La batalla de San Lorenzo y el bautismo del Regimiento de Granaderos a Caballo

Félix V. Lonigro

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"Eran se… eran sesenta paisanos, los sese… los sesenta Granaderos. Eran
va… eran valientes cuyanos, de cora… de corazones de acero […] Quiero elevar mi canto como un lamento de tradición, para los Granaderos que defendieron nuestra Nación. Pido para esas almas, que las bendiga nuestro señor".

La que he transcrito es parte de la letra de una cueca escrita por el poeta mendocino llamado Hilario Cuadros que, con la música de Félix Pérez Cardozo, hizo famosa el grupo salteño conocido como Los Chalchaleros. Para los lectores más jóvenes, Los Chalchaleros ha sido uno de los grupos folclóricos más emblemáticos de nuestro país, fundado en 1948 y disuelto en el año 2002. Durante 54 años, sus cuatro integrantes, que, a excepción de su creador, Juan Carlos Saravia, fueron cambiando con los años, recorrieron el país difundiendo uno de los géneros musicales que caracterizan a la Argentina.

El nombre del grupo está relacionado con el Chal Chal, que es un árbol típico del centro y norte de nuestro país cuyos frutos rojos son el alimento preferido del zorzal, que a su vez es una especie de ave autóctona que habita en países como Brasil, Uruguay, Paraguay y también en la Argentina, caracterizada por su fantástico y entonado canto mañanero (no por nada a Carlos Gardel se lo conoce como el "Zorzal criollo"). La predilección que los zorzales tienen por el fruto del Chal Chal da nombre al llamado zorzal chalchalero, y de aquí surge el del grupo folclórico que deleitó con su música a los argentinos durante medio siglo: Chalchaleros.

Esta introducción nos conduce el objeto de análisis de esta nota: el Regimiento de Granaderos a Caballo fundado por José Francisco de San Martín en el año 1812.

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El 25 de mayo de 1810, cuando nació el primer gobierno patrio, denominado Primera Junta, José Francisco de San Martín estaba en España sirviendo al ejército de ese país que luchaba contra las tropas de Napoleón. Si bien el Libertador había nacido el 25 de febrero de 1778 en el entonces Virreinato del Río de la Plata, específicamente en la ciudad de Yapeyú, en la actual provincia de Corrientes, sus padres, Gregoria Matorras y el capitán Juan de San Martín, lo llevaron a España a los siete años de edad, lugar en el que se inició y desarrolló militarmente.

Sin embargo, las noticias que el joven militar tenía acerca de los movimientos revolucionarios en América lo impulsaron a dejar el servicio en España y regresar a su tierra natal. Arribó al puerto de Buenos Aires el 9 de marzo de 1812 en la nave George Canning, en la que también viajaban Carlos María de Alvear, Matías Zapiola y Francisco de Chilavert. Por entonces, en Buenos Aires, el Primer Triunvirato, integrado por Juan José Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea, conducía los destinos de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Apenas llegó al país, San Martín le recomendó al Triunvirato la creación de un cuerpo profesionalizado de caballería, propuesta que fue aceptada por el gobierno nacional. Nació así, el 16 de marzo de 1812, el Regimiento de Granaderos a Caballo, que se formó a través de una estricta selección de hombres, muchos de los cuales pertenecían a las más distinguidas familias de la sociedad porteña. La actual plaza San Martín, en Retiro, fue el campo de instrucción para la formación de los cuadros militares que formarían parte del histórico regimiento y que se caracterizarían por el uso del tradicional sable corvo.

En ese momento España había decidido que Montevideo fuera la capital provisoria del Virreinato del Río de la Plata, pero como José Rondeau mantenía sitiada por tierra la plaza de Montevideo, a fin de obtener abastecimiento los españoles solo podían acudir al mar y al Río de la Plata, motivo por el cual era muy común que navegaran en dirección al río Paraná, con el objetivo de apoderarse de ganado que les permita la subsistencia alimentaria. Por ello, el ya constituido Segundo Triunvirato (Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte) les encomendó a San Marín y a su novel regimiento la custodia de la orilla del Paraná.

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En una de las expediciones acuáticas realizadas por las fuerzas realistas con asiento en Montevideo, los cuadros del general San Martín hicieron, por tierra, un estratégico seguimiento del itinerario fluvial que hacían los españoles, hasta que, llegados al convento San Carlos Borromeo, ubicado en San Lorenzo, provincia de Santa Fe, San Martín informó a los frailes franciscanos acerca de su estrategia militar, les pidió autorización para que los granaderos se ocultaran allí, a fin de evitar que pudieran ser observados por los españoles.

Cuando los hombres del ejército español llegaron al convento buscando víveres, fueron sorprendidos por los Granaderos a Caballo. Se libró así la primera batalla por la independencia en la que participó el Libertador y su emblemático regimiento: la batalla de San Lorenzo. Aunque la gesta militar duró apenas 15 minutos, tuvo una importancia estratégica fundamental, ya que impidió que los españoles siguieran llevando peligro por las costas del río Paraná.

En este combate se hizo célebre un relato histórico del que aún los historiadores tienen ciertas dudas. En el marco de las escaramuzas bélicas que allí se desarrollaron, una bala hirió al caballo de San Martín, que al caer le aprisionó una pierna y lo inmovilizó, lo que puso en riesgo su vida. Fue entonces cuando un enemigo, utilizando una bayoneta, se lanzó directamente a terminar con la vida del general, lo cual no ocurrió gracias al arrojo del sargento correntino Juan Bautista Cabral, quien, interponiéndose entre su jefe y el enemigo, perdió su vida al ser alcanzado por el arma de este último.

Las dudas acerca de la real existencia del sargento Cabral, expresamente mencionado en la célebre Marcha de San Lorenzo, escrita por el uruguayo Cayetano Alberto Silva, se desvanecen ante la existencia de una nota que el propio San Martín envió al Triunvirato el 27 de febrero de 1813, pidiéndole una recompensa económica para la familia del famoso sargento. El pedido fue satisfecho por los triunviros, quienes dictaron un decreto que otorgaba una pensión a la viuda de Cabral.

De todos modos, más allá de las dudas, el sargento Cabral ha encontrado un lugar en la historia militar de nuestro país, a tal punto que lleva su nombre la Escuela de Suboficiales del Ejército Argentino: Sargento Juan Bautista Cabral, creada el 26 de marzo de 1881 por el entonces presidente de la República Argentina, general Alejo Julio Argentino Roca, para la formación de cabos y sargentos.

Volviendo al Regimiento de Granaderos a Caballo, el 23 de abril de 1826, el presidente Bernardino de la Trinidad González Rodríguez Rivadavia lo convirtió en su escolta presidencial, lo cual constituye una notable contradicción en el accionar del polémico Rivadavia, teniendo en cuenta la enemistad que tenía con el Libertador. En efecto, el 8 de octubre de 1812 San Martín se había valido del Regimiento de Granaderos a Caballo para derrocar al Primer Triunvirato, del que Rivadavia era el hombre fuerte. A partir de entonces nació un odio visceral de aquel hacia el Libertador, a quien, en 1823 no le permitió permanecer en Buenos Aires, cuando regresaba desde Perú tras su fallida reunión con Simón Bolívar, incluso sabiendo que su esposa Remedios de Escalada acababa de fallecer víctima de tuberculosis.

Pero no fue la única vez en la que el Regimiento de Granaderos a Caballo escoltó a enemigos de su creador. Efectivamente, durante la batalla de Ituzaingó, en el marco de la guerra con Brasil, sirvió de escolta al general en jefe del Ejército de Operaciones, Carlos María de Alvear, quien también se había enemistado con el Libertador.

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Terminada la guerra con Brasil, el histórico regimiento se disolvió, fue recuperado recién en el año 1903. En 1907 el entonces presidente de la Argentina, José Figueroa Alcorta, dispuso que nuevamente fuera utilizado como cuerpo de escolta presidencial; es esa la función que continúa cumpliendo actualmente.

A raíz de la célebre cueca difundida por Los Chalchaleros, suele decirse que eran 60 los integrantes del Regimiento de Granaderos a Caballo creado por José Francisco de San Martín. Sin embargo, ello no es así, porque en realidad eran más de cien los que debutaron en la batalla de San Lorenzo el 3 de febrero de 1813 enfrentando a un regimiento de casi doscientos españoles.

La historia de los sesenta granaderos a los que refiere la cueca del poeta Hilario Cuadros está vinculada con aquellos soldados que, en el segundo cruce de Los Andes, acompañaron y se turnaron para cuidar la deteriorada salud del ilustre general San Martín, quien, a raíz de una agravada úlcera estomacal, debió ser transportado en una camilla confeccionada por el fray Luis Beltrán, a pedido del general Rudecindo Alvarado, quien estaba a cargo de la salud del Libertador.

El autor es profesor de Derecho Constitucional (UBA, UAI y UB). Autor de "Mirá vos. Enigmas, Mitos y Verdades de la Historia de la Argentina y en la Cultura Cívica de sus Habitantes".