
Un día después de la plaza del discurso kirchnerista, la CGT y los movimientos sociales protagonizaron una multitudinaria movilización, por el Día de la Lealtad peronista, que el Gobierno la decodificó como una señal de apoyo en este nuevo tiempo de la gestión, frente a la crisis económica y la dura derrota electoral.
“No hay ninguna duda de que fue una marcha de apoyo al Gobierno”, expresó uno de los ministros con más peso político del Gabinete. Si bien algunos de los sindicalistas expresaron su adhesión a la gestión de Fernández en contacto con los medios de comunicación, el documento oficial de la central obrera no tuvo un apoyo explícito a la Casa Rosada.
“Después de lo del domingo queda claro lo que es la organización popular, que representa a los trabajadores e intereses económicos concretos”, señaló el referente de una de las organizaciones sociales que marcharon por las calles de la Ciudad de Buenos Aires y dieron, junto a los sindicatos, una muestra del poder de movilización. El dardo fue a pasar a la trinchera K.

En el bloque de sindicatos y movimientos sociales no tomaron bien el copamiento que hizo el kirchnerismo del acto del domingo. Mientras la línea argumental de ambos espacios pasa por convocar a la unidad, pese a las diferencias, el sector K más duro se dedicó a cuestionar al Presidente en la marcha que él mismo había convocado para celebrar la lealtad peronista.
Ese “fuego amigo” le dio pie a la oposición para advertir que no aceptarán ningún acuerdo con el oficialismo hasta que la propia coalición no defina el rumbo que quiere seguir en materia económica. En Juntos por el Cambio aprovechan las discusiones internas del Frente de Todos y las utilizan a su favor ni gastar demasiada pólvora.
En el Gobierno creen que las críticas a la gestión de Fernández que se vieron en la Plaza K fueron emitidas por “libres pensadores” que son “cada vez más inorgánicos”. También los definieron como “sectores marginales”. Está claro que en el corazón de la Casa Rosada cayeron muy mal las críticas al Presidente durante el Día de la Lealtad que tuvo el sello K.

Los apuntados fueron la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, y el ex vicepresidente Amado Boudou, que le pidieron al Presidente que no pague la deuda que Argentina tiene con el FMI y reclamaron que las expresiones más duras del kirchnerismo sean escuchadas en el Frente de Todos.
La movilización de ayer fue multitudinaria y llevó impreso un mensaje de unidad de la CGT, que el próximo 11 de noviembre, a tres días de las elecciones generales, renovará sus autoridades y volverá a estar unido bajo el mismo techo. El concepto de unidad que tanto suele expresar el Gobierno lo expuso la central obrera, que busca fortalecerse como un polo político de negociación dentro de la coalición.
Es decir, los sindicalistas quieren tener más participación en las decisiones de la gestión y también en los armados electorales. Todos unidos concentrarán el poder sindical en un solo núcleo. Juegan sus cartas dentro del desorden en el que se ha convertido la alianza política y donde, claramente, se sienten más identificados con Alberto Fernández que con Cristina Kirchner.
Las movilizaciones del domingo y el lunes tuvieron diferencias claras. Una fue más anárquica y la otra muy organizada, una de desarrolló en la Plaza de Mayo y la otra en el Monumento al Trabajo, una fue una concentración de una gran cantidad de gente durante dos horas y la otra una movilización multitudinaria que duró más de 6 horas. Una tuvo consignas K y la otra el estereotipo del retrato sindical con las camisetas y banderas de los sindicatos.
El Presidente dejó pasar todo el día para expresarse sobre la movilización. Lo hizo, a través de las redes sociales, al caer la noche. “Quiero agradecer y felicitar a la CGT y a los movimientos sociales que expresaron en una multitudinaria marcha la fuerza y la unidad que nuestra Patria demanda. Unidos levantemos las banderas de una Argentina con más producción, más desarrollo y más trabajo”, señaló
El domingo, cuando recibió cuestionamientos duros en la marcha a la que había convocado, decidió guardar silencio y dejar que el paso de las horas diluyera las críticas. Sin embargo, no pudo evitar que la lectura política de las 24 horas posteriores estuvieran vinculadas al sello K del Día de la Lealtad. Las tensiones internas se divisan en los hilos sueltos.
“La profundidad de la crisis actual requiere de señales muy claras”, marcó la cancha de la CGT en el comunicado oficial, donde no hubo alusiones concretas de respaldo a la gestión de Alberto Fernández. La central obrera, que viene manteniendo un vinculo muy fluido con el Presidente, pareció haber tomado dos pasos de distancia de Balcarce 50. Al menos, en la histórica jornada del lunes 18 de octubre.
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