Por los errores del Presidente, crecen Larreta y Kicillof y Cristina Kirchner consolida su poder

El jefe de Gobierno se benefició del modo en que Alberto Fernández comunicó las restricciones y el gobernador bonaerense ganó influencia en las decisiones

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Axel Kicillof, Alberto Fernández y Rodríguez Larreta durante una reunión en Olivos en 2020 (Presidencia)
Axel Kicillof, Alberto Fernández y Rodríguez Larreta durante una reunión en Olivos en 2020 (Presidencia)

Con el dictado del decreto de necesidad y urgencia 241/2021, el Presidente de la Nación se apropió de temas en los que no tiene competencia. Como si el nuestro fuera un país unitario, y no federal, Alberto Fernández concedió graciosamente a las provincias y a la ciudad de Buenos Aires la posibilidad de suspender actividades en forma temporaria (facultades que como todos sabemos son exclusivas de los gobiernos de provincia y de CABA), prohibiéndole a algunos lo que les da a otros. Esta decisión completa un curioso collar de errores del gobierno nacional que está teniendo importantes implicancias en el tablero político del país, en el que Larreta y Kicillof avanzan, Cristina Kirchner consolida su poder y Alberto Fernández retrocede.

El gobernador bonaerense salió rápidamente a apoyar las medidas presidenciales. Por el contrario, el jefe de Gobierno porteño se opuso en defensa de sus facultades y la autonomía de la ciudad de Buenos Aires. La justicia por ahora le dio la razón.

El jefe político de CABA, y los ministros de Educación y de Salud de la Nación, respectivamente Nicolás Trotta y Carla Vizzotti, se enteraron de las medidas por la TV, y varios gobernadores dejaron trascender que en sus distritos se implementarán las decisiones que ellos resuelvan, no las del Presidente.

Si se mira con mayor detenimiento, Larreta aceptó algunas de las restricciones impuestas en el mencionado decreto, por ejemplo, el cierre anticipado de bares y restaurantes y las limitaciones nocturnas a la movilidad, que la policía de la ciudad hace cumplir. Pero, al mismo tiempo, apeló ante la justicia la prohibición de la educación presencial en las escuelas, con el resultado que conocemos.

Cristina Kirchner
Cristina Kirchner

Larreta no buscó que las cosas se dieran de este modo, habría preferido que no sucedieran así: a pesar de los golpes que periódicamente le inflige el kirchnerismo (más bien, gracias a ellos) hace diez meses que sigue arriba en las encuestas como el político con mejor imagen pública. Él considera que debe mantenerse en silencio, gestionando los ataques del gobierno nacional con negociaciones continuas y repliegues tácticos, hasta los primeros meses de 2023, cuando buscará liderar una coalición amplia que desaloje del poder a sus actuales ocupantes. Pero las cosas no siempre salen como uno las planificó. Muchas veces, alcanzar la cima en nuestro país se explica más por los errores de los otros que por los aciertos propios.

Lo cierto es que, sin buscarlo, el presidente Fernández logró que sus decisiones fueran interpretadas como contrarias a la escuela en vez de necesarias para bajar el nivel de contagios, mientras que Larreta logró posicionarse como promotor de la educación y, desde allí, se consolida como opositor al gobierno nacional.

Este episodio también desnudó un nuevo avance de Axel Kicillof en la estructura del poder central. El gobernador de Buenos Aires está tomando en los hechos mayor control de las principales decisiones del gobierno nacional, sobre todo en la economía y en las políticas de salud relativas al COVID-19.

El fracaso en contener la inflación, el avance de la pobreza, la escasez de vacunas y la aceleración vertiginosa de los contagios han debilitado a las políticas y a los equipos de Alberto Fernández, que están siendo reemplazados por el “Manual Kicillof”. Fue el gobernador bonaerense quien impulsó y logró la prohibición de la presencialidad en las escuelas en contra del criterio del ministro de Educación Nacional. Daniel Gollán y Nicolás Kreplak, ministro y subsecretario de Salud bonaerenses, hacen de voceros de las acciones implementadas por Alberto Fernández en relación con la pandemia, cuya ministra de Salud, Carla Vizzotti, quedó relegada a un segundo plano y casi no habla en público.

Carla Vizzotti, relegada
Carla Vizzotti, relegada

Del mismo modo, la secretaria de Comercio de la Nación, Paula Español, del riñón de Kicillof, redobló el control sobre las empresas, solicitándoles información sobre la estructura de costos, imponiendo nuevos precios máximos, decidiendo qué y cuánto se exporta y obligando a las industrias a producir las cantidades que ella desea. No hace falta recordar aquí que se trata de medidas viejas y remanidas que siempre han terminado en desborde inflacionario.

A pesar de tanta confusión, paradójicamente el escenario político suma algunas evidencias: la consolidación de Larreta como líder de la oposición y el avance de Kicillof en las principales decisiones del gobierno nacional. Al mismo tiempo, muestra al presidente Fernández más debilitado: al control ideológico y de algunas áreas y temas sensibles de gobierno por parte de Cristina Kirchner, se le suma ahora la injerencia decisiva del gobernador bonaerense en el manejo de la economía y de la pandemia.

La constelación de impericias de Alberto Fernández está reformulando velozmente el sistema de liderazgos políticos: aclara dónde reside el poder y muestra el avance de posibles candidaturas. Sin embargo, sigue siendo una realidad cambiante, que muta por el impacto de sucesos imprevistos antes que por la acción planificada de los protagonistas.