La victoria de Biden: Argentina, ante una magnífica oportunidad

Hay intereses recíprocos que en este momento tan especial deben conjugarse para abrir un nuevo camino con la nueva administración de los Estados Unidos

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Joe Biden, presidente electo (November 5, 2020. REUTERS/Kevin Lamarque)
Joe Biden, presidente electo (November 5, 2020. REUTERS/Kevin Lamarque)

El triunfo de Joseph Biden como presidente de los Estados Unidos abre, claramente, una nueva etapa para dicho país en el orden doméstico, para América Latina y para el resto del mundo. Abre también posibilidades de recuperar el espíritu del multilateralismo, hoy más necesario que nunca en un mundo horizontal en cuanto al reparto del poder y susceptible de estragos transnacionales como el Covid-19. Esa etapa requerirá reparar las relaciones con Europa, con el Pacífico, moderar el proteccionismo y, esperemos, una mayor presencia efectiva en América Latina y el Caribe, hoy desdibujada en razón del mayor activismo de China. Por el momento, no es posible futurizar con fundamentos como se “encontrarán” Estados Unidos y China en el mundo. Ambos países están ligados por intereses comerciales y financieros como no se registran precedentes entre dos grandes hegemones en el sistema internacional. La investigación histórica abunda. Henry Kissinger escribió una obra monumental que abarca la extraordinaria evolución de China. Graham Allison también, descartando la colisión como un “destino” inevitable. Por el contrario, ambos autores subrayan las coincidencias básicas sobre las cuales se debería construir una relación madura y profesional exenta de manifestaciones extemporáneas en los altos niveles. En nuestro medio también académicos y diplomáticos (Cesarin, Malena, Fantini, Carola Ramon Berjano, Castro, De Santibañes y Guelar, entre otros) profundizaron sobre el fenómeno chino de capitalismo, merito, exigencia y autoritarismo, hasta ahora exitoso.

No obstante, si la administración Biden recupera el acento de Estados Unidos en el medio ambiente –como seguramente hará– en los derechos humanos, Taiwán, Hong Kong y el respeto hacia las minorías, los escenarios divergentes emergerán nuevamente. Pero son hipótesis que una diplomacia profesional puede administrar sin abdicar de los ideales que hacen del sistema liberal internacional el elegido para vivir por millones de refugiados y desplazados que, lamentablemente, existen en el mundo de hoy. De allí que recuperar el rol de principal defensor de la democracia debería ser una preocupación esencial de esta nueva gestión. Eso es, justamente, lo que occidente -con todos los matices que este concepto engloba- ansiosamente espera. Esto es, sin duda alguna, algo que también interesa a América Latina y el Caribe ligados por la Carta Democrática Interamericana y por los principios de la Carta de las Naciones Unidas y de la OEA.

Otro aspecto a considerar es la figura de Biden. Si esta elección en Estados Unidos ha sido tan traumática y mediática se debió, en parte, a las personalidades tan divergentes en actitud, postura e imagen de ambos postulantes. Sera muy necesario atender a esto. La “llegada” a personas con amplia experiencia parlamentaria, lo que implica paciencia, gradualismo, negociación, transacción y consenso, supone dejar de lado la ideología y fundamentarse es posiciones que también puedan ser servir a la otra parte. Igual que en cualquier negociación inteligente.

Ahora bien, como latinoamericanos deberíamos tener presente que “mover la pelota” corresponde en estos momentos a nosotros. Esta es la oportunidad, el mejor momento, por la crisis global, por las incertidumbres, por las rivalidades geoestratégicas que destaca Antonio Guterres, y porque en Estados Unidos hay un nuevo Gobierno seguramente deseoso de escuchar y escribir tempranamente una agenda de convergencias y cooperación con el resto del hemisferio. Para Argentina, en particular, tener claramente presente que Estados Unidos es uno de los principales inversores directos, generador de empleo genuino y pagador de impuestos, innovador en industria y tecnologías digitales, aportante mayoritario en el Fondo Monetario, Banco Mundial y el BID, que apoya las negociaciones con miras una solución razonable a la disputa sobre las Islas Malvinas, que respaldo de manera trascendente a la Argentina como sede de la Secretaría del Tratado Antártico y la extensión del Límite Externo de la Plataforma Continental, estimuló la acción argentina como actor fundamental en Operaciones de Paz, en materia de No Proliferación y Usos Pacíficos de la Tecnología Nuclear, el desarrollo satelital así como su membresía en el G20. Vale decir, Argentina y Estados Unidos tienen intereses recíprocos que en este momento tan especial deben conjugarse para abrir un nuevo camino con la Administración de Joseph Biden. Pero hay que actuar rápido para no desperdiciar esta magnífica oportunidad.