Nuevas grietas y gobernabilidad: crece la incertidumbre sobre cómo enfrentar la crisis tras las elecciones

El Papa y el episcopado local envían señales sobre la necesidad de un acuerdo. Repone así un tema crucial pero poco claro. Milei insiste con su discurso selectivo sobre la casta. JxC tiene un debate pendiente. Y el oficialismo apunta más a fisuras ajenas que a un entendimiento político

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El Papa Francisco y el sentido de la crisis. Habló también en contra del mesianismo
El Papa Francisco y el sentido de la crisis. Habló también en contra del mesianismo

El pronóstico económico más extendido sobre el 2024 es alarmante, en todos los rubros: inflación, ingresos, pobreza, caída del PBI. Es lo que le espera al nuevo gobierno. En los últimos días, el Papa Francisco dijo que la salida de la crisis no puede ser en solitario y desde el Episcopado señalaron la necesidad de un amplio acuerdo. El punto sería cómo se traduce. A pocos días de la primera vuelta electoral y, sobre todo, a muchos del 10 de diciembre, las señales políticas van de esquivas a inquietantes. Javier Milei insiste con su grieta, la de la selectiva visión de la “casta”. JxC arrastra un debate pendiente. Y el oficialismo habla de una unidad limitada a sumar astillas de otros espacios y no a un entendimiento entre partidos o coaliciones.

El mensaje del Papa, en línea con otras señales previas y que trascienden la cuestión argentina, quedó algo relegado por otras definiciones con más eco local. En una entrevista con la agencia oficial Télam, fue especialmente crítico de las actitudes políticas mesiánicas, por sus graves consecuencias sociales. Fue interpretado como un mensaje restringido al candidato libertario. Una mirada más amplia indicaría que el problema del mesianismo, asociado en general al populismo, supera ese margen. Puede ser un espejo incómodo, más amplio.

Francisco reflexionó sobre la crisis, su sentido “laberíntico” pero también su potencial camino de resolución con un salto adelante. “De una crisis se sale para arriba y no se sale solo”, resumió. Pareció en un guiño a ciertos planteos genéricos y por eso mismo amplios. Algo así como el título para desplegar el tema. Y no únicamente en dirección política.

Más amplia resultó la formulación hecha por la Comisión de Justicia y Paz, que funciona en el ámbito de la Conferencia Episcopal Argentina y tiene como referente directo a Jorge Lugones, titular de la Comisión de Pastoral Social. Dicho de otra forma: se trató de un documento cuidado y en línea como la jerarquía católica.

La declaración enfatiza la necesidad de un “acuerdo político, social y económico”, para sostener “gobernabilidad” más allá de cuál sea el resultado. Es un reclamo más preciso, también tomado por sectores del oficialismo como un elemento de campaña en contraposición con los principales candidatos opositores. El uso y otras interpretaciones similares se suceden a contramano de lo que sería el sustento del texto, es decir, la necesidad de un entendimiento frente al precipicio de la crisis. Se trata de un cuadro sobre el que, además, no se asume responsabilidad alguna.

La idea perfilada en este documento supone un pacto con actores empresariales y de organizaciones sociales -no sólo movimientos, sino también sindicales-, algo que de todos modos tiene una instancia necesaria y previa: el acuerdo entre fuerzas políticas. Es lo que dice la experiencia, con la política como primer elemento ordenador.

Eso supera ampliamente el llamado a la “unidad nacional” que viene haciendo el oficialismo en las últimas semanas de campaña, aunque la pretensión sea aprovechar los mensajes como guiños y repetir esquemas que suenen a pasadas presentaciones de “transversalidad” o recreación de fórmulas movimientistas de liderazgos excluyentes.

Sergio Massa expuso varias veces el concepto de “unidad nacional” y ayer mismo lo reprodujo Axel Kicillof en el acto por el 17 de Octubre. El ministro y candidato sostuvo que en caso de ser consagrado presidente, llamaría a algunas figuras de otros espacios. Eso tiene dos implícitos. El primero: no se trataría de un acuerdo básico, de manera orgánica con partidos o coaliciones. El segundo: buscaría aprovechar posibles fisuras en la oposición.

La inflación, el indicador más fuerte de la crisis en pleno proceso de elecciones
La inflación, el indicador más fuerte de la crisis en pleno proceso de elecciones

No se trataría, entonces, de algún tipo de entendimiento con reflejo en la gestión efectiva ni de un convenio legislativo. Menos, visto así, sería entendido como la base de consenso político capaz de convocar y motorizar un acuerdo también “social y económico”.

Este tema es parte de un debate que quedó postergado en JxC. De hecho, fue planteado de manera extemporánea por Horacio Rodríguez Larreta y el sector de la UCR que lo acompañó en la disputa para las PASO. La tensión giró centralmente alrededor de Juan Schiaretti. Provocó uno de los momentos de mayor tensión doméstica, entre el jefe de gobierno porteño y Patricia Bullrich. Y dejó pendiente de discusión la estrategia para el caso de llegar a la Presidencia.

En otras palabras, se salteaba un recorrido sobre el tipo de coalición de gobierno imaginada y luego, sobre la posibilidad de buscar un consenso efectivo para sostener, en primer lugar, un plan de estabilización que nadie supone sencillo.

La cuestión del acuerdo demanda, por otra parte y antes que definir su amplitud, una mirada crítica sobre el grado de fractura y fragmentación del actual cuadro político. Es más complejo que lo que se resume como grieta, y esta visto que está en construcción una nueva versión, con características similares o más negativas y riesgosas.

Javier Milei basa buena parte de su ascenso en la denuncia de la “casta”. Una especie de nueva grieta. Está claro que es una categoría que engloba a todo lo que necesita derrotar en términos electorales, no a toda la política, en sentido amplio. Lo expone la composición de algunos de sus equipos, antes que lo que dicen las cargas sobre el armado de listas en varios distritos o la relación de intereses con Luis Barrionuevo.

Guillermo Francos, convocado por el candidato libertario, busca amortiguar el sentido de esa constante y más que enfática descalificación de rivales elegidos. Francos, de mucho kilometraje en el mundo político y empresarial, dejó su cargo en el BID con la expectativa de convertirse en el ministro político de Milei si llega a la Presidencia. En casi todas las entrevistas, habla de la necesidad de diálogo para una gestión con chances en medio de la crisis. Es su manera de aludir a un ejercicio de negociaciones, en especial, con los referentes de poder efectivo en espacios políticos que serían fuertemente sacudidos en caso de derrota.

Como sea, y lejos de la cuestión de fondo, resulta realista frente al cuadro de poder territorial y legislativo que asoma aún antes de la elección del domingo El punto es que eso va en sentido contrario a la concepción de poder que exhiben Milei y su círculo más próximo.

De todo esto, y no sólo de la economía, se alimenta la incertidumbre en estos días.