Entendiendo las propuestas económicas de las principales fórmulas

Daniel Oks

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A pesar de la corrida al centro de los dos principales frentes electorales, el contexto institucional post-elecciones es muy divergente. En el plano institucional, el Frente de Todos (FT) señaló su deseo de intervenir la Justicia alejándose del principio constitucional de independencia de la misma. En el plano económico se presenta como más intervencionista y cerrado al mundo – tal como lo indicó con el rechazo de un posible acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. Por otro lado, Juntos por el Cambio (JC) incorporó el posible acuerdo comercial como su estrategia de desarrollo. Este diferencial institucional acerca mucho más a FC que FT a las condiciones favorables que instituciones internacionales (FMI, Mercosur-UE) ofrecen al país para avanzar en un camino de modernización institucional y económica.

Bajo cualquier escenario político, resulta inevitable una renegociación con el FMI. Este año la meta ajustada de un déficit primario de 0,5% del PBI parece alcanzable; sin embargo, el equilibrio fiscal financiero requiere un superávit primario cercano al 3% del PBI. La alternativa del default es percibida por ambos frente como muy dañina para la economía y la población. Por ello, ambos intentarán negociar con el FMI de mínima un acuerdo de extensión de plazos o bien, en su expresión más amplia un Acuerdo de Facilidades Extendidas (AFE) que extiende al mediano plazo los vencimientos importantes condicionado a un programa de reformas estructurales. JC es más permeable a un programa de reformas estructurales tales como la reformas laboral, previsional y tributaria. Un acuerdo del FT con el FMI probablemente involucre programas más cortos y varias extensiones del programa poniendo en riesgo la estabilidad financiera y cambiaria.

También JC y FT se diferencian en su potencial para capitalizar los beneficios de un posible acuerdo de libre comercio Mercosur-UE. Si bien no existe un discurso unificado, FT parece centrar su estrategia en la reactivación del consumo; en su concepción, la inversión está ligada fuertemente a dicha recuperación. En el caso de JC, el consumo también juega un rol importante pero el dinamismo de mediano y largo plazo lo aportarían las exportaciones y la inversión. El acuerdo comercial tiene el potencial de atraer muy fuertes inversiones ligadas a exportaciones a un mercado con 20% del PBI global. El comercio y la inversión en un marco de competencia, libertad comercial y reglas de juego claras tienen el potencial de impulsar el crecimiento, la productividad, el empleo y los ingresos. Así ocurrió en España (en su momento con similar matriz agropecuaria al Mercosur) tras su ingreso a la Comunidad Europea en 1986. Entre 1986 y 2000 la tasa de inversión aumentó de 18,7% del PBI a 25%, mientras que el índice de apertura comercial pasó de 35,9% del PBI a 62,2% (las exportaciones pasaron de 21,6% del PBI a 30,1%). En igual período, la tasa de ocupación de la población adulta pasó de 44,8% a 55,8% mientras que el ingreso per cápita aumentó 120%.

Es auspicioso – primera vez en la historia económica argentina – que la propuesta de apertura no es unilateral sino multilateral y que se negocian plazos y forma de apertura sector por sector. Esto fuerza un proceso de interconsulta con todos los sectores económicos (empresas, cámaras empresariales, trabajadores y sindicatos) que tiende a fortalecer el proceso de participación política dándole más solidez al sistema y a los acuerdos eventualmente alcanzados. Desde ya que para competir con empresas de la UE y de Brasil el país debe avanzar en un plan de reformas para reducir el déficit fiscal, la carga tributaria, el costo logístico, la carga regulatoria y el costo no remunerativo del trabajo mientras estabiliza la economía para alcanzar una inflación comparable como mínimo a la de Uruguay, Brasil y Paraguay. Estos pre-requisitos – que permitirán el resurgimiento del crédito y mayor confianza en las inversiones – se acercan más a la plataforma programática de JC que de FT.

La negociación con la UE tiene el potencial de colocar la modernización institucional por encima del debate político interno. En ese sentido, la super estructura de Mercosur y la UE contribuirán a darle impulso a reformas repetidamente postergadas como la laboral, la tributaria y la previsional entre otras. Otorgaría asimismo un marco para contener y reducir importantes niveles de corrupción en los sistemas de compras estatales y en los regímenes proteccionistas prevalecientes a la vez que fortalecería el rol de la Agencia de Defensa de la Competencia. El núcleo de estas políticas también está más cerca de las plataformas programáticas de JC que de FT.

En resumen, los escenarios económicos en el caso que el voto favorezca a FT estarán caracterizados por: i) mayor incertidumbre financiero-cambiaria frente a más renovaciones de corto plazo del programa con el FMI debido a una menor propensión a negociar reformas estructurales y alcanzar el equilibrio fiscal; ii) regresión a un sistema económico con más intervención y protección en que el crecimiento está centrado principalmente en el consumo; y iii) alejamiento de la opción de modernización institucional y productiva siguiendo el modelo de integración europeo. En este contexto, si la sensatez prevalece, es probable que el votante le conceda el beneficio de la duda a FC.

El autor es economista. Ex economista líder del Banco Mundial y gerente del BCRA.