El Gobierno volvió a enfrentar a Cristina y ella aceptó el desafío

La estrategia política detrás del mensaje del Presidente: cómo se instrumentó y a quiénes estuvo dirigido

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Mauricio Macri decidió grabar el mensaje durante el fin de semana tras una serie de consultas con su equipo más íntimo. El sábado, por caso, había almorzado junto a Elisa Carrió y su mujer en la quinta familiar Los Abrojos, una costumbre que repite cada tanto.

El mensaje, de casi nueve minutos, se grabó este lunes por la mañana en las oficinas que el Presidente tiene en Olivos antes de volar hacia Casa Rosada. Lo hizo acompañado del ministro Francisco Cabrera -con Marcos Peña de viaje por Cuba, detrás de cámara supervisaba Fernando de Andreis y parte del equipo de comunicación-, con la excusa del programa lanzado por los ministerios de Producción y Energía que permite calcular el ahorro de energía en los hogares por, por ejemplo, el cambio de las lámparas convencionales a las de bajo consumo.

Es la tercera vez en poco más de un mes que Macri utiliza esta metodología de comunicación oficial, una virtual cadena nacional. Todas directamente relacionadas al debate por los aumentos de tarifas.

La primera fue el 23 de abril, desde Vaca Muerta: el jefe de Estado insistió en el ahorro en el consumo energético y pidió a gobernadores e intendentes por la eliminación de impuestos en las facturas de los servicios públicos.

La segunda, hace tres semanas, fue en Casa Rosada. En menos de tres minutos, anunció el inicio de las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en medio de la crisis cambiaria y de la discusión sobre tarifas con la oposición, que veinticuatro horas después respondió con la media sanción en Diputados.

Macri dedicó la primera parte de su mensaje de este lunes a criticar los subsidios y el costo de la energía de la última década, a ahondar en el ahorro en el consumo y de las inversiones de las empresas y en la aceleración de la reducción del déficit fiscal. Y en ratificar los aumentos vigentes. "Sé que no es fácil", reconoció.

Pero el pasaje medular de su discurso recién apareció sobre el final. Fue cuando les habló a los gobernadores y senadores del PJ: "Demuestren que existe un peronismo responsable y confiable que no se deja conducir por las locuras de Cristina Fernández de Kirchner".

El Presidente decidió dar su sorpresivo discurso con una inusual dureza con el objetivo casi exclusivo de dejar asentada esa frase, en vísperas de la votación especial del miércoles en la que la oposición le daría sanción definitiva al proyecto de Diputados, y que se encamina hacia el seguro veto presidencial. "Que ellos (por el PJ) paguen su parte del costo", explicaban desde el entorno de Macri tras la difusión del mensaje, en el que además aludió a "leyes mágicas que suenan bien".

El Gobierno apela de nuevo a la ex presidente, que hace semanas que no se le escucha la voz. Esta vez para intentar compartir el costo político del veto. Una jugada riesgosa que tensa las negociaciones. Y que la ex mandataria decidió aceptar.

Minutos después del discurso, Cristina recogió el guante. "Tratar de loca a una mujer. Típico de machirulo", respondió a través de su cuenta de Twitter que hacía tres días que no utilizaba.

El Gobierno volvió a subir al ring a la ex presidente, una estrategia que le sirvió a Macri durante sus primeros dos años de mandato y que tuvo siempre a Jaime Durán Barba como uno de sus grandes impulsores. En las elecciones legislativas del año pasado, Cambiemos le ganó en la provincia de Buenos Aires con un candidato de mucho menor rango como Esteban Bullrich.

De todos modos, Macri ahora tiene un problema: la coyuntura no es la misma de ocho meses atrás. Tampoco lo son la ex mandataria ni el PJ.

Miguel Ángel Pichetto fue, sin embargo, uno de los principales destinatarios -si no el principal- de las palabras presidenciales. Buena parte del Gobierno, pero especialmente el jefe de Estado está furioso con el senador, según la explicación oficial, por la obcecación del rionegrino en torno al texto que fue votado en la Cámara baja. "Nos cuesta entender por qué Miguel no libera a los senadores y prefiere cuidar el acuerdo con (Sergio) Massa", abundan desde uno de los despachos del oficialismo en el que se pasan borradores con el punteo de los votos de cara a la sesión de pasado mañana, y a pesar de que en Casa Rosada ya vislumbran una derrota casi segura.

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El proyecto de rebaja del IVA, presentado por el oficialismo la semana pasada, y copiado del PJ, ya no parece ser una alternativa viable.

Perdido el partido, la estrategia del Gobierno pasa ahora por pegar al PJ no K de Pichetto y los gobernadores con el bloque K de Cristina Kirchner en la Cámara alta. Una idea que esta mañana daba vueltas por despachos oficiales.

El ministro Rogelio Frigerio, el encargado de las negociaciones contra reloj con gobernadores y senadores, fue testigo en los últimos días de la furia presidencial con el senador de Río Negro.

Macri y su entorno dicen no entender la posición de Pichetto, a quien hasta ahora no habían podido tildar de irracional si desde el principio avaló la salida del cepo, el blanqueo impositivo y las reformas tributaria y previsional, cuatro pilares del gradualismo macrista.

En las oficinas del senador tampoco logran descifrar la trascendencia de la votación cuando el Gobierno se encargó de ratificar el veto una y otra vez, cuya insistencia por parte del oficialismo ahora hace que algunos funcionarios se reprochen si no colaboró para hacer fracasar las negociaciones.

El mensaje del Presidente esconde además otra enseñanza que esta mañana también sobrevolaba con una mezcla de inquietud y pesimismo los despachos oficiales: hasta dónde llega el control de los gobernadores sobre los senadores y diputados. Más cuando en estas semanas hubo mandatarios como Juan Manuel Urtubey o Juan Schiaretti que se mostraron con Macri y se pronunciaron en contra del proyecto opositor. En el caso del cordobés, la mujer, Alejandra Vigo, incluso acompañó la media sanción.

Tras el monólogo del jefe de Estado, en el despacho de Pichetto reinaba la sensación de que las palabras no hicieron más que arrojar combustible al encendido debate por las tarifas, a dos días de la posible sanción de la ley.  "El problema de incendiar la pradera es que el fuego se te puede dar vuelta", reflexionaban cerca del senador.