
¿Y si no encuentro trabajo?, ¿y si no apruebo la materia?, ¿y si me pongo enfermo?, ¿y si mi pareja me deja?... Estas y otras tantas preguntas tienen un impacto directo en nuestra salud. “El 90% de las cosas que nos preocupan jamás suceden. Y, sin embargo, ese conjunto de pensamientos que ronda nuestra mente”, afirmó en la Universidad de Navarra, en España, la doctora Marian Rojas, durante el Open Day organizado por el Servicio de Admisión para presentar la oferta del centro académico.
En el encuentro, al que asistieron más de 600 personas (y cerca de 800, online), la psiquiatra explicó que cuando vivimos un estado de alerta, amenaza, incertidumbre, miedo, etc., se activa el cortisol, la hormona del estrés. Entonces nuestro cuerpo se pone en marcha y se modifica: a nivel físico, se cae el pelo, nos salen canas y arrugas, se sufren taquicardias, cuesta respirar, cambia el sistema digestivo, no dormimos bien. Y también desde lo psicológico (irritación, tristeza…). Asimismo, la corteza prefrontal, la zona del cerebro encargada de la atención, concentración, resolución de problemas y control de impulsos, se desactiva.
Marian Rojas pronunció una sesión bajo el título “¿Cómo hacer que te pasen cosas buenas en tu trayectoria profesional?”. “Estás en un momento de incertidumbre y el ámbito profesional se ha complicado”, dijo. “Aprender a gestionar nuestro estrés, porque vivimos en un mundo donde siempre pasan cosas como virus, guerras, trabajo, dinero, pareja”.

Ante esto, propuso, en primer lugar, conocerse y en segundo, realizar un esquema de personalidad, para saber cuáles son tus factores de estrés y cómo reaccionar ante él: “Si entiendo cómo soy, yo soy el dueño de mi vida y soy capaz de gestionar lo que me pasa. La felicidad al final no deja de ser la capacidad de conectar de forma sana con mi realidad, de gestionar lo malo y disfrutar de lo bueno”.
Drogodependencia emocional y pantallas
Asimismo, Rojas señaló que la felicidad consiste en saberle dar un sentido a la vida, “en conectar con el presente habiendo superado las heridas del pasado y mirando con ilusión al futuro. “Si me quedo enganchado en el pasado soy un depresivo y si vivo angustiado por el futuro soy un ansioso; y depresión y ansiedad son las dos grandes enfermedades del siglo XXI”, subrayó.

Cuando el ser humano no tiene un sentido de vida, agregó, la mente sustituye sentido por sensaciones: “El organismo busca algo a lo que agarrarse como las redes sociales, los videojuegos, ir de compras, la comida y las drogas”.
La experta sostuvo que nos hemos convertido en una sociedad de drogodependientes emocionales con el ‘quiero esto y lo quiero ya, necesito sentir y porque lo siento creo que tengo razón’. Pero, a su juicio, el problema de vivir a gratificaciones instantáneas, a base de tendencias, de impulsos, de emociones, sin corteza prefrontal, “es que nada de eso llena”, dijo.

Una de las causas de esta drogodependencia, según la experta, es el mal uso de las pantallas: “Me dan lo que quiero cuando quiero”, graficó. En su opinión, “lo que hoy mueve el mundo es la capacidad de retener nuestra atención el mayor tiempo posible en una pantalla y para ello las multinacionales se gastan millones”.
“Cuanta más pantalla, menos corteza prefrontal, menos capacidad de prestar atención, y menor capacidad de tomar decisiones, de gestionar un impulso y de posponer la recompensa”, sumó Rojas.
Sin embargo, la gente que puede centrar su atención es capaz de enfocarse. “Si queremos que nos pasen cosas buenas, tenemos que ponernos metas, porque cuando a mi cerebro le interesa algo, me lo enseña”, dijo.

“Hay que volver a mirar la vida real con otros ojos, basta con mirarla con interés para que se vuelva interesante”, agregó. Del mismo modo, abogó por recuperar el contacto físico: “Algo está pasando cuando conectamos mejor por la pantalla que por la vida real. No olvidemos que la vida real es la única capaz de llenarnos en plenitud y que todo lo demás es gratificación instantánea”.
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