Dolarizar no es la solución

Los que sostienen que es viable una eventual dolarización de la economía argentina intentan desconocer los enormes costos que tal situación implicaría para el país

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Reuters
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Hace algunos años referentes económicos y políticos instalaron la posibilidad de debatir una eventual dolarización de la economía argentina. En los últimos meses, la propuesta, impulsada por una inflación indomable y creciente, volvió a cobrar fuerza hasta generar la posibilidad de convertirse en uno de los temas más importantes de la agenda, de cara a las próximas elecciones generales del 2023. Cabe preguntarse entonces, si la dolarización es un medio apto para resolver los problemas económicos que viene padeciendo nuestro país.

En principio, dolarizar implica aceptar que Argentina deja de ser un país independiente en lo económico, ya que pasaría a ser un país cuyas variables monetarias seguirían los ciclos de la economía de los EEUU y las políticas que decida la Reserva Federal de este país.

Los que sostienen la dolarización podrían rechazar esta conclusión por considerarla de base ideológica o muy general y, por lo tanto, vacía de contenido. Sin embargo, estarían desconociendo los costos que tal situación implica. En efecto, la determinación foránea de las variables monetarias y económicas, podría coincidir o no con el ciclo de nuestra economía o, lo que es aún peor, podría entrar en abierta contradicción con las necesidades de la misma, lo que hace imposible ignorar los perjuicios que esa desincronización acarrearía para nuestro país.

Aún más, cuando se propone la dolarización sin especificar como se darán solución a los múltiples problemas prácticos que esa medida conlleva, lo que se hace es convertir los presuntos beneficios de la misma en una cuestión fantasiosa o perteneciente al terreno de la magia.

Dolarizar implica aceptar que Argentina deja de ser un país independiente en lo económico, ya que pasaría a ser un país cuyas variables monetarias seguirían los ciclos de la economía de los EE UU y las políticas que decida la Reserva Federal de este país

Para señalar algunos de los temas para los que no hay propuestas ni soluciones: cuando se dolariza los bienes transables, los que se comercializan con el exterior, seguirán las pautas de los precios internacionales, más o menos como pasa actualmente. Pero los no transables, aquellos que no tienen vínculo comercial con el exterior, no tienen por qué seguir la misma escala de precios internacionales. El país ya ha vivido situaciones en las cuales los precios transables se han mantenido ordenados con los precios internacionales; pero los no transables, los de los servicios, se han disparado, han tenido inflación en dólares.

La inflación en dólares de los no transables obviamente termina perjudicando a los exportables y a los importables, porque significan aumentos de costos internos. Cuando se producen estas situaciones, como no se ajusta por un tipo de cambio porque existe una sola moneda, lo que se ajusta es el nivel de actividad económica, quiere decir que cuando se producen estos fenómenos, lo que se produce es recesión y tanto más alta la recesión cuanta más disparidad haya entre unos y otros precios.

El Banco Central tiene reservas limitadas, tiene que rescatar los pesos que circulan en la economía con las reservas que tiene. La relación entre sus reservas y la moneda emitida da una primera idea de cuál sería la paridad a la cual se hará el cambio. Entonces: si solo tomamos las reservas y la base monetaria ese tipo de relación estaría hoy, más o menos, en 700 o 750 pesos por dólar, lo cuál implica una baja extraordinaria en todas las variables económicas.

Esto es solo una parte de la historia, porque también hay que reemplazar los préstamos del sistema financiero que se están dando en pesos. Hay que transformarlos en dólares, por lo que también debemos preguntarnos de dónde saldrán los dólares para apalancar la conversión de los préstamos en pesos en préstamos en dólares.

Todavía hay un problema mucho más serio, el sistema financiero vive de los depósitos y de los préstamos que otorga. Si no hay dólares suficientes no tendrá reserva suficiente para prestar, por lo que caerá drásticamente el financiamiento.

Y algo más serio aún, el sistema financiero presta de acuerdo al encaje que le asigna el Banco Central. Si el sistema financiero puede prestar el 100% y no más que eso, es decir que no tiene un encaje fraccionario, los créditos al sector privado caerán estrepitosamente generando también una situación de recesión insostenible. Pero si se fija un encaje y se restituye el nivel de crédito al sector privado, ahora medido en dólares, la pregunta pasa a ser: si hay una corrida contra un banco, ¿quién hace de prestamista en última instancia? Porque hoy lo hace el Banco Central en la moneda nacional, pero el Banco Central no va a tener reservas como para asignar a esta situación, con lo cual no hay salida. La dolarización implica no solo un tipo de cambio extraordinariamente bajo para el peso y el empobrecimiento de la población argentina en dólares, sino también que el crédito al sector privado, ya de por si muy bajo, caerá mucho más, incluso a cero.

Si solo tomamos las reservas y la base monetaria ese tipo de relación estaría hoy, más o menos, en 700 o 750 pesos por dólar, lo cuál implica una baja extraordinaria en todas las variables económicas

Al no estar aseguradas las condiciones de liquidez como para que funciones fluidamente la economía argentina, empezarán a aparecer cuasimonedas, al estilo de los patacones u otros documentos que circulaban en algún momento, y que serían aceptados por la necesidad que tiene la gente, el sector productivo, las empresas y los trabajadores para poder transar. Es decir que vamos a tener una moneda como el dólar, pero al mismo tiempo una multitud de cuasimonedas.

Este tema de la dolarización, con sus componentes mágicos ya que no se aclara cómo se solucionan los problemas más acuciantes de la Argentina, se parece a aquellas concepciones de política económica que se centran en la existencia de un solo problema, son parecidos a aquellos que conciben que solo basta prohibir el déficit fiscal en la Constitución Nacional para que mágicamente se solucionen los problemas, o que suprimiendo el Banco Central también se solucionan los problemas, o que con la redistribución del ingreso la Argentina ya pasaría a ser un país en desarrollo.

Esas concepciones no tienen nada que ver con la realidad argentina. Argentina tiene un conjunto de problemas, cada uno de ellos con la misma magnitud y trascendencia, y lo que requiere es un plan global, que enfrente todos los problemas al mismo tiempo, solo así se pondría al país en un sendero de desarrollo con estabilidad de precios.

Argentina tiene problemas hace muchísimo tiempo y no logra emerger de ellos. Y no se resolverán por medio de una sola medida, por más mágica que parezca.

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