El futuro de Evo Morales tras el fiasco del Bauen

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Concluyó sin pena ni gloria la cumbre del Movimiento al Socialismo boliviano (MAS) convocada en Buenos Aires por el ex presidente Evo Morales. En función de las enormes expectativas que había en la previa y el tumultuoso contexto político en que se dio, el encuentro fue un verdadero fiasco. El futuro político de Evo y los suyos, cada vez más complicado. Habrá una nueva cumbre en enero, en lugar a definir.

Originalmente, la convocatoria pretendía convertirse en una movilización masiva de dirigentes y militantes en la frontera argentina. Más de 1.000 cuadros del MAS, de los 9 departamentos bolivianos, fueron invitados por Evo. No obstante, la cumbre terminó siendo una modesta reunión a puertas cerradas en el Hotel Bauen, con apenas una veintena de dirigentes. Las principales organizaciones nucleadas en el MAS no enviaron representantes ni adhirieron a la convocatoria.

En las horas previas a la cumbre, Evo tuvo que dar de baja su idea original de hacer el encuentro en Salta, debido a los pocos confirmados que tuvo su convite y por los reparos puestos por el propio gobierno argentino en materia de seguridad. Evo, quien ha violado flagrantemente su compromiso de no hacer política desde que arribó a la Argentina, tuvo que conformarse con un reducido encuentro en un hotel porteño.

La única figura medianamente relevante en la mini-cumbre del Bauen fue el ex canciller boliviano, Diego Pary, de improbable proyección presidencial. También fue de la partida el joven dirigente cocalero Andrónico Rodríguez, a quien muchos identifican como el heredero político de Evo. Pero no está claro si estos dirigentes podrán, eventualmente, ser habilitados para participar de la contienda electoral, que aún no tiene fecha. Cabe recordar que varios miembros del círculo íntimo de Evo fueron directamente acusados de “sedición y terrorismo” por el gobierno provisional de Jeanine Añez. Por ello, la mandataria fustigó en durísimos términos a México y a la Argentina: “Se están convirtiendo en un refugio de delincuentes”.

En ese contexto, las fricciones internas en el MAS son profundas y están totalmente expuestas. Esto complica, no sólo el futuro político de Evo y su entorno, sino también las chances electorales del partido. El panorama es sumamente incierto, con un escenario de alta fragmentación y pocos precandidatos confirmados.

Las repercusiones del encuentro en Buenos Aires, donde Evo anunció que la fórmula presidencial del MAS se definirá aquí el 19 de enero, fueron rápidamente opacadas por las estridentes declaraciones de encumbrados referentes del MAS, desde Bolivia.

Eva Copa, actual presidenta del Senado boliviano y líder del MAS en El Alto, dijo que “son las bases del MAS las que deben elegir la fórmula para las elecciones”. Además, la segunda autoridad del país apuntó directamente contra el ex presidente boliviano al expresar que “la gente que está allá (por Argentina) con Evo es gente que le ha hecho daño al MAS”. Por su parte, Román Barrón, de la poderosa Federación Única de Trabajadores de Pueblos Originarios de Chuquisaca, declaró que “las cosas se arreglan en Bolivia y entre nosotros, no desde otro país”. En esa línea también se expresaron, entre otras agrupaciones, el sindicato campesino de La Paz, que ya eligió a su propio candidato presidencial por el MAS: el excanciller David Choquehuanca.

No caben dudas que el capital político de Evo Morales se ha estado diluyendo sin pausa desde la mismísima noche del fatídico fraude del 20 de octubre. Lejos de estar haciendo pie desde su nuevo refugio argentino, Evo ha seguido perdiendo apoyo político y popular en su país. Respecto a esto último, una reciente encuesta de la consultora Muestras y Mercados, publicada en el diario Los Tiempos, reveló que sólo el 25% de los consultados opinaron que Morales fue víctima de un golpe de Estado, mientras que un 62% cree hubo fraude en las últimas elecciones.

Evo, una pesadilla para la política exterior argentina

Para el gobierno de Alberto Fernández, la llegada del “amigo” Evo en condición de refugiado ha sido una verdadera pesadilla en materia de política exterior, particularmente, en lo que respecta a la sensible relación con los EE.UU. En ese sentido, funcionarios del Departamento de Estado norteamericano presentaron una protesta formal por las actividades políticas que Evo desarrolla en la Argentina, abusando de su status de refugiado. La presión de los EE.UU. fue clave para que se termine definitivamente de caer el proyecto original de hacer la cumbre en Salta.

Además de refugiar a Evo y su entorno más cercano, nuestro país es uno de los pocos en el mundo que declararon que en Bolivia hubo un golpe de Estado, postura contrapuesta a la de EE.UU. y los principales países de la región. Al igual que en otros temas, por Bolivia hemos quedado peligrosamente aislados en un solitario coro regional en el que sobresale México, secundado por las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Como modelo de inserción en el mundo, una verdadera pinturita.

Desde la racionalidad política, resulta difícil comprender la fuerte apuesta de Fernández por refugiar y amparar la actividad política de Evo en la Argentina, considerando los riesgos en materia de seguridad que ello conlleva y los enormes costos para nuestra política exterior. Lo único que tenemos por delante son grandes problemas por resolver, como ser la pesada deuda con el FMI y la urgente necesidad de ingreso de capitales desde el exterior. ¿Para qué comprarnos otro gratuitamente?

El autor es politólogo y docente universitario (UCA y Universidad de Zhejiang). Director de la consultora Diagnóstico Político y del Observatorio Sino-Argentino.