Rigoberta Menchú: "La corrupción es el cáncer contemporáneo de las instituciones de nuestros países"

Invitada por la Fundación para la Democracia Internacional, la ganadora del Premio Nobel de la Paz habló con Infobae sobre Milagro Sala, la corrupción y el narcotráfico en la región

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En medio de la visita al país que la llevó a Formosa para visitar la comunidad qom La Primavera, la guatemalteca ganadora del premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú Tum recibió a Infobae en la sede de la Fundación para la Democracia Internacional, en Rosario -donde firmó una serie de convenios para generar una agenda de trabajo conjunta-, para hablar sobre la situación de Milagro Sala, la corrupción, el narcotráfico, la despenalización de las drogas y las elecciones en los Estados Unidos, entre otros temas.

–¿Qué impresión se llevó de su visita a la comunidad qom liderada por Félix Díaz?

–Siempre me emociona, me eriza la piel conocer más a los indígenas. Primero, porque existen; y, segundo, porque sabemos que a pesar de las carencias, muchas veces carencias globales, no solo el desarrollo personal sino el desarrollo integral de una región y de un pueblo, siempre les cuesta todo mucho más a los pueblos indígenas. Pero yo creo que lo más importante es que ellos tengan autoestima y puedan salir adelante, administrar bien sus propios recursos y trabajar intensamente por la proyección de sus hijos y de sus jóvenes. Sobre todo, ¿qué heredan las comunidades indígenas? Heredan las tierras que poseen y eso es lo más importante. Estuvimos ahí, vimos ancianos, vimos indigentes, vimos personas. Me siento orgullosa de haber estado ahí. Y bueno, el mensaje que traíamos hace 25 o 30 años, en América latina sigue vigente: la emancipación de los pueblos, las libertades fundamentales, los derechos fundamentales que incluyen mucho más que solo tener comida.

–¿Está al tanto del caso Milagro Sala, una dirigente social detenida en el norte argentino?

–Sí conozco el expediente, la noticia general, pero el caso a fondo, no. Y los casos son muy importantes conocerlos de fondo. Primero, porque uno sabe exactamente cómo está formulada la causa y en qué puede ayudar. Lo que son procesos penales, que nosotros llevamos mucho en Guatemala, las muchísimas demandas por derechos humanos, los delitos de lesa humanidad, por discriminación. Sentamos precedentes, ganamos juicios contra la discriminación en Guatemala. Y lo hicimos con mucho rigor técnico y mucho rigor informativo. Entonces, yo creo que aquí la herramienta más importante es la información precisa para ver en qué se puede ayudar y en qué no, ya que se puede obstaculizar el proceso. Guatemala mismo acaba de obtener la liberación de varios prisioneros políticos por el tema de la minería. Personas que fueron acusadas injustamente. Y nuestros hermanos fueron liberados la semana pasada, sin que nadie los haya juzgado. Solo los capturaron, los metieron en la cárcel y aplazaron una vez y otra vez los procesos judiciales. Pasaron casi 8 meses en prisión injustamente. A veces, pasa eso, pero nada podíamos hacer. Aunque visitáramos a los hermanos en la cárcel, no tenía nada que ver con el expediente mismo. Entonces tuvimos que tener paciencia para apoyar el expediente.

–Su país está conmocionado por un caso de corrupción, hay incluso un ex presidente preso. ¿Es una amenaza para la democracia la corrupción?

–La corrupción es el cáncer contemporáneo de las instituciones de nuestros países. Primero es un mal, es un padecimiento que empobreció a los países, que sacó recursos públicos para bienes personales, para lujos personales. Y eso existe en muchos lugares. En nombre del desarrollo muchas veces se sacan, se extraen los recursos del Estado por mafias corporativas. Ahora, el caso Guatemala es verdaderamente espeluznante, porque había una mafia corporativa que estaba al frente de esto, pero el presidente de la República no mandaba en la mafia: lo habían hecho presidente, y por eso él tenía la obligación de permitir que se pudieran beneficiar desde alrededor de su oficina y de su agenda presidencial. Afortunadamente la investigación internacional ayudó, porque aquí nosotros solos no hubiéramos podido: habíamos puesto una demanda en el Congreso de la República, nuestra bancada pidió desaforar al presidente. Pero todo lo rechazaron. Teníamos toda la evidencia pero no lo habríamos podido hacer sin la Comisión Internacional contra la Impunidad. Y esta Comisión Internacional, cuya misión número uno es identificar las mafias de la impunidad dentro del Estado, específicamente logró desenredar todos los hilos de esto. De ese modo tuvimos una jornada de seis meses en la plaza central de manera pacífica, donde nuestros jóvenes participaron sin quebrar un vidrio, sin quemar un colectivo, sin matar a nadie. Fue una actividad ejemplar, ya que en muchos lugares se hacen marchas pero lo primero que se multiplican son las víctimas inocentes y menos los meros responsables. Incluso nosotros, los conocidos como dirigentes sociales en muchas épocas, nos tuvimos que abstener para darle lugar a la juventud de manifestar su posición. Y gracias a eso es que los señores están en la cárcel efectivamente, los están llevando a juicio. Son millonadas y millonadas de recursos del Estado que están en poder de ellos. Espero que los puedan devolver al Estado, especialmente para mantener los hospitales, para mantener la educación.

–¿Cuál es su análisis de la situación en Venezuela en estos momentos?

–En este momento, como verán en la opinión pública en general, me abstuve opinar más concretamente sobre Venezuela. Primero, porque no tengo un rol allí. Normalmente, yo llevo los procesos: mando una comisión, hay una usina de la fundación que observa por un tiempo y se emite una opinión. ¿Por qué? Porque este es un país petrolero. Este es un país donde reposa el diamante más poderoso de América y del mundo. Es un yacimiento de oro, de plata, de minerales aparte del petróleo. Y es básico, esto es una competencia económica muy fuerte en la región y frente a los Estados Unidos. Por eso soy muy cuidadosa en estos temas, no puedo con todo. Lo único que deseo es que se encuentre una forma de resolver los conflictos en Venezuela, que no haga falta acudir a mayor confrontación de violencia y a mayor intervención de poderes ocultos o poderes ajenos que aprovechan normalmente las crisis nacionales. No puedo decir más porque la fundación tiene agenda, y dentro de América latina tenemos unos países donde enfatizamos más nuestro trabajo. Pero otras regiones todavía están muy limitadas: la fundación no es una corporación internacional, más bien es un símbolo muy modesto para todo lo que hay que hacer en Guatemala, en Centroamérica, en Mesoamérica y ya un poco más al Sur.

–En Centroamérica, una problemática muy importante es la de la migración hacia los Estados Unidos y la trata de personas. ¿Cómo ve el proceso electoral en ese país en relación a los migrantes?

–En procesos electorales afloran las ofertas y las contraofertas. La trata de personas es uno de los puntos sensibles de todas las campañas electorales, lo mismo que las migraciones. Pero nadie quiere aterrizar a fondo. Entonces, ahora, hoy por hoy la bandera es discriminación, la bandera es anti inmigrantes. Me temo mucho que vayamos por la cortina de humo: si habrá un muro entre los Estados Unidos y México, y si nos van a tratar peor. Yo creo que peor que de lo que se está tratando la dignidad humana en el tráfico de personas, tráfico de órganos, tráfico de migrantes, tráfico de todo, es verdaderamente cruel. Las organizaciones de derechos humanos, las personalidades, tenemos que tener mayor compromiso de dar seguimiento a los procesos. Ahora, por supuesto que se van a agudizar algunos temas en nuestra región. Yo pienso en Guatemala, en Honduras, en El Salvador, ese pequeño triángulo que es el corazón de la América pero también la trinchera de Norteamérica para el sur y del sur para el norte. Y siempre nos quedamos como el jamón de un sándwich donde se practican crueldades, delitos de lesa humanidad, ejércitos, mafias, grupos paramilitares y todo. Por eso la historia que tenemos es una historia sangrienta. Nosotros no podemos perder de vista los intereses geográficos y geopolíticos de los Estados Unidos y las próximas administraciones. Pero eso es como un deber permanente que ya aprendimos en los últimos 50 años. Nos preocupa lo que pasa en los Estados Unidos, las precipitaciones de las fobias, del bullying contra los latinos, contra los migrantes. Pero sí que a diario hay miles y miles de centroamericanos, mexicanos, que están siendo devueltos y que no tiene necesariamente que ver con las elecciones, simplemente porque todo el mundo está en trance de elecciones y mientras tanto están barriendo con todos los migrantes. Entonces las organizaciones como nosotros tenemos que tener las antenas muy bien orientadas para operar donde tenemos que actuar.

–Otro problema muy importante en Centroamérica es el del narcotráfico. En México, la guerra contra el narco ya se cobró una cantidad de víctimas escalofriantes. ¿Cómo siguen desde la Fundación esta problemática?

–Yo soy prácticamente guatemalteca y mexicana, mesoamericana. Y trabajo de manera permanente en Guatemala, en Mesoamérica y en México. Soy una parte muy implicada en la sociedad mexicana porque también trabajo en la UNAM. Hay zonas muy delicadas donde no podemos criminalizar toda la población pero tampoco ignorar que hay poderes tan grandes y tan fuertes que controlan mucho poder en estas áreas. Yo creo que igualmente México es un gigante país, enorme, grande, rico, diverso. Y depende de cada lugar donde estamos para ver su contexto. Los contextos más conflictivos obviamente son Michoacán, Guerrero y alguna parte del sur como Guajaca y Chiapas. En estas áreas, normalmente, nosotros sólo podemos intervenir si hay un objetivo muy puntual que hacer. De lo contrario, nuestra presencia no sería útil, no sería productiva. ¿Por qué digo esto? Por ejemplo: en el caso de Ayotzinapa, la desaparición de los estudiantes en esa zona, no tenemos mucho que hacer. ¿Por qué? Porque se creó una comisión de la Organización de Estados Americanos para que investigara el caso. Se nombraron a los distinguidos expertos que van al terreno. Cualquier otra visita puede obstruir información o puede afectar. Entonces, ¿qué significa eso? Significa que nosotros, los defensores de derechos humanos, todavía tenemos que mejorar realmente nuestra incidencia, la calidad de nuestro trabajo y la calidad de nuestros informes. Yo pienso que a nosotros nos toca esperar qué resuelven los entes oficiales que están adentro. Yo respeto mucho a la Comisión de Derechos Humanos de México, también a la Comisión que se creó para esta cuestión. Y respeto a las víctimas. Intenté reunirme con las víctimas en más de una ocasión y no pude conseguirlo. Siempre tenía que pasar por varios intermediarios; un verdadero problema. Como mexicana, me sumo a las personalidades para decir "No a la violencia", hago campañas para que no se ofenda a las mujeres, para que se respete la diversidad y la integridad de las personas.

–¿Cuál es su opinión sobre la despenalización de las drogas?

–La cuestión del tema es la cortina de humo: cada vez que se habla de eso es cuando más perfeccionan los tránsitos ilegales en las fronteras. Como le pasó a Guatemala. Mientras Otto Pérez estaba llevando la bandera de héroe de la despenalización de la droga, al mismo tiempo las mafias corporativas y el crimen organizado habían usurpado el aeropuerto internacional y los puertos de Guatemala. Y eso lo comprueba la cárcel que están viviendo estos personajes actualmente en Guatemala. Entonces en eso no debemos caer, que no es lo que más necesitan nuestros pueblos.

Firma de convenios y cooperación

La visita de la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú Tum tuvo como trasfondo la firma de convenios con la Fundación para la Democracia Internacional, presidida por el empresario rosarino Guillermo Whpei.

Con más de 35 años de existencia, la fundación enfocó su trabajo en el último tiempo en los modos de esclavitud moderna y, a raíz de los convenios firmados, trabajará en conjunto con la Fundación Menchú en el estudio e investigación de esclavitud contemporánea en Guatemala en la industria de la caña de azúcar. "Sabemos que es un país enormemente castigado por este flagelo", dijo Whpei.

La Fundación para la Democracia Internacional también se encuentra trabajando en un museo de la democracia, además de contar con un centro de estudios dedicados a políticas públicas, y realiza diversas actividades. Con la visita de Menchú Tum, la fundación buscará profundizar su trabajo en el derecho al agua en el norte argentino.