Aranguren revela una mirada sobre la Argentina

Compartir
Compartir articulo

Coincidiremos en que si alguien ganó su dinero de forma legal, lo declaró y paga sus impuestos, es libre de hacer con lo suyo lo que quiera. Creo que no es este el problema en relación con el ministro Juan José Aranguren. Lo que hizo ruido fueron sus apreciaciones sobre el tema de la confianza en la Argentina, eso amerita alguna reflexión.

Aclaro que no me interesa defender la inteligencia política de esas declaraciones. No hay dudas, desde el inicio, de que el ministro va de frente y dice lo que piensa. Aunque pueda o no coincidir, eso tiene un enorme valor, ya que permite discutir de frente los temas en lugar de quedarnos enredados en las telarañas de la demagogia y en la oscuridad de las apariencias.

Los funcionarios son personas como usted o yo, que circunstancialmente ocupan un cargo. Pasado el mandato, vuelven a sus casas y siguen con sus vidas. Es lógico que administren sus bienes con los mismos criterios que lo hicieron antes de asumir, que apuesten a maximizar su bienestar. El límite es que maximicen a costa nuestra y para eso están las leyes de ética pública y el Código Penal.

Aranguren revela una mirada sobre la Argentina. Es fundamental entender que Aranguren representa a un perfil de inversor, hay muchos Aranguren en el mundo. Si queremos que nuestro país esté mejor, debemos comprender qué piensan y por qué todavía no invierten en nuestro país estos perfiles de inversores. Solo así vamos a mejorar. Enojarse con Aranguren es como enojarse con la persona que invitamos a salir y nos rechaza, de nada sirve para mejorar nuestra realidad.

Juan José Aranguren es un tipo que se hizo de abajo. Dedicó su vida a laburar, llegó a ser CEO en una de las compañías más importantes del mundo, cobró por ello y está próximo a la edad de jubilarse. Ahorró algo más de cinco millones de dólares. Está hecho, digamos. Desde el punto de vista financiero, tenemos dos datos relevantes: edad avanzada y capital significativo. Ambas cuestiones hacen que nos volvamos más conservadores, según diversos estudios. A medida que tenemos más capital y que somos más viejos, nos escapamos del riesgo y luego también entran en juego características particulares de cada persona. Puede haber excepciones, pero la mayoría de las personas nos comportamos de esta manera.

A mayor riesgo suele haber chances de un mayor retorno. Distintos perfiles de inversores estarán dispuestos a aceptar distintas relaciones de riesgo y recompensa para invertir su dinero. Sería insensato pedirle a alguien así que arriesgue su dinero porque sí. Pero además del riesgo que implican los activos donde invertir, también vale precisar que el lugar en que se tiene el dinero tiene asociados riesgos y costos.

La Argentina se encuentra en una situación ideal para muchos inversores, es un país que por años de malas políticas públicas se encuentra desfinanciado y hay un stock de capital menor que el que podría haber. Por este motivo los retornos de invertir en nuestro país, la tasa que se obtiene, está muy por encima de alternativas más seguras, con la ventaja de que es un país que está ganando credibilidad y seguridad día a día.

En pocos meses probablemente la calificadora MSCI cambie la categorización de riesgo de la Argentina de país fronterizo a país emergente. Este cambio responde a una mayor estabilidad política y económica, a distintas mejoras en el mercado financiero y al desempeño de nuestra economía. Es un indicador que sirve para medir el riesgo y la confianza que generamos y Argentina está lista para el ascenso. Vamos por buen camino en el proceso de generación de confianza.

Este cambio de categoría va a permitir que distintos inversores, especialmente institucionales, empiecen a invertir en la Argentina, ya que habrá una menor percepción de riesgo. Si bien este es un cambio claro y objetivo, permanentemente estamos ganando en confianza que ayuda a atraer a cada vez más inversores. Aunque seremos cada vez más atractivos, seguirán existiendo otros actores que todavía optarán por no invertir en activos de un país emergente y priorizarán los de un país desarrollado o que tengan miedos particulares en relación con nuestro país. C'est la vie.

El proceso natural de seducción en los mercados va de los inversores dispuestos a asumir mayores riesgos hacia los que toleran un riesgo bajísimo. Para construir confianza hay que mantener una conducta, honrar las deudas e ir tomando decisiones inteligentes. Argentina definitivamente está en este camino y la meta es terminar seduciendo a todos los inversores. Pero paso a paso.

Durante el 2017 la inversión creció arriba del 11% y seguirá aumentando porque estamos llevando adelante las reformas necesarias para que así sea. Se aprobaron leyes trascendentes como la de participación público-privada, que aumentará las inversiones en infraestructura y disminuirá la dependencia en la deuda pública, se está robusteciendo el mercado financiero, se están generando esquemas de promoción de emprendedores con capital público-privado, entre muchos otros aciertos.

Más pronto que tarde lograremos seducir a los Aranguren de este mundo. Pero me animo a decir que la Argentina es hoy un destino atractivo para otro perfil de inversores. Probablemente más joven, dispuesto a asumir un poco más de riesgo y a apostar por un país que está cambiando y que está haciendo lo que hay que hacer para cambiar su historia de hostilidad hacia los inversores. No pretendo que aquellos que vivieron los desastres de nuestra historia cambien su visión de un día para el otro. Generar confianza lleva tiempo, que los Aranguren se queden afuera permite que haya tasas de retorno más altas, que atraerán a nuevos inversores que no estén condicionados por nuestra historia y que apuesten a cosechar junto a todos nosotros los frutos del esfuerzo colectivo en el mediano plazo.