Kicillof, los patrulleros y la burla a los municipios del interior

El gobierno provincial demostró que el oportunismo y el amiguismo son las regla que aplica para la distribución de lo público

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Patrulleros de la Policía Bonaerense
Patrulleros de la Policía Bonaerense

En los últimos días tomó estado público un hecho altamente peligroso y que no podemos dejar de alertar a pesar de que es cierto que quienes conocemos el modus operandi del kirchnerismo ya hemos perdido toda capacidad de asombro: el gobierno provincial entrega patrulleros a diferentes municipios del interior bonaerense para luego quitárselos y reasignarlos a distritos afines al Frente de Todos.

Hay una enorme peligrosidad en la improvisación ejercida por la gestión del gobernador de la Provincia, Axel Kicillof, que se vuelve aún más perjudicial si le agregamos el agravante del no respeto a los acuerdos arribados con los intendentes, sobre todo con aquellos que no son de su partido político. Hay un manejo perverso de los recursos, un uso engañoso y malintencionado de la propaganda institucional, pero por sobre todas las cosas hay un desinterés por muchos ciudadanos que se ven afectados por las malas decisiones de quien gobierna.

Muchos intendentes han levantado la voz, también lo han hecho muchos senadores de la bancada que presido y hay investigaciones periodísticas que demuestran cómo algunos móviles fueron entregados al menos en tres municipios distintos. En todos los casos, la asignación se ve acompañada de un acto alusivo donde se pueden apreciar móviles con una misma patente en un distrito y en otro, con la impunidad de quien gobierna creyéndose el dueño de aquello que se compra con el dinero de los bonaerenses y la perversidad de subestimar a nuestros vecinos.

Kicillof hace honor a las mejores tradiciones que en la materia se le conocen a los gobiernos ejercidos por su espacio político. Basta con recordar la importación de patrulleros efectuada por el gobierno de Duhalde, que circulaban sin patente porque nunca realizaron los trámites aduaneros con la excusa de que rindieran más los recursos; las recordadas actuaciones de Scioli manteniendo un perfil netamente mediático en la malograda investigación del caso Candela o la reciente y arbitraria quita de fondos de la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires para mejorar salarios del personal policial de la Provincia con aumentos que nunca llegaron del modo que fueron anunciados .

El discurso y la realidad en materia de seguridad, como en tantas otras, no terminan de encontrarse. Si la intención de Kicillof era la de realizar un acto de ilusionismo trasladando los mismos patrulleros de acto en acto y de municipio en municipio alguien debería aclararle que podía fallar, al menos los aspirantes a magos siempre hacen esa aclaraciones antes de un truco. Pero cuando se trata de avasallar acuerdos preestablecidos como los arribados en el marco de las policías comunales y de bienes adquiridos con el dinero proveniente de los bonaerenses, es tiempo de avisarle a Kicillof que eso no es magia, es una burla.

La realidad siempre vence al relato y hoy está más que claro que no hay una reasignación de móviles en el marco de un plan estratégico real y serio que tenga como objetivo combatir el delito. Contrariamente, hay oportunismo y amiguismo como regla para la distribución de lo público. Por eso, con suma tristeza vemos un nuevo capítulo de los creadores de los vacunatorios vip: la seguridad sólo para los intendentes propios.

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