El esquema financiero circular que dejó al Gobierno en una encrucijada

Santiago Fraschina

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El esquema monetario-financiero que el Gobierno nacional propuso desde su asunción es insostenible. La situación de endeudamiento e inestabilidad que estamos atravesando lo demuestra. Esta semana, en un informe que publicamos desde el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda, constatamos que el Banco Central paga en promedio unos 5.550 pesos por segundo en concepto de intereses por Lebacs, en los últimos dos años y medio. Mientras que en 2016 el peso de los intereses por Lebacs representaba 1,4 puntos del PBI, en 2018 las estimaciones indican que trepará al tres por ciento.

Recostada en el uso de letras de corto plazo para esterilizar el excedente de pesos en circulación que, según diagnosticaba el equipo económico, era el causante de la inflación, la actual gestión ya no sabe cómo manejar la creciente incertidumbre de este esquema.

Como ante cada vencimiento se acumulan intereses de períodos anteriores, el mercado cuenta cada vez con mayor poder de fuego para presionar al Banco Central en pos de obtener una tasa de interés más elevada. Esto fue un gran elemento de incidencia en el salto cambiario del primer cuatrimestre de este año.

Y lo más preocupante es que se trata de un formato circular, porque el resultado de la suba forzada en la tasa de Lebacs del mercado secundario estableció un piso implícito sobre la licitación del martes 15 de mayo, lo cual vuelve a recalentar la dinámica del déficit cuasifiscal.

El stock actual de Lebacs en circulación supera los 1,7 billones de pesos. Aunque aproximadamente 0,5 billones de pesos fueron ya recomprados en el mercado secundario, los vencimientos para el mes de mayo acumulan casi 0,7 billones de pesos. En el período 2011-2015 el vencimiento promedio (ponderado por monto) de la deuda era de 209 días; pero en los últimos dos años y medio el promedio se redujo a 57 días y más del 85% de la deuda en Lebacs del Banco Central se acumula en los próximos tres meses. La situación, a esta altura, es alarmante.

Todo este panorama se agrava con los condicionamientos que pueda imponer el Fondo Monetario Internacional (FMI) por el préstamo de línea "Stand By" solicitado de forma urgente en la última semana. En Argentina, el endeudamiento y el condicionamiento de los organismos de créditos internacionales terminaron generando las condiciones para una de las crisis más severas de nuestro país a comienzos de este siglo.

"El FMI o una crisis de magnitud", es como se presentó la disyuntiva. Así se actuó en consecuencia, y la lógica fue recurrir a la organización financiera internacional. El ajuste oculto del programa de endeudamiento son todas las obras y las reasignaciones de partidas que no pueden hacerse por pago de intereses. Es contrafáctico, y eso invisibiliza el daño, pero también es un hecho innegable.

Entre las causas, también es necesario poner el eje en la desregulación y la liberación del mercado cambiario que aplicó el Gobierno apenas asumió, suprimiendo todos los controles cualitativos y cuantitativos preexistentes. Además de la desregulación de la obligación de liquidación de divisas a los sectores exportadores.

La Argentina tiene una historia con su deuda externa lapidaria: siempre fue un lastre para el desarrollo de cualquier modelo que privilegie la industria nacional. El Gobierno debe maniobrar para salir de esta encrucijada con urgencia, antes de que sea demasiado tarde.

El autor es director de la Carrera de Economía de la UNDAV.