Pasó de trabajar en un almacén a estudiar en la UNI: “No dejé que comentarios de otras personas me afecten”

No hay duda que los sueños están para cumplirse. Pero ninguno se logra simplemente deseándolo y sin poner esfuerzo en ello. Y es que aunque suene a poesía barata, lo cierto es que cualquier cosa se puede lograr si se trabaja duro.

Tal como lo es la historia de Emhir Rodríguez que es un relato de perseverancia, sacrificio y sueños cumplidos. Desde sus inicios en la educación secundaria hasta su ingreso a la prestigiosa Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), su camino ha sido todo menos fácil.

Emhir no solo tuvo que enfrentar los desafíos propios de un estudiante en una de las universidades más exigentes del país, sino que también pasó por la dura experiencia de ser almacenero mientras luchaba por sus sueños. Lo que lo llevó a esta experiencia fue la necesidad de apoyo económico y la convicción de que su futuro podría ser distinto si lograba superar los obstáculos.

Inicios en la secundaria

Tal como lo cuenta en su canal de YouTube @enrro24, desde joven, Emhir mostró una inclinación hacia las ciencias exactas. Durante sus años en la secundaria, se destacó como un estudiante aplicado, aunque no era el mejor de la clase, su dedicación le permitió comprender con facilidad conceptos que otros consideraban complejos.

La matemática, la física y la química se convirtieron en sus materias favoritas, lo que despertó su interés por seguir una carrera relacionada con la ciencia y la tecnología. No obstante, a pesar de su interés por estos temas, no fue una tarea fácil ingresar a la preuniversitaria, la primera gran barrera en su camino.

Al principio, la educación superior parecía un sueño lejano para Emhir, pues su familia no contaba con los recursos suficientes para cubrir los costos de una carrera universitaria.

Sin embargo, tras mucho esfuerzo y con la ayuda de becas y apoyos externos, logró ingresar a la preuniversitaria. Esta etapa le permitió perfeccionar su preparación académica y, aunque sus comienzos fueron complicados, se fue afianzando en el camino hacia su objetivo: entrar a la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). El primer paso importante en su recorrido ya estaba dado, pero aún quedaba mucho por recorrer.

El desafío de trabajar como almacenero

Una vez en la preuniversitaria, Emhir se dio cuenta de que la vida académica por sí sola no bastaría para cumplir sus sueños. La situación económica de su familia le obligó a tomar decisiones difíciles.

Fue entonces cuando se vio en la necesidad de comenzar a trabajar. El empleo de almacenero fue su primera experiencia laboral formal, un trabajo en el que se desempeñó por largos períodos mientras continuaba con su preparación académica en la preuniversitaria.

El esfuerzo fue titánico: durante el día, trabajaba en el almacén, manejando inventarios y cumpliendo con las tareas asignadas; por la noche, se dirigía a clases o, en su defecto, estudiaba en casa.

El trabajo en el almacén, aunque físicamente demandante, no fue un obstáculo insuperable para Emhir. Al contrario, le enseñó muchas lecciones importantes sobre la vida: disciplina, tiempo de trabajo efectivo y, sobre todo, sacrificio.

Sin embargo, los primeros meses fueron especialmente duros. La fatiga acumulada de las jornadas laborales afectaba sus energías para estudiar, lo que lo llevó a sentir frustración. A veces se preguntaba si valdría la pena seguir adelante, pero el deseo de cambiar su futuro lo impulsaba a seguir trabajando.

El reto de estudiar mientras trabajaba

A medida que avanzaba en la preuniversitaria, Emhir entendió que para ingresar a la UNI tendría que perfeccionar aún más sus conocimientos, especialmente en áreas como álgebra, cálculo y física, fundamentales para la carrera de Ciencias de la Computación.

Los días eran largos y extenuantes, pero nada lo haría desistir. Su trabajo como almacenero, lejos de ser un impedimento, le sirvió como una motivación extra para salir adelante.

Al principio, muchas veces sentía que el cansancio lo derrotaría, pero poco a poco fue organizando su tiempo y priorizando lo que más importaba: su futuro.

Emhir comenzó a asistir a academias preuniversitarias, donde se preparó para los exámenes de ingreso a la universidad. En esas academias, encontró la ayuda necesaria para reforzar sus conocimientos y superar sus dificultades.

Sin embargo, el costo de estas academias era alto, por lo que tuvo que sacrificar aún más tiempo de descanso y diversión para equilibrar sus estudios y su trabajo. La presión era abrumadora, pero la recompensa de poder ingresar a la UNI lo mantenía firme.

El examen de ingreso y la victoria personal

El examen de ingreso a la UNI no fue fácil. De hecho, los primeros intentos de Emhir no fueron exitosos. A pesar de su arduo trabajo y esfuerzo, no logró el puntaje necesario en su primer intento.

Para muchos, este fracaso habría sido un final, pero para él fue solo una pausa, un respiro para tomar impulso y seguir adelante. Su madre, quien siempre fue su mayor apoyo, lo alentó a no rendirse, a seguir trabajando y a mejorar en lo que pudiera.

Fue entonces cuando decidió tomar una nueva estrategia: reforzar aquellas materias que le resultaban más complicadas.

Emhir se inscribió en un ciclo de refuerzo, donde recibió clases particulares en las áreas que necesitaba mejorar, como geometría y física. A este ciclo le dedicó aún más tiempo, concentrándose en las materias clave para el examen.

Cuando llegó el día de la segunda oportunidad para ingresar, Emhir se sentía más preparado que nunca. Estaba convencido de que su esfuerzo valdría la pena. Este vez, el resultado fue diferente: aprobó el examen y logró ingresar a la Universidad Nacional de Ingeniería. El esfuerzo y los sacrificios, por fin, habían dado frutos.

Ingreso a la UNI y su vida como estudiante

Una vez ingresado a la UNI, Emhir continuó su jornada con la misma disciplina que lo había caracterizado hasta entonces. A pesar de que las exigencias académicas en la universidad eran mucho mayores, nunca perdió el enfoque en su objetivo.

Hoy en día, Emhir Rodríguez es estudiante de la carrera de Ciencias de la Computación, una disciplina compleja que le apasiona profundamente. Su vida universitaria es exigente, pero cada día lo acerca más a su sueño de convertirse en un profesional en el campo de la tecnología.

Su historia no solo es un ejemplo de superación personal, sino también de cómo la perseverancia y la disciplina pueden abrir puertas, incluso en los momentos más difíciles. Emhir continúa demostrando que los sueños no tienen límites, y que cuando se lucha con determinación, todo es posible.