
Para muchas personas personas, expresar sentimientos y emociones resulta un desafío arduo y una tarea que requiere de un esfuerzo considerable. Las estrategias para lograrlo son variadas y, por supuesto, cada individuo lo intenta a su manera.
No obstante, en algunos casos, la escritura puede ser un medio perfecto para alcanzar esa meta. Es que no se trata solamente de un arte reservado para los eruditos de la pluma, sino más bien de una práctica arraigada profundamente en la experiencia humana.
Desde tiempos inmemoriales, la escritura ha ejercido un papel fundamental como puente en la comunicación entre individuos, manifestándose en una variedad de formas y expresiones. Este acto, que trasciende barreras lingüísticas y culturales, es un medio poderoso para darle forma a las sensaciones más intrincadas y complejas de transmitir o canalizar, según coinciden expertos consultados por Infobae.
En esa línea, un estudio realizado por un equipo de investigación de la Universidad de Nagoya, en Japón, propuso un revelador método para canalizar los sentimientos de ira: escribir los pensamientos en un papel y luego triturarlo. El investigador principal y quien lideró este trabajo, Nobuyuki Kawai, planteó: “Esperábamos que nuestro método suprimiera la ira hasta cierto punto, pero nos sorprendió descubrir que la ira se eliminó casi por completo”.

En la investigación, publicada en la revista Nature, los autores postularon que la “supresión de la ira es importante en nuestra vida diaria, ya que su fracaso a veces puede llevar a la ruptura de las relaciones familiares. Por tanto, se han examinado estrategias eficaces para suprimir o neutralizar la ira”.
“Este estudio muestra que la eliminación física de una hoja de papel que contiene los pensamientos escritos sobre la causa de un evento provocativo neutraliza la ira, mientras que sostener el papel no lo hace”, detallaron en la publicación.
Y revelaron cómo llegaron a estas conclusiones: “Los participantes escribieron breves opiniones sobre problemas sociales y recibieron un comentario insultante escrito a mano que consistía en valoraciones bajas sobre su composición por parte de un cómplice. Esta investigación es de suma importancia, ya que el control de la ira en el ámbito doméstico y laboral puede tener efectos positivos significativos en nuestra vida cotidiana”.

Después de recibir estos comentarios negativos, se les pidió a los participantes que escribieran sus pensamientos sobre los mismos, centrándose en lo que les había causado una emoción ya sea negativa o positiva. Lo más interesante fue la diferencia en la reacción de quienes tiraron sus escritos a la basura o los trituraron en comparación con aquellos que los conservaron.
Los resultados fueron claros: aquellos que se deshicieron del papel experimentaron una reducción significativa en sus niveles de ira, mientras que aquellos que conservaron sus escritos apenas experimentaron una disminución en su enojo.
En diálogo con Infobae, Lucía Crivelli (MN 33.849), jefa de Neuropsicología de Fleni e investigadora del CONICET, analizó: “La escritura ha demostrado ser una herramienta poderosa en el cuidado de la salud mental. Diversos estudios han arrojado luz sobre los beneficios terapéuticos de escribir, destacando su capacidad para aliviar el estrés, procesar emociones complejas y mejorar el bienestar psicológico en general. Hay investigaciones que han planteado que la escritura puede ser una forma efectiva de superar traumas y adversidades y que escribir sobre experiencias dolorosas puede disminuir la intensidad de las emociones negativas asociadas con ellas, permitiendo a las personas procesar y entender mejor sus sentimientos”.

Para Crivelli, “la escritura puede servir como un medio de expresión y exploración personal: escribir sobre pensamientos y emociones profundas puede ayudar a las personas a comprenderse mejor a sí mismas, a encontrar claridad mental y a desarrollar una mayor autoconciencia. El ejercicio de escribir desarrolla la habilidad de expresión, permite el control de las emociones, ayuda a un mejor conocimiento de nosotros mismos, además permite el control de la depresión y la ansiedad. También permite liberar esas emociones atrapadas en el interior de la mente y el alma y darles un tratamiento para beneficio de la persona”.
“Al dedicar entre 15 y 30 minutos diarios a escribir sobre experiencias traumáticas durante 3 a 5 días seguidos, es posible explorar emociones, pensamientos y reacciones de manera más profunda. Estudios muestran que quienes practican este ejercicio sufren menos depresión, tienen mejor salud general y desempeño académico”, remarcó la especialista.
Y sumó: “La escritura ofrece un espacio seguro y privado para la expresión emocional, permitiendo a los individuos explorar sus sentimientos más íntimos sin temor al juicio externo. Esta actividad promueve la reflexión y la autoconciencia emocional, ayudando a entender mejor las propias emociones y los factores que las desencadenan. El escribir sobre una experiencia en particular, por ejemplo, obliga a estructurar ideas y eso permite que en muchas ocasiones se analice el contenido de los pensamientos, se pueda encontrar un sentido a lo que ocurrió y rescatar el aprendizaje”.

“James Pennebaker, pionero en el campo de la escritura emocional, ha realizado numerosos estudios sobre los efectos terapéuticos de la escritura expresiva en la reducción del estrés, la ansiedad y la depresión. Su técnica implica practicar la escritura durante 4 días por un tiempo de 20 minutos, sobre alguna experiencia fuerte que continúe teniendo impacto, ya sea en el pensamiento redundante en el día a día o que incluso sueñe o quite el sueño. Otro interesante método es el denominado ‘método del diario intensivo’, introducido por el psicólogo Ira Progoff, donde se busca hacer una introspección y expresión de situaciones acontecidas de forma regular, disciplinada y metódica”, propuso Crivelli.
Escribir para sanar
En 2020, expertos del Grupo de Investigación de Psicología, Sociedad y Subjetividades del Departamento de Psicología de la Universidad de Antioquia, en Colombia, realizaron un ensayo titulado “La escritura de las víctimas”. Allí, entre otras cosas, se refirieron a las personas que vivieron de cerca la violencia de conflictos armados en Colombia.
“La escritura les permite a las víctimas de la violencia sacar el dolor, liberarse de cargas muy pesadas. Les da la posibilidad de recorrer un camino que transforma la mirada sobre sí mismas. De sujetos a los que les pasaron cosas terribles, pueden pasar a verse como sujetos que tienen una experiencia de la que han aprendido y ahora tienen un mensaje importante para comunicar”, esgrimieron.
“Aunque la escritura, y seguramente muchas otras prácticas, tenga un efecto reparador para las víctimas, constantemente enfrentan nuevas situaciones de vulneración, donde la dignidad de su vida es socavada. Quienes han acogido la escritura en sus vidas, encuentran en ella un modo de enfrentar la adversidad y de hacerle resistencia”, completaron.

“¿Qué sucede cuando quienes han vivido experiencias violentas son invitados a escribir y no tienen de antemano una relación con la escritura y, además, escasamente han desarrollado estudios básicos y, en ocasiones, incompletos? -se preguntaron los autores del artículo-. El acercamiento a estos procesos da la posibilidad de compartir la sorpresa que deja lo que allí sucede. Nos encontramos, primero, frente a la incertidumbre de los participantes. ‘Yo quiero escribir varias cosas, de cuando estaba en el campo, de cuando era niña, pero no sé si pueda porque nunca escribo’. ‘Yo quiero escribir mi historia y lo que me pasó, pero escribo muy despacio y no sé ortografía’”.
“Estas expresiones, comunes en las sesiones iniciales, generalmente dan cuenta del temor que causa la invitación a la escritura. Sin embargo, en cuanto se inicia con la dinámica de los encuentros, las lecturas provocadoras, la lluvia de ideas, es decir, con la invitación a la palabra en un ambiente seguro y acogedor, se abre la caja de pandora”, remarcaron al contar los detalles de sus conclusiones.
A su turno, el psicólogo Sebastián Ibarzábal, miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP) y de la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA), aportó en conversación con Infobae: “Escribir regularmente puede ofrecer una variedad de beneficios para la salud mental. Al poner en palabras nuestras emociones y pensamientos, encontramos una salida para expresar lo que a menudo es difícil de comunicar verbalmente. A medida que exploramos nuestras experiencias a través de la escritura, fomentamos un mayor autoconocimiento y claridad mental”.

“Además -amplió Ibarzábal-, la escritura puede actuar como una herramienta terapéutica para reducir el estrés, mejorar la autoestima y fomentar la creatividad. En casos de experiencias traumáticas, la escritura puede ser especialmente poderosa, ayudándonos a procesar y superar el trauma emocional. En cuanto a la canalización de emociones, al plasmar nuestros pensamientos y sentimientos en papel, estamos llevando a cabo un acto de simbolización de nuestros procesos internos. Esto permite externalizar y dar forma tangible a nuestras emociones, lo que facilita su comprensión y manejo. Al escribir sobre la ira, por ejemplo, estamos transformando una experiencia subjetiva en un objeto externo, lo que nos brinda la distancia necesaria para reflexionar sobre sus causas y consecuencias”.
De acuerdo a Ibarzábal, “en varios estudios realizados se encontró que eliminar el escrito producido puede ser útil para disminuir la emoción ligada a ello y facilitar su elaboración. De esta manera, la escritura no solo nos ayuda a procesar y regular las emociones intensas, sino que también nos guía hacia un mayor autoconocimiento y crecimiento personal”.
Otra profesional consultada por Infobae fue Cynthia Zaiatz, jefa del departamento de Salud Mental del Sanatorio Modelo de Caseros. “Escribir nos ayuda no solo para la depresión, para la ansiedad y para poder plasmar nuestras situaciones, sino que también es una forma de comunicarnos y por eso es inmensamente necesario que todos los chicos vayan al colegio y estén alfabetizados. Es una forma que tenemos de comunicarnos y entendernos mediante un papel”, planteó la experta.

Y añadió: “En mis pacientes, cuando los hago escribir algo que no les sale decirme o se olvidan en las sesiones, les sale de otra manera y se entiende mejor. Ellos mismos se entienden, se leen, se pueden comprender y eso calma mucho la ansiedad y da autoconciencia. Cuando alguien escribe, está sacándose de adentro dolores o angustias, por ejemplo”.
Zaiatz propuso que, además de la escritura, otros métodos para canalizar sentimientos son las grabaciones de voz, los dibujos o las lecturas. “Todo lo que sea plasmar en un papel, o decir o expresarnos, nos ayuda a transmitir los sentimientos, aunque pensemos que no”, señaló la especialista.
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