
Mucho se ha hablado del potencial de Vaca Muerta como recurso de clase mundial. Pero la realización de ese potencial exportador requiere acción inmediata: la ventana temporal de oportunidad para el desarrollo de Vaca Muerta se va irá cerrando conforme avanza, inexorable, la transición energética hacia energías limpias.
El reciente estudio de Nicolás Arceo, Lara Bersten y Andrés Wainer, “La evolución del sector de hidrocarburos. Potencialidades de la matriz energética argentina”, estimó que el desarrollo del 50% de los recursos de Vaca Muerta permitiría un volumen incremental de exportaciones superior a los USD 33.000 millones anuales durante el próximo medio siglo.
Primordialmente, será necesario cambiar el paradigma del autoabastecimiento y del saldo exportable.
El abastecimiento de la demanda local es fundamental y uno de los principios básicos de la ley federal de hidrocarburos, mas ese abastecimiento no debe alcanzarse con producción local a cualquier precio. Cada país debe encontrar pragmáticamente la ecuación más conveniente. Esto requiere revisar el concepto de saldo exportable, entendiéndolo no como saldo físico (si sobra algo, lo exporto), sino como saldo comercial.
La realidad de nuestro país es que sobra gas natural en el verano y falta en el invierno por diversas razones, entre ellas los precios internos, la falta de infraestructura de transporte y procesamiento, y las dificultades para exportar. El reciente faltante de gasoil, que pone en riesgo las cosechas y la generación de divisas provenientes de su exportación, obedece a concausas como el incremento de los precios internacionales, la creciente necesidad de importaciones y la regulación de los precios en el mercado interno.
La consecuencia es la pérdida irrecuperable de producción y una necesidad de divisas que depende de factores internacionales que no podemos controlar. Entonces, ¿cómo salir de esta encerrona?
La exportación de hidrocarburos no debe verse como parte del problema, sino parte de la solución. Una política de estado en materia exportadora podría generar las divisas necesarias para cubrir el déficit en los primeros años y transformar al país en exportador neto en el mediano plazo. Esa política requeriría una planificación acordada entre las empresas y las autoridades para encontrar la mejor ecuación entre ventas al mercado interno y exportaciones firmes en cada momento, reconociendo que abastecimiento al mercado interno y exportaciones pueden ser términos complementarios.
Es la política que se sigue en Australia, donde existe un sistema de Heads of Agreement o bases de acuerdo que se renueva periódicamente entre el Gobierno y los exportadores de GNL de la Costa Este y que asegura tanto la exportación como el abastecimiento al mercado interno a precios competitivos a nivel internacional, ya que entienden que la interrupción de la exportación perjudica la confianza en el mercado internacional.
Al debate que empieza a darse ahora en nuestro país -gracias al reconocimiento de las necesidades de flexibilización en materia de divisas- habría que agregarle una solución exportadora a largo plazo. Para ello, los precios al mercado local deberían adecuarse a los precios internacionales, los porcentajes de libre disponibilidad de divisas deberían ser móviles y las divisas para los beneficiarios no deberían tener restricciones de uso de fondos, sino libre disponibilidad.
El análisis conjunto de la industria y el gobierno, el diagnóstico compartido y el cumplimiento estricto de los compromisos asumidos son las bases de un acuerdo necesario para adaptarse a las realidades del mercado asegurando ambas cosas: las necesidades domésticas y las divisas provenientes de las exportaciones. Esa confianza generaría un círculo virtuoso que termina redundando en mayores inversiones para desarrollar todo el potencial no convencional. Algo de esto está sucediendo con el Plan GasAr. ¡Bienvenido sea!
El DNU 277/2022 publicado recientemente en el Boletín Oficial otorga a sus beneficiarios el derecho de acceso al Mercado Libre de Cambios sin conformidad previa del Banco Central de la República Argentina, para destinar al pago de capital e intereses de pasivos comerciales o financieros con el exterior, utilidades y dividendos que correspondan a balances cerrados y auditados y/o a la repatriación de inversiones directas de no residentes, por un monto equivalente al veinte por ciento (20 %) de la producción incremental trimestral de petróleo crudo que hayan obtenido por encima de la producción total acumulada en el año 2021.
Este decreto se presenta así como una demostración de toma de conciencia y de intención, pero se requiere un compromiso mayor para generar la confianza necesaria para atraer inversiones.
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