Pablo Echarri y los metrodelegados, los nuevos dueños de la verdad

Disfrazados de progres, democráticos y populares, pertenecen a la secta de los que repiten consignas y adjetivos como si fueran certezas irrefutables. Son incapaces de escuchar a los otros.

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Pablo Echarri
Pablo Echarri

Pablo Echarri, junto con unos cuantos actrices y actores, dice que la Patria está en peligro porque se está a punto de firmar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Pero él no la vio en peligro después de 12 años de congelamiento de tarifas que terminamos pagando todos con inflación. Tampoco levantó la voz cuando el ministro de Economía Axel Kicillof decidió no medir más la pobreza justo cuando más se multiplicaba.

Echarri no convocó a sus compañeros para compartir su indignación por el revoleo de los bolsos con millones de José López. El actor no dijo ni mu ante el procesamiento de Cristina Fernández por Asociación Ilícita, lavado de dinero y por haberle entregado a Lázaro Báez obras multimillonarias que nunca terminó. Tampoco se pronunció ante las dádivas que recibió la expresidenta de Cristóbal López.

Pablo Echarri, un gran pensador contemporáneo, no desea venir a 4 Días a discutir sobre estas y otras ideas porque dice que no quiere que su conductor capitalice la discusión. Sin embargo no tiene problemas en difundir noticias e interpretaciones sesgadas, porque es un progre autoritario. Una especie de panelista de 678 con un par de años de atraso.

Echarri se porta igual que el metrodelegado Roberto Pianelli quien ayer, en el medio de un reportaje, me acusó de no viajar en subte desde hace mucho tiempo, como si hacerlo me hiciera mejor persona y no hacerlo me transformara en un delincuente.

Gritan. Arman videítos y operaciones. Repiten consignas y adjetivos como si fueran certezas irrefutables. Son incapaces de escuchar a los otros.

Disfrazados de progres, democráticos y populares, pertenecen a la secta de los Dueños de la Verdad, y por eso todavía no pueden creer que sus candidatos hayan perdido las elecciones.

Tienden a creer que la mayoría de la gente es tonta y que ellos son unos iluminados. Se trata de individuos a los que mi abuelita y mamá, que trabajaban todo el día, igual que trabajo yo, definirían como charlatanes de feria.

¿Te los imaginás manejando una pequeña o mediana empresa, y teniendo que pagar los sueldos todos los meses, desde hace 20 años, como hacemos nosotros? No. Tenés razón. Mejor que sigan haciendo lo que hacen. Levantando el dedo con la idea de "la culpa siempre la tiene el otro".

Los prefiero ahí que atendiendo un quiosco. Lo harían implosionar. Se comerían todos los alfajores y todos los caramelos. Y después le echarían la culpa a las multinacionales de las golosinas.

Y volverían locos al resto de los vecinos. Y los acusarían de cómplices de la derecha. Solo por no apoyar su dignísima lucha. Solo por levantarse a la mañana para ir a trabajar. Igual que los cientos de miles de personas que viajan en el subte y son utilizadas de rehenes a causa de una interna gremial y de caja sindical.

Repito lo que dije hace un par de días: a Echarri, la actuación le queda chica. Debería ser ministro de Economía. O mejor Presidente. Seríamos un gran país.

Y no dependeríamos de ningún préstamo del Fondo, esa gente mala a la que el Diablo puso en la tierra para amargarnos la vida.

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