Civilización monetaria vs barbarie monetaria: la otra grieta

La inflación se transformó en un paisaje lúgubre y habitual de nuestra economía

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Fachada del Banco Central de Argentina en Buenos Aires. Foto de archivo Mar16, 2020. REUTERS/Matias Baglietto
Fachada del Banco Central de Argentina en Buenos Aires. Foto de archivo Mar16, 2020. REUTERS/Matias Baglietto

Desde hace más de 70 años, con la excepción del período 1992- 2001, la inflación se transformó en un paisaje lúgubre y habitual de nuestra economía. Excluyendo los años de la convertibilidad, hubo sólo cuatro años en los que no alcanzó el 10%, pero en trece oportunidades fue de tres dígitos o más. Padecimos dos episodios hiperinflacionarios: el primero a mediados de 1989 y el segundo, muy cercano, a comienzos de 1990, pero a esto hay que agregarle los diversos colapsos monetarios que obligaron a cambiar la denominación legal del peso.

El economista Roberto Cachanosky estimó que la inflación acumulada desde el año 1935 hasta la actualidad, fue de 256.711 billones %, marcando una inflación promedio anual del 53,3%, pero si tomamos desde el año 1945 en adelante, el promedio es de 63%. Es decir que el descalabro e institucionalización de la barbarie monetaria, se despierta con la reforma de la carta orgánica del BCRA impulsada por el Perón en 1946 la cual abrió el camino a la larga y enorme inflación de la segunda mitad del siglo XX, ya que, desde la fundación del BCRA hasta la reforma mencionada,1935-1945, la inflación fue solo de 5,2%. Pero como advirtiera Lisandro de la Torre en la sesión debate que trato la creación del BCRA: ‘Se coloca al país encima de un barril de pólvora. Pero la mecha está a la vista y al alcance de cualquier gobierno inconsciente que quiera encenderla’’. La mecha lamentablemente se encendió. Observando el porcentaje de inflación acumulada, no es descabellado pensar si estamos en condiciones de tener moneda propia, situación que reflexionaba en 1848 el economista John Stuart Mill al expresar que: “Aún persiste, sin embargo, tanto barbarismo en las transacciones de las naciones más civilizadas, que casi todos los países independientes escogen afirmar su nacionalidad teniendo, para su propia inconveniencia y la de sus vecinos, una moneda peculiar propia.”

El mundo ha dejado atrás estas situaciones gracias a personas como Milton Friedman quien dio en el punto central del problema cuando alerto que: “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”, sin embargo, en la Argentina, una gran parte de la clase dirigente, sobre todo el oficialismo, rechaza esta concepción y sigue adhiriendo fuertemente a las ideas que han provocado el colapso monetario de las últimas décadas. Siendo bostezante oír expresiones que marcan el no aprendizaje de nuestra propia historia y de las experiencias internacionales sobre las causas de las hiperinflaciones e inflaciones altas.

“La inflación acumulada desde el año 1935 hasta la actualidad, fue de 256.711 billones %”

Si observamos las declaraciones de referentes del gobierno de Alberto Fernández, encontramos expresiones como las de Mercedes Marco del Pont que su defensa a la reforma de la carta orgánica del BCRA (2012), expreso que es falso decir que la emisión para financiar al sector público sea inflacionaria. Cuando se propone desde el gobierno ‘’desdolarizar la economía’', se ignora que la gente elige al dólar porque el peso argentino no para de perder valor, una clara expectativa adaptativa de la gente que ha vivido en carne propia lo que la inflación o hiperinflación hacen sobre sus proyectos de vida, un acto de autodefensa de la ciudadanía. La economista oficialista Fernanda Vallejos, sobre el mismo asunto, también asevero que: “Un Estado como Argentina que crea la moneda que se utiliza en su economía, no está limitado en términos financieros de ninguna forma. Todos los pesos que se quieran crear se pueden crear” y la actual ministra de economía Silvina Batakis sostiene en la misma sintonía que la inflación es un fenómeno ‘’multicausal’'. Ahora, esta no fue siempre la performance inflacionaria de la Argentina, ni las ideas monetarias y bancarias que prevalecieron.

En 1899, bajo la presidencia de Julio A. Roca, se sancionó la ley de conversión 3871, dictada para aprovechar la caja de conversión creada en 1890, esta estuvo en vigor hasta 1914. José M. Rosa ministro de Hacienda durante la 2da presidencia de Julio A. Roca, fue el artífice de esta reforma que le dio a el país, el período más largo de estabilidad monetaria y prosperidad. El congelamiento de la creación de crédito al gobierno por parte de la autoridad monetaria fue un eje troncal. La economía vivió así una enorme expansión que llevó a nuestro país a ser, en la década del 20 del siglo XX, uno de los diez más ricos del mundo. Si bien la convertibilidad no aguantó el shock externo que fue la Primera Guerra Mundial, que le importó una crisis cambiaria y financiera simultánea, la disciplina que este sistema impuso, incluso fue continuada en algún modo por el Banco Central luego de 1935 hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. La inflación, entre 1900 y 1944, llegó apenas al 1,7% anual como promedio, dándole al peso argentino un prestigio internacional.

Billetes de cien pesos argentinos. (Reuters)
Billetes de cien pesos argentinos. (Reuters)

Con respecto al pensamiento sobre moneda y bancos. J.B. Alberdi expreso fuertemente los peligros de la emisión de moneda irresponsable: “La emisión de papel moneda es un terrible medio de arruinar la libertad política, la moralidad de la industria y la hacienda del Estado. Mientras el gobierno tenga el poder de fabricar moneda con simples tiras de papel que nada prometen, ni obligan a reembolso alguno, el poder omnímodo vivirá inalterable como gusano roedor en el corazón de la Constitución”. A su vez explicaba la relación entre exceso de moneda e inflación: “Cada mercado necesita para sus cambios una cantidad de moneda determinada para la cantidad o número de sus cambios. La moneda no tiene valor real sino cuando es proporcionada a la necesidad que de ella tiene el mercado. Desde que excede esa necesidad pierde su valor”.

“La moneda es una inagotable fuente de recursos, para estos gobernantes que, como los príncipes de la Edad Media, sistemáticamente la falsifican” (Juan B. Justo)

Por su parte los socialistas argentinos del Siglo XIX como Juan B. Justo se expresaban en el mismo sentido, señalando que el envilecimiento de la moneda que provoca la inflación de precios es responsabilidad del gobierno. “La moneda es una inagotable fuente de recursos, para estos gobernantes que, como los príncipes de la Edad Media, sistemáticamente la falsifican”. Señala que la inflación es un fenómeno estrictamente monetario. “Si por ignorancia, por delirio de progreso, o por pillería, un gobierno emite papel en exceso, sobreviene la depreciación del billete”.

Si bien el Banco Central es posterior a Alberdi y a Leandro Alem, estos en pleno SXIX ya rechazaban la idea de un banco oficial que se situé por encima del mercado, ya que su temor era que esta institución termine por ser capturado por los gobiernos de turno y esto acabaría por destruir a la moneda.

Alberdi consideraba que el Gobierno a través de un Banco Oficial podía financiarse a costa del empobrecimiento de la nación, ya que: “puede forzar al país de su mando a que le preste todo el valor de su riqueza, por la emisión de ese empréstito forzoso que se llama papel moneda inconvertible, agregaba que: “poco le importa al gobierno que el billete valga la mitad de su valor nominal: le bastará que la prensa dé dos golpes en vez de uno, para tener el valor que necesita”…” Su intención ha sido fomentar la prosperidad del país. Pero prosperidad exagerada y artificial, ha sido justamente el origen del mal”.

Leandro Alem en 1891 en su escrito “Bancos Oficiales y emisionismo” expresaba idéntico temor: “Los Bancos oficiales han sido el agente activo de la ruina de la fortuna pública y privada y de la depresión del carácter nacional, constituye un peligro permanente, porque siempre será un medio político sujeto a la influencia de las pasiones partidistas” consideraba que: “las leyes de curso forzoso, que alteren las obligaciones monetarias establecidas en los contratos, constituyen una propiedad, y ésta ha sido declarada inviolable por la Constitución”.

Cuando 1935 se debatió la creación del BCRA, Juan B Justo advirtió en el parlamento que con este Banco Central se: “va a seguir el gobierno enjugando el déficit de sus presupuestos con dinero de los bancos y seguirá esta situación por mucho tiempo, alejándose cada vez más la posibilidad de regularizar nuestra situación monetaria”. Sus advertencias y conocimientos, a pesar del tiempo en que fueron escritas, son ideas de futuro. Alejarnos de estas provoco el “milagro del subdesarrollo monetario argentino”.

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