
A decir de un analista brasileño, el golpe para la credibilidad de las partes es incalculable y probablemente definitivo. El tiempo disponible se ha esfumado. El Mercosur profundiza su crisis y la estrategia bilateral crecerá después de este nuevo fracaso. Tras horas de tensas conversaciones entre los líderes de la Unión Europea, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, pospuso la ceremonia de firma del convenio para enero próximo. El acuerdo debía rubricarse el sábado pasado en Brasil y ahora pocos confían en que se concrete durante el primer mes del año.
El presidente francés, Emmanuel Macron, declaró ante un grupo de empresarios brasileños que el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la UE ”sigue siendo insatisfactorio y necesita mejoras“. De hecho había prometido no respaldar esta movida sin antes obtener garantías para los agricultores de su país. “Reitero que es inaceptable en su forma actual, por lo tanto es ilógico forzar una decisión del Consejo para apurar su firma. Por caso, no tiene en cuenta los avances en materia de cambio climático, no se ha logrado que los sectores económicos de ambas partes operen bajo normas convergentes, y hay pesticidas aquí prohibidos que podrían estar permitidos en el Mercosur, lo cual no sería justo para nuestros productores”, justificó Macron.
Por cierto, sus palabras hacen pensar en un escenario que seguirá siendo conflictivo en el comienzo de 2026. El primer mandatario reiteró su exigencia de sólidas salvaguardas para proteger a sus agricultores. En el medio, muchos productores europeos se encargaron de hacerle saber a Von der Leyen mediante manifestaciones en las calles caracterizadas por una virulencia pocas veces vista, que no aceptan este acuerdo. Hay que decir que llega en un momento de fuertes cuestionamientos a la Política Agrícola Común (PAC) y un enorme malestar entre la gente de campo. “Las normas no entienden cómo funciona una explotación real. Hablamos del soporte a pequeñas y medianas empresas, agricultores con márgenes muy ajustados en zonas rurales sin alternativas económicas. Esto es lo que está fallando”, se queja un analista español. Con los tractores en las calles no puede decirse que este sea el ambiente ideal para tratar de cerrar el acuerdo que involucra a nuestra región económica.

La movida clave para terminar de sepultar la firma inmediata de un documento final partió de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que dice apoyar el acuerdo pero reclama, al igual que Macron, garantías más estrictas que protejan a los agricultores de su país. “Aún es prematuro dar curso al entendimiento comercial entre la Unión Europea y el Mercosur. Aplazar la cumbre con estos países nos brinda semanas adicionales para intentar dar las respuestas solicitadas por nuestros productores y lograr las garantías necesarias para ellos”, indicó a los medios europeos. Meloni era la única que podía “desempatar” esta puja de fuerzas. Y lo hizo.
El acuerdo del bloque europeo con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay pretende crear una zona de libre comercio transatlántica, pero los agricultores de la UE temen a la competencia de los productos que vienen del sur. Alemania, España y los países nórdicos defienden la idea como forma de impulsar las exportaciones europeas afectadas por las tarifas de Trump, pero no han podido torcerles el brazo a Francia y sus aliados.
La postergación de la firma del convenio implica una dura derrota para Von der Leyen, que esperaba estar este último sábado en Brasil lapicera en mano. Por cierto, en esta historia no conviene perder de vista la oposición de los grupos ecologistas, que califican al acuerdo como “destructor del clima”. Afirman que provocaría un aumento de la deforestación en esta parte del planeta, por supuesto con el foco puesto en la Amazonia.

El socio de mayor porte dentro del Mercosur puso el grito en el cielo. Altos funcionarios del gobierno brasileño reconocieron que la resistencia de los gobiernos francés, polaco, italiano e irlandés, entre otros, podría socavar la viabilidad misma del acuerdo de libre comercio en su conjunto. De hecho, la posibilidad de ampliar las exportaciones agrícolas del Mercosur al mercado europeo ya estaba severamente limitada por las cuotas anuales impuestas por la UE: 99.000 toneladas de carne de vacuno, 180.000 toneladas de pollo, 25.000 toneladas de carne de cerdo y 180.000 toneladas de azúcar.
También existen restricciones para el etanol, el arroz, la miel, el maíz y el maíz dulce, y en el Mercosur para las leches en polvo y las fórmulas infantiles europeas. “Si la agroindustria del Cono Sur no puede beneficiarse ni siquiera de estas cuotas limitadas, el propio acuerdo debe reevaluarse”, opinaron desde el gobierno de Lula. La carne de vacuno adicional representa el 1,6% del consumo de carne del bloque europeo y es uno de los puntos críticos, habida cuenta de la capacidad de Sudamérica de ofrecer un producto de calidad a precios muy por debajo de la carne europea. Pero además, Francia es el mayor productor de carne vacuna de la UE, y eso explica muchas cosas.
La idea es que el Mercosur eliminaría los aranceles sobre el 91% de las exportaciones de la UE, incluidos los automóviles, durante un período de 15 años, y el bloque europeo haría lo propio progresivamente sobre el 92% de las exportaciones del Mercosur durante un lapso de hasta 10 años. El bloque sudamericano dejaría de lado además los aranceles sobre los vinos de la UE y habilitaría una cuota libre de 30.000 toneladas para los quesos.

Recientemente la UE endureció su posición frente al Mercosur, y ni siquiera así fue suficiente. Ahora evaluará la necesidad de salvaguardas si los volúmenes de importación aumentaran más del 5% o los precios cayeran en esa misma proporción en uno o más países del bloque. Además, se indica que el próximo presupuesto de la UE ofrecerá un fondo de crisis de 6.300 millones de euros para los agricultores, que podría cubrir el improbable caso de que el acuerdo con el Mercosur los perjudique.
La información disponible indica que los países del Mercosur se oponen firmemente a las salvaguardas mencionadas, pero aceptarían el nuevo mecanismo como una forma de “salvar” el acuerdo de libre comercio entre ambos bloques. Hasta han guardado una especie de “silencio estratégico” para evitar reacciones virulentas y una escalada de acusaciones mutuas. Está visto que no sirvió de nada, y desató el enojo del presidente brasileño Lula da Silva, quien advirtió que si el acuerdo de libre comercio no se firma ahora, no se firmará durante su presidencia, que termina a finales de 2026.
Ingo Ploger, presidente de la Asociación Brasileña de Agronegocios–Abag, indicó a medios de su país que las salvaguardas creadas por la UE revelan la resistencia del bloque a abrir su mercado a la competencia en áreas consideradas sensibles, especialmente en el sector agrícola. A su turno, la Confederación Brasileña de Agricultura y Ganadería (CNA) avisó que las nuevas salvaguardas aprobadas por la UE no forman parte del acuerdo en curso. “Es una regulación unilateral de este bloque y no está en el texto que se iba a firmar”.

A decir verdad, el propio tratado prevé mecanismos de reacción en caso de que medidas unilaterales afecten el equilibrio negociado. No falta quienes creen que lo más importante es avanzar con el acuerdo, y que los demás detalles se definirán a medida que se implemente, según indicó CNN Brasil. Pero cada paso se complica más allá de lo esperado, y el desanimo crece.
No sorprende la ausencia de mayores reacciones por parte del gobierno de Javier Milei, que cree que el Mercosur no ha cumplido sus objetivos y debe reformularse. Paralelamente, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el comercio entre Argentina y la UE ha alcanzado su mínimo histórico en tres décadas y media, desde un 30% de las exportaciones argentinas en 1990 a no más del 10% en los primeros diez meses de 2025, debido al menor interés europeo en la harina de soja argentina y el biodiésel.
Este culebrón tendrá nuevos capítulos, aunque todo indica que los actores pretenden repetir el guion. Está a la vista que es muy difícil pactar con quien no quiere hacerlo. Lo bueno es que el público ya entendió quién es quién en esta historia.
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