Alberto Fernández partió a Europa para sumar consenso geopolítico a su estrategia de negociación con el FMI

El Presidente visitará Lisboa, Madrid, París, Roma y Ciudad del Vaticano, donde protagonizará un cónclave con el papa Francisco después de la sanción de la ley del aborto en 2020

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Alberto Fernández en la Casa Rosada
Alberto Fernández en la Casa Rosada

Alberto Fernández partió a las 22.05 desde Ezeiza hacia Europa para ejecutar una agenda geopolítica vinculada a la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París, la distribución gratuita de las vacunas contra el COVID-19, la aplicación efectiva del tratado de Cambio Climático, las relaciones bilaterales con Portugal, España, Francia e Italia, la situación institucional del acuerdo Mercosur-Unión Europea (UE) y su amistad con Francisco que está machucada tras la sanción del aborto hacia fines de 2020.

La deuda con el FMI y el Club de París y su vencimiento cercano es la prioridad del jefe de Estado en Europa. Alberto Fernández diseñó una estrategia negociación que trata de combinar el orden mundial establecido y la abstracción ideológica del kirchnerismo que aún relee las Venas Abiertas de América Latina.

El Presidente sabe que tiene que cancelar los vencimientos de capital del Fondo y el Club de Paris, que implican un total cercano a los 7.000 millones de dólares, pero también asume que no tiene esas reservas líquidas en el Banco Central y que Cristina Kirchner propone otro método de negociación que es agonal, dogmático e imposible de coronar antes que se cumplan los plazos formales de pago.

El presidente Alberto Fernández y Martín Guzmán (Foto: Presidencia)
El presidente Alberto Fernández y Martín Guzmán (Foto: Presidencia)

Alberto Fernández y Martín Guzmán -su principal negociador de la deuda pública y privada- comparten el criterio ideológico de evitar un ajuste económico tradicional para tener suficientes recursos para cancelar las obligaciones de capital con el FMI y el Club de París. En este escenario de costos y beneficios políticos, sociales y electorales, el Presidente y su ministro de Economía coinciden con CFK y La Cámpora.

Sin embargo, esa matriz de pensamiento global no alcanza para cerrar un acuerdo con el G7 que influya en las decisiones del board del Fondo Monetario Internacional. Estados Unidos, Europa y Japón exigen que Argentina presente un programa sustentable con metas posibles de cumplir, y poco les importa las declaraciones decimonónicas asentadas en añejos conceptos como periferia, países centrales o superestructura.

No hay muchas posibilidades de que Joe Biden, Emmanuel Macron. Ángela Merkel y Yoshihide Suga acepten avalar un acuerdo de Facilidades Extendidas por 20 años con una tasa de excepción cercana al tres por ciento anual. Y eso es lo que pretende la Vicepresidente y sus aliados internos.

Alberto Fernández y Guzmán pueden alegar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, pero los líderes políticos de Estados Unidos, Francia, Alemania y Japón también tienen una agenda doméstica que satisfacer para no terminar antes de tiempo en los libros de historia.

Alberto Fernández y Emmanuel Macron (Foto: EFE)
Alberto Fernández y Emmanuel Macron (Foto: EFE)

En este contexto geopolítico, el Presidente recorrerá Lisboa, Madrid, París y Roma para argumentar que tiene intenciones de honrar la deuda de 44.000 millones de dólares heredada de Mauricio Macri, que necesita postergar el cierre del acuerdo hasta marzo de 2021 y que sería ideal que las naciones más ricas del planeta cedan sus voluminosos Derechos Especiales de Giro (DEG) a los países medianos y pobres golpeados sin piedad por la segunda ola del COVID-19.

Este asunto es clave: los DEG son moneda creada por el FMI que puede servir como medio de pago del propio organismo o computarse en las reservas del Banco Central. La posición de Alberto Fernández respecto al uso de los DEG pertenecientes a las naciones más poderosas es apoyada por América Latina, España y Portugal, y no fue descartada por la secretaría del Tesoro de los Estados Unidos.

Guzmán tiene un protagonismo importante en este andarivel de las negociaciones con el G7. Debe lograr que se apruebe un método de distribución a los países medianos, y para ello está previsto que participe del encuentro de ministros de Finanzas del G20 cumpliendo instrucciones directas de la Casa Rosada.

El titular del Palacio de Hacienda aún no tuvo un contacto formal con Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Biden, y cuando ocurra planteará que necesita mas tiempo para negociar un programa sustentable con el FMI y que los Estados más poderosos acepten ceder sus DEG a los países más castigados por el COVID-19. Yellen aún no concedió entrevistas a ministros de Economía del Cono Sur, pero la audiencia está pedida y podría ocurrir en las próximas semanas.

Cristina Kirchner durante un acto público en Ensenada
Cristina Kirchner durante un acto público en Ensenada

A la compleja negociación entre un país deudor serial y un board que busca respuesta globales a un sistema internacional de comercio puesto en jaque por la pandemia, se deben sumar las contradicciones propias de una coalición de gobierno que son muy difíciles de aclarar a los socios más poderosos del FMI.

Alberto Fernández y Guzmán se reunirán en días sucesivos con las autoridades políticas de Portugal, España, Francia e Italia, y nadarán contra corriente cuando tengan que explicar porqué sobrevivió en su cargo un subsecretario de Energía cuestionado por sus tiempos burocráticos y porqué los senadores oficialistas rechazan que los DEG se usen para pagar los vencimientos de capital del FMI cuando no implica regresar a las viejas recetas de Anne Krueger, Michel Camdessus y Christine Lagarde.

Alberto Fernández necesita que los encuentros en Lisboa con el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y el primer ministro portugués, Antonio Costa; las reuniones en Madrid con el Rey Felipe VI y el jefe de Gobierno español, Pedro Sánchez; los almuerzos en París y Roma con Macron y Sergio Mattarella, y el cónclave en el Palacio Chigi con el primer ministro de Italia, Mario Draghi, deriven en resultados satisfactorios vinculados al FMI y al Club de París.

Y la acepción política de resultados satisfactorios se relaciona con dos hechos fundamentales: postergar el pago del Club de París que vence en julio (por sus dos meses de gracia) y dilatar el acuerdo con el FMI hasta marzo de 2022, cuando ya hayan pasado las elecciones de medio término y concluido la segunda ola del COVID-19.

Alberto Fernández y Guzmán tienen posibilidades de lograr estos dos hechos fundamentales. Y en el caso concreto del FMI, la única exigencia del board son los vencimientos de capital de septiembre y diciembre (mas de 4.000 millones de dólares).

El Presidente y su ministro desean cancelar esas deudas de capital con la ampliación de los DEG que Argentina recibirá entre julio y agosto, pero si Cristina Kirchner y sus senadores ultra K imponen su mirada ideológica del mundo, el Plan B de Balcarce 50 es solicitar al Fondo que los pagos de septiembre y diciembre pasen sin default hasta 2022.

Alberto Fernández y Emmanuel Macron durante su encuentro en París
Alberto Fernández y Emmanuel Macron durante su encuentro en París

Además de la negociación de la deuda con el FMI y el Club de París, Alberto Fernández hará foco en el acuerdo de Cambio Climático. Se trata de un asunto clave que ahora tiene un espacio importantísimo en la agenda global como consecuencia de la decisión geopolítica que asumió Joseph Biden cuando sucedió a Donald Trump en la Casa Blanca.

Macron defiende la vigencia del Acuerdo de París, Alberto Fernández respalda una política internacional que privilegia la sustentabilidad del medio ambiente, el premier español Pedro Sánchez considera más que necesario proteger la ecología mundial y el líder italiano Mario Draghi ya ha decidido que “El Planeta” será un aspecto prioritario en el G20 que se realizará en Roma.

Desde esta perspectiva, Alberto Fernández no sólo profundizará sus relaciones personales con Macron cuando se encuentren a almorzar en el Palacio Eliseo, sino que el Acuerdo de Paris también le servirá para acercar posiciones con Draghi, que hace muy poco asumió como titular del Consejo de Ministros de Italia y no se conocen personalmente.

Draghi tiene una agenda verde que se consolidó con la designación del ministro de Transición Ecológica, Roberto Cingolani, y la ejecución de una política de estado que permitió transformar a Italia en el país de la Unión Europea (UE) con el más alto porcentaje de reciclaje de deshechos (79%). El premier italiano conoce el funcionamiento del poder financiero global y está dispuesto a respaldar las negociaciones de Argentina con el FMI.

Alberto Fernández tiene un cónclave pautado con Francisco. Ocurrirá el jueves próximo a la mañana, y tendrá como escenario el Palacio Apostólico ubicado en la Ciudad del Vaticano. El Presidente y el Papa son amigos, pero la sanción de la ley del Aborto abrió una herida que jamás cerrará.

Sin embargo, la relación fraternal entre Alberto Fernández y Francisco continúa y por eso se encontrarán a solas para analizar la situación de la Argentina y el complejo panorama mundial cruzado por una pandemia que no da respiro.

Junto al jefe de Estado viaja una exigua delegación oficial integrada por la primera dama Fabiola Yañez, el canciller Felipe Sola, el ministro Guzmán, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello y el secretario de Medios y Comunicación, Juan Pablo Biondi.

Alberto Fernández vuela con un avión de Aerolíneas Argentinas y su primera reunión será en Lisboa con su colega portugués De Sousa. A continuación, el presidente visitará Madrid, París, Roma y Ciudad del Vaticano. Su regreso está previsto para el sábado 15 de mayo, si no hay cambios inesperados en la agenda oficial.

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