La derrota triunfal del Gobierno

La alegría oficial de anoche fue real. Recuperar 600 mil votos en Provincia y empatar en la cantidad de diputados fue central para el kirchnerismo

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La alegría generalizada en el búnker del Gobierno anoche no fue prefabricada ni actuada para las cámaras (REUTERS/Agustin Marcarian)
La alegría generalizada en el búnker del Gobierno anoche no fue prefabricada ni actuada para las cámaras (REUTERS/Agustin Marcarian)

Las lecturas políticas nunca son lineales. Y siempre están atadas a las expectativas previas. Está claro que anoche el Gobierno perdió en 15 provincias, incluyendo Buenos Aires, y que ya no tendrá quórum propio en el Senado. Tan claro como que sigue siendo primera minoría en Diputados, que ya consiguió los dos senadores opositores con los que llegará al quórum propio en el Senado y que en Buenos Aires la diferencia fue tan exigua que Juntos y el Frente de Todos se repartieron igual cantidad de bancas.

La alegría generalizada en el búnker del Gobierno anoche no fue prefabricada ni actuada para las cámaras. Fue real. La coalición gobernante encontró oxigeno, insólitamente, en una derrota que vivió como triunfal.

¿Por qué? Porque remontar 600 mil votos en el lugar donde el kirchnerismo decidió estratégicamente hacerse fuerte, Buenos Aires, y dar vuelta dos provincias —Chaco y Tierra del Fuego— en dos meses fue algo que, nuevamente, no previeron las encuestas previas. Así como el día de las Paso los boca de urna erraron el resultado y daban como ganadora a Victoria Tolosa Paz, ayer desde el búnker de Juntos se difundían diferencias que no bajaban de los 4 puntos y había quien se animaba a decir que llegarían a aventajar al peronismo por 7.

Que quede claro. Para Juntos ganarle al peronismo unido fue histórico. Pero Diego Santilli no logró asegurarse la candidatura a gobernador para el 2023. Buenos Aires seguirá siendo un terreno cuyo liderazgo se disputará en una interna.

Pero hubo algo más que el gobierno pudo exhibir anoche en el medio de la debacle. Un mensaje de unidad. La ausencia de CFK (subsanada con un texto de WhatsApp de felicitación del Presidente después de su discurso) le dio protagonismo a los otros integrantes de la coalición. Alberto Fernández desdobló su presentación y sorprendió a todos a las 10 de la noche con un mensaje grabado en la residencia de Olivos una hora antes.

Los canales entraron en colapso y priorizaron de acuerdo a sus respectivas tendencias editoriales. Coincidió al aire el Presidente con los festejos y agradecimientos en los dos búnkeres de Juntos. A Larreta, Santilli, Vidal y Macri tuvieron que contarles qué había dicho Fernández porque ninguno pudo escucharlo en directo.

Y Fernández habló. Y fue como pocas veces contundente. Lo mas importante que sucedió anoche en términos reales es que el gobierno dejó de lado los discursos electoralistas de campaña para meterse de lleno en la agenda por venir.

Hay negociación con el FMI. La coalición a pleno respalda las negociaciones (Alberto tuvo que decir con todas las letras que hablaba por él y por la vicepresidenta) y en tres semanas un proyecto de ley que incluirá todos los entendimientos alcanzados hasta entonces con el Fondo se girará al Congreso para que sea debatido como un gran acuerdo político trasversal.

La oposición tampoco va a poder seguir en su discurso electoral antagónico. El “basta” de su campaña ya fue colonizado por Javier Milei que anoche mismo avisó que él y su bloque no iban a negociar nada con nadie.

Javier Milei
Javier Milei

Juntos entonces, inexorablemente, tendrá que sentarse a negociar. Porque los dos años que quedan hasta el 2023 sentarán las bases de la herencia que quedará para el futuro/a presidente/a. El triunfo también da responsabilidades. Y está claro que debatir como hará la Argentina para “honrar” la deuda externa es central en la responsabilidad de la clase dirigente del país. Algo de eso ya hablaron ayer al mediodía dos que se conocen de cuando militaban juntos para Palito Ortega, Diego Santilli y Sergio Tomás Massa.

Si había alguien anoche que, sin haber sido candidato, se sentía ganador era Martín Guzmán. El discurso del Presidente cristalizó algo que el ministro de Economia considera central para tranquilizar el mercado: que no hay dudas que el Frente de Todos tiene la voluntad de alcanzar un acuerdo sostenible.

Contra todo lo obvio en términos numéricos (dólar paralelo a más de 200, inflación de 3.5, etc, etc) Guzmán les asegura a los demás integrantes del gobierno que entrarán a partir de ahora en mejores números.

Cuando le reprochan la inflación, él asegura que a partir de este mismo mes empieza a bajar la interanual. Si octubre de este año fue 3,5 la del año pasado en el mismo mes había sido del 3,8. Pero mas impacto positivo a la baja en la interanual espera para noviembre y diciembre. Este último un mes en el que el año pasado se superó los 4 puntos.

“El 2021 contra todo lo que digan fue un año de progreso, creceremos un 9% pero desde ya que tuvo una tónica pesimista. Las expectativas también hacen a la economía. Y eso es real. Lo cierto es que este año recuperamos 100 mil puestos de trabajo formales y 50 mil en en último mes”. El que habla es un integrante del gobierno que monitorea constantemente los números del ministerio de Economía y de la Producción.

Está claro que contestarle con números macro a la gente común y corriente que entra a un shopping y ve que un jean de marca vale su sueldo mensual no es fácil. En ese mismo país de recuperación económica el gobierno perdió la elección por más de 9 puntos.

Y el otro punto no saldado entre los miembros de la coalición es justamente el reparto del crecimiento.

Anoche Cristina no habló. Estuvo Máximo en el escenario y su nombre fue de lo mas festejado en el búnker. Pero la mirada de la Cámpora y el Instituto Patria sobre el presupuesto enviado por Guzmán al Congreso y sobre los posibles condicionamientos del FMI a partir de un acuerdo son bien públicos.

Cómo se conciliará esa demanda política? Eso hoy está en manos de ella. Hoy ya se sabe que el FMI está siendo inclaudicable. Y que a lo sumo se apelará a cuatro años de gracia para patear una renegociación para más adelante.

Pero el tema de fondo es otro. Es el mismo que planteó Cristina en diciembre del 2020. Cuando se preguntó como se iba a repartir el crecimiento económico de este año.

El gobierno podrá festejar una derrota que siente victoriosa. Pero seria su tumba no entender que los votos perdidos en estos dos años no son sólo votos pandémicos. Parte del electorado del Frente se sintió defraudado y abandonado. El IFE fue una gran tabla de salvación. Pero tuvo gusto a bien poco en el marco de las necesidades.

Los números de pobreza e indigencia son aberrantes. Impúdicos. Dolorosos. Argentina camina en su inequidad hacia la virtual desaparición de la clase media. La gran conquista del radicalismo primero y el peronismo después en el siglo pasado.

Hoy la clase dirigente en pleno está siendo interpelada por la sociedad. La aparición de alternativas extremistas por derecha y por izquierda hablan de un electorado desencantado que está harto que lo defrauden.

Alberto estuvo medido en su discurso leído y, una vez más, cayó en el sinsentido cuando se dejó llevar por su verborragia emocional. Anoche en el búnker llamó a la militancia a movilizarse el próximo miércoles por el “triunfo” (sic).

Esa movilización se terminará de configurar hoy. La CGT, el Movimiento Evita y el propio Presidente deberán extremar los cuidados si pretenden seguir mostrando la imagen de unidad del gobierno que reclama la Economía para tranquilizarse.

En un principio pareció montada como un acto de empoderamiento de Alberto ante un posible segundo embate post electoral de Cristina.

Hoy parece no necesitarse. Al menos por lo que se empezó a ver a partir de anoche. El peronismo se siente vivo. Y sabe que se necesita. Faltan dos años. Pero el costo de la curva de crecimiento ya fue pagado.

Al menos eso es lo que sienten.

La vicepresidenta no esta tan preocupada por el quórum en el Senado. Sabe que consigue los aliados provinciales que necesita. El dilema que tiene Cristina es como ser responsable con el presente sin hipotecar el futuro. Como dijimos en esta misma columna hace dos semanas, ¿podrá pasar que un acuerdo con el FMI sea aprobado por opositores y evitado por alguno de los propios? ¿qué margen de independencia discursiva y de facto tendrá el kirchnerismo a partir de ahora?

¿Y si una vez más CFK sorprende y patea el tablero?

Continuará…

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