Fruto muchas veces subestimado, pero con una larga tradición en la cocina argentina, el membrillo está buscando un lugar destacado en la agricultura del país. Conocido principalmente por su uso en postres como la pasta frola y el dulce de membrillo, este fruto originario de Persia y Anatolia tiene un enorme potencial económico y nutricional. Sin embargo, en los últimos años ha comenzado a ganarse la atención de productores y especialistas que ven en su cultivo una alternativa viable y sostenible en diferentes regiones de Argentina.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de San Pedro ha sido clave en este resurgimiento. Durante la última década, ha acompañado a productores locales en el desarrollo de estrategias para impulsar el cultivo del membrillo como una opción comercial atractiva, especialmente en zonas donde los cítricos y las frutas de carozo han sido los cultivos predominantes.
Un cultivo versátil y resistente
El membrillo es un árbol frutal que se adapta con facilidad a una variedad de climas y suelos, lo que lo convierte en una opción atractiva para distintas regiones del país. Prefiere los climas templados o fríos y tiene la capacidad de soportar heladas tardías que pueden afectar a otros frutales.
En términos de requerimientos de frío, dependiendo de la variedad, puede necesitar entre 100 y 500 horas de frío para florecer adecuadamente, lo que lo hace más versátil frente a otros cultivos más exigentes.
El membrillero también tiene la capacidad de adaptarse a diferentes tipos de suelo, aunque prefiere aquellos con buen drenaje y de textura franco-arcillosa. El pH ideal para su crecimiento debe estar entre 5,6 y 7,2, un rango que favorece la absorción de nutrientes esenciales y promueve un desarrollo saludable del árbol.
Es un árbol que tolera bien los suelos con poca aireación, soportando incluso condiciones de inundaciones periódicas, lo que le permite prosperar en zonas como el Delta del Paraná, cerca de San Pedro. Esto, sumado a su resistencia a plagas y enfermedades comunes en otros frutales, lo convierte en una opción robusta para los productores que buscan diversificar sus cultivos.
Las variedades de membrillo más utilizadas en Argentina incluyen Champion y Smyrna. La Champion, de origen turco, se caracteriza por sus frutos grandes, con un llamativo color dorado-amarillo, además de ser muy aromática y tener una pulpa suave y amarilla de excelente calidad. Por otro lado, la Smyrna también produce frutos de gran tamaño, pero con una tonalidad más verdosa-amarillenta. Su pulpa es igualmente tierna y destaca por su delicado aromaBeneficios nutricionales y perspectivas futuras
Dulces beneficios
El membrillo no solo destaca por su resistencia y adaptabilidad, sino también por sus beneficios nutricionales. Es una fruta rica en vitaminas A, B y C, así como en minerales esenciales, y tiene un bajo contenido de grasas, lo que la convierte en una opción saludable para quienes buscan alimentos nutritivos. Su consumo ayuda a mantener buena salud cardiovascular y tiene propiedades astringentes, antisépticas y cicatrizantes. Sin embargo, debido a su sabor amargo y ácido, no suele consumirse crudo, pero una vez cocido, asado o en forma de mermeladas, su sabor se transforma en algo exquisito.
El desafío para los productores y comercializadores del membrillo en Argentina es ampliar su presencia en los mercados. Aunque el dulce de membrillo es ampliamente conocido, otras formas de consumir esta fruta, como en salsas, confituras o asado, aún no han logrado la misma popularidad. Sin embargo, el interés en alimentos saludables y naturales está en aumento, lo que presenta una oportunidad para que el membrillo se posicione como un producto clave en la alimentación de las nuevas generaciones.
Entre Mendoza y Turquía
A nivel nacional, la producción de membrillo en Argentina está concentrada principalmente en Mendoza, San Juan, Catamarca (la principal provincia productora del NOA) y La Rioja. Estas provincias han encontrado en el membrillo una fuente importante para la elaboración de productos como mermeladas, jaleas y dulces, que son muy apreciados tanto en el mercado local como internacional.
A nivel internacional, Turquía y China son los principales productores de membrillo, representando más del 60% de la producción global, que se estima en 145.000 toneladas anuales. Estos países no solo consumen el fruto a nivel local, sino que también exportan productos derivados, consolidando su liderazgo en el mercado global.
San Pedro: un caso de éxito
La localidad de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires, es uno de los casos más interesantes en el resurgimiento del membrillo en el país. Desde hace más de 60 años, este fruto ha sido parte de la industria local, especialmente para la producción de dulces sólidos en latas y barras. Hoy, cuatro empresas locales procesan el membrillo proveniente principalmente del noroeste argentino, pero en los últimos años, los viveros locales han comenzado a cultivar sus propios membrillos, destinados a plantaciones familiares.
Gabriel Valentini, investigador en fruticultura del INTA San Pedro, explica que el INTA ha sido un socio clave para los productores locales, brindando capacitación y asesoramiento técnico. “Desde un primer momento, trabajamos con especialistas en el cultivo del membrillo para ayudar a los productores a adoptar mejores prácticas agrícolas”, comenta Valentini. A través de estas iniciativas, se ha logrado que el membrillo pase de ser una opción marginal a un cultivo comercial prometedor.
En 2015, se realizaron las primeras plantaciones a escala comercial en San Pedro, y desde entonces, la superficie dedicada a este fruto ha crecido de 10 a 50 hectáreas. Según Valentini, las condiciones climáticas y del suelo en San Pedro son ideales para el cultivo del membrillo, lo que ha permitido que el rendimiento por hectárea sea notable. “Bajo condiciones óptimas, los productores pueden obtener entre 24 y 30 toneladas por hectárea, lo que demuestra el potencial económico del membrillo”, destaca el especialista.
Retos del cultivo
A pesar de su potencial, el cultivo del membrillo no está exento de dificultades. Plagas como la carpocapsa (conocida como la polilla de la pera y la manzana) y la mosca de la fruta representan amenazas significativas, ya que pueden dañar gravemente los frutos si no se controlan adecuadamente. También hay que prestar atención a enfermedades fúngicas como la mancha parda, que puede afectar el rendimiento y la calidad de la producción. El monitoreo constante y la aplicación de estrategias de control son esenciales para asegurar una buena cosecha.
A nivel técnico, el manejo adecuado de la poda es un aspecto clave para garantizar la sostenibilidad del cultivo. Valentini explica que se están evaluando distintas variantes de poda en experimentos locales, con el objetivo de mejorar la producción a largo plazo. “La poda es un componente determinante del rendimiento, y al igual que en el caso de los manzanos y perales, es fundamental para asegurar una buena circulación de aire y luz en el árbol”, afirma el investigador.
Un futuro brillante para el membrillo argentino
El membrillo está en pleno renacimiento en Argentina. Desde Mendoza hasta San Pedro, pasando por San Juan, Catamarca La Rioja y Río Negro, los productores están viendo en este fruto una alternativa económica viable y sostenible. Con el apoyo de instituciones como el INTA y el creciente interés en alimentos naturales y saludables, el futuro del membrillo es prometedor.
La historia de este fruto milenario, que durante tanto tiempo fue relegado a un segundo plano, ahora comienza a escribirse nuevamente, y Argentina está bien posicionada para liderar esta nueva etapa. Impulsar su producción no solo preserva una tradición culinaria, sino que también ofrece a los productores locales una opción de cultivo con grandes beneficios económicos y nutricionales.
Fuente: Inta