienta el uso de antibióticos.
Un metaanálisis publicado en 2023 en la revista Annals of the American Thoracic Society analizó más de 5.700 muestras de pacientes con EPOC y evaluó la precisión diagnóstica del color de la flema para identificar infecciones bacterianas. El estudio reportó una sensibilidad agrupada cercana al 80% y una especificidad de solo 50%.
Los autores concluyeron que el color de la flema no es un criterio suficiente para indicar antibióticos, ya que su utilidad diagnóstica es limitada por la baja especificidad y la influencia de factores no infecciosos como la inflamación o la colonización bacteriana crónica.

Se recomendó usar este parámetro únicamente como complemento de la evaluación clínica y las pruebas de laboratorio.
Recomendaciones clínicas sobre la tos con flema
Según Mayo Clinic, la expectoración de flema suele ser una respuesta positiva para eliminar agentes infecciosos o irritantes. El tratamiento depende de la causa: en cuadros virales o alérgicos, se recomienda hidratación, humidificación ambiental y gárgaras salinas.

Los antibióticos únicamente se indican ante signos claros de infección bacteriana, con evaluación clínica y, de ser posible, pruebas de laboratorio.
Se debe consultar a un profesional si:
- La tos con flema persiste más de dos semanas.
- Surgen colores anómalos (amarillo, verde, marrón, negro o con sangre), especialmente con fiebre, dificultad para respirar o fatiga.
- Hay expectoración de sangre, aun sin otros síntomas claros.
La presencia de mucosidad amarilla o verde, sin otros signos clínicos de infección bacteriana, no justifica el uso automático de antibióticos. El objetivo es evitar tratamientos innecesarios y la resistencia bacteriana.
El análisis del color de la flema puede sumarse a la evaluación, pero nunca debe ser el único criterio decisivo para el abordaje terapéutico.
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