Los proyectos de ley de aborto legal: un gran logro masculino

Sebastián Sal

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Los proyectos presentados en la Cámara de Diputados de la Nación relacionados con la despenalización del aborto son un gran logro masculino. Es paradójico que las feministas, quizás haciendo gala de un machismo oculto, impulsen una ley cuyo beneficiario final será el género masculino.

En ninguno de los proyectos presentados se establece que las mujeres, deseosas de ser dueñas de su propio cuerpo, como si no fuera así, tengan que contar con el consentimiento del hombre que fecundó el óvulo para abortar. Estamos hablando, obviamente, de los casos en los que se sabe quién es el padre y en los que no son producto del delito de violación, ya que sería ridículo consultar a un violador para abortar.

Pero, en los demás casos, en los que se sabe quién es el padre y el embarazo es producto de una relación consentida, la ley tampoco menciona a los hombres. Es decir, el varón no tiene ningún derecho sobre el embrión que, según estos proyectos feministas, es "propiedad" exclusiva de la mujer. Para ser más claros, una mujer casada bien podría abortar sin siquiera preguntarle a su pareja, que en este asunto no tendría ni voz ni voto.

Ahora bien, si los hombres no van a tener derechos sobre esa vida en gestación, ¿por qué deberían tener obligaciones? Sería legalmente contradictorio. ¿Cómo ser responsables de algo que no les pertenece en absoluto? Suena ilógico que el hombre deba hacerse cargo de algo cuya existencia no depende de él.

El artículo 101 del Código Civil y Comercial de la Nación establece que los padres son los representantes de la persona por nacer. Entonces, deberíamos tener poder de decisión respecto de algo tan importante como el desarrollo de ese embrión-persona por nacer, ya sea para abortarlo como para que no hacerlo. De lo contrario, no hay igualdad.

De no gozar de ese derecho, cabría sostener que las mujeres tienen un mayor grado de responsabilidad y ello siempre acarrea mayores deberes. A los hombres no nos alcanzarían obligaciones tales como los alimentos, que se pueden reclamar desde el embarazo, y, llevando al extremo este razonamiento, mucho menos después del nacimiento.

Los hombres no deberían hacerse cargo de alimentos, apellido, educación ni nada. Es decir, las mujeres harían realidad el sueño de muchos hombres: no tener que hacerse cargo de sus hijos. Una clara victoria del machismo.

¿Qué más querrían estos machistas que tener sexo sin protección y sin preocuparse por las consecuencias? Si la decisión es de ellas, los hombres quedan liberados de derechos y obligaciones.

Lo bueno es que nuestros legisladores también apoyan al género masculino. Son ellos los que redactaron y presentaron los proyectos.

Mujeres, una vez más, gracias. Sigan luchando por los derechos y las obligaciones de los hombres. Un poco más y conseguirán lo que siempre soñaron: ser libres.

El autor es socio de Sal & Morchio Abogados y coordinador del área latinoamericana de International Association of Anti-Corruption Authorities (IAACA), LLM University of Pennsylvania.