Ezequiel Kopel, especialista en Medio Oriente: “Para muchas personas los conflictos de la región son emocionales”

El periodista argentino estudia la región y acaba de publicar “La disputa por el control de Medio Oriente”, donde rastrea el origen y el desarrollo de los choques entre distintos Estados.

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Medio Oriente, una región a la que hay que prestarle atención.
Medio Oriente, una región a la que hay que prestarle atención.

Entre el mar, el desierto y los estereotipos, deambula la compleja región de Medio Oriente, con milenios de historias y sitios importantes para las tres religiones monoteístas más difundidas del planeta. No es fácil lidiar con las eternas dificultades políticas y, mucho menos, con las susceptibilidades que despiertan conflictos tan ligados a lo emocional, a lo sagrado. Pero el periodista Ezequiel Kopel, especializado en los países de la zona, se anima a hacerlo en La disputa por el control de Medio Oriente (Capital Intelectual), un libro en el que analiza el último siglo en la región a través de 17 episodios que marcaron el pasado y ayudan a entender el presente.

El punto de partida es la disolución del Imperio Otomano, el gran poder regional que alguna vez controló territorio desde la actual Azerbaiyán, al este, hasta la moderna Argelia, pasando por los Balcanes hasta casi rozar Viena. Casi todo lo que hoy se conoce como Medio Oriente dependía de Estambul, por lo que la caída del Imperio en 1922, tras la Segunda Guerra Mundial, marca el inicio de una nueva etapa en la que los designios ya no vienen de un Sultán turco.

A partir de ese punto, Kopel elige momentos trascendentales y hace un recorrido cronológico basado en una importante investigación documental y en la experiencia de haber vivido durante más de una década en la región, desde la Segunda Intifada (2000-05) y hasta la Primavera Árabe (2010-12).

Cada episodio es abordado a través de capítulos autónomos y relativamente cortos, que agilizan la lectura, aun teniendo en cuenta la cantidad de datos, años y nombres que pueden resultar extraños desde América Latina.

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Entre otros eventos, aparecen el descubrimiento de petróleo en una naciente Arabia Saudita, la creación del Estado de Israel, la nacionalización del Canal de Suez en Egipto, las guerras en Líbano, Israel, Irak y Kuwait, la Revolución Islámica en Irán, dos intifadas palestinas y, finalmente, ya en el siglo XXI, la primavera árabe, el Estado Islámico y la retirada de Estados Unidos de Afganistán, país que, como señala el autor, no está en Medio Oriente.

“Pero como Afganistán repercute tanto en potenciar a actores de la región y tiene una continuidad con, por ejemplo, la invasión estadounidense a Irak en 2003, me pareció que correspondía romper un poco la regla y hablar de un país que estrictamente no está en Medio Oriente”, dice Kopel.

-¿Cómo fue el trabajo de escribir este libro, considerando las susceptibilidades que despiertan muchos de estos temas en donde se mezclan la política y la religión?

-Traté de abarcar una mirada amplia y citar muchísimos libros. Obviamente tengo una opinión y trato de respaldarla con información. Aprendí que siempre se va a enojar alguien, especialmente en Argentina, en donde ciertos conflictos se viven como un River-Boca. Si sos de la comunidad judía, cualquiera que no haga un apoyo irrestricto a Israel es acusado de traición. Desde la comunidad árabe, cualquier matiz que pongas de países árabes sobre otros países, también. Es difícil. En el fondo, no sé si estamos haciendo un buen trabajo si no se enoja nadie. No es que busque hacer enojar, sino ser lo más fidedigno y respaldar cada opinión con ejemplos, especialmente respecto al conflicto Israelí-Palestino. Invierto mucho tiempo en la búsqueda de información, pero para muchas personas es un conflicto emocional y es muy difícil que esas personas puedan meterle un matiz.

-¿Este nuevo libro complementa tu trabajo anterior, Medio Oriente: Lugar Común? ¿Cómo conversan entre los dos?

-El primero es de ensayos sobre grandes temas de la región, como la mujer, la democracia y el islam, posibilidades de solución del conflicto Israel-Palestina. También lo escribí en un momento particular, en medio de la pandemia, cuando todos estábamos más ensayísticos de alguna manera. Con este traté de que hubiera más dato duro. Por supuesto que hay opinión en un montón de cosas. Sabemos que es muy difícil no hacerlo, que se puede ser imparcial, pero no objetivo, siempre hay una opinión. Entonces sí, los dos se complementan porque es difícil hablar de la región sin mencionar, por ejemplo, el rol de la mujer.

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-Leyendo tu libro, queda la sensación de que muchos eventos fueron en respuesta a tal o cual cosa. ¿Puede que, de tantas respuestas a respuestas a respuestas, termine siendo difícil encontrar el punto de partida de algún conflicto?

-Sí, el problema es ese mismo: ¿el huevo o la gallina? En Medio Oriente, podemos hablar de los últimos 5.000 años, pero elegí empezar con lo que creo que es el nuevo orden de la región, que es la caída del Imperio Otomano. Si tenemos que meternos con todo, va a terminar siendo un libro de 2.000 páginas que voy a leer sólo yo.

-En el epílogo, cuando hablás del presente, mencionás a China, a Rusia, a Estados Unidos. ¿A alguien le sirve que Medio Oriente sea una zona tan volátil? Y en ese sentido, ¿por qué casi todos los países de la región parecen vivir tutelados?

-A muchos gobiernos de la región les sirve el juego de los opuestos, del enemigo, de la constante ebullición de la zona. A Arabia Saudita le sirve la némesis con los iraníes. A los turcos les sirve para mantener ciertos poderes el repetir que les “sacaron” el gran imperio. A Israel le sirve un poco el conflicto existencial con los palestinos para potenciar acciones que, de otra manera, su población no aceptaría. En Egipto la narrativa es que se necesita un poder dictatorial fuerte porque si no vienen los islamistas que son importados desde afuera, motorizados por la yihad. Con respecto a las potencias internacionales, creo que el mundo ha puesto el ojo en Medio Oriente por el petróleo y las acciones de las potencias occidentales en el propio desarrollo del petróleo: descubrimiento, explotación. Y también por su ubicación estratégica. Sigue realmente entre las máximas prioridades de las potencias. Pero ahora vemos un Medio Oriente que se está moviendo hacia otras potencias, ya no sólo occidentales. Hay actores regionales que encuentran en Rusia o en China a socios un poco más potables para ellos. La era de la intromisión de las potencias en Medio Oriente no terminó y no va a terminar.

-Una de las conclusiones finales en el epílogo es que lo que rige en la zona ya no es la ideología o la religión sino los intereses, ¿eso es algo necesariamente positivo? ¿Implicaría una mayor estabilidad para la región?

-Creo que no. Por ejemplo, el interés del gobierno sirio de que Rusia lo salve de alguna manera produjo cierta estabilidad, porque la guerra civil siria se paró, entró en un impasse, ¿pero a qué precio? Estamos hablando de millones de refugiados, de 500 mil muertos, uso de armas químicas. Así vemos en Siria al mayor asesino del siglo XXI en la región, Bashar al-Ásad, saliendo sano y salvo por la protección de Rusia en la esfera internacional. Creo que entonces cambia la dinámica, pero eso no garantiza estabilidad. El conflicto sirio va a seguir repercutiendo, como repercutió durante mucho tiempo la guerra civil libanesa. Es el regreso del uso de armas de destrucción masiva en la región y que no pase nada con eso, que su uso se puede hacer sin ningún tipo de control internacional.

La llamada "Primavera árabe".
La llamada "Primavera árabe".

-¿Por qué nos debería interesar Medio Oriente, una región tan lejana?

-Creo que Medio Oriente nos interesa porque son mercados importantes, pero también porque en América Latina tenemos grandes comunidades de la zona. La comunidad judía y la árabe son enormes. Pero además Medio Oriente y el resto del mundo están relacionados desde siempre. Muchas veces se tiende a olvidar que el cristianismo es una religión nacida y criada en Medio Oriente, aunque suela asociarse con Europa porque es donde más se expandió. Esa relación no va a cambiar. Hoy la conexión puede ser por el petróleo, pero el lazo existe desde siempre. Es una zona muy importante y a nosotros, desde Argentina, con los intentos por maximizar nuestro desarrollo energético, nos tiene que preocupar mucho esa región porque puede haber acciones que repercutan, por ejemplo, en precios. Aun si no miramos, igual nos va a afectar. El que no está sentado en la mesa es la comida, así que mejor empezar a ocuparnos de Medio Oriente para sentarnos a comer y no ser comidos.

-Al final del libro decís que, en esta región, “puede que todo lo que se hable esta semana ya no sea valioso la próxima”, ¿entonces de qué sirve leer y analizar hoy? ¿Cómo seguirle el ritmo a todo esto?

-El pasado nos sirve para analizar el presente y para ver hacia dónde puede ir el futuro. Es muy difícil analizar una región tan antigua si no lo tenemos en cuenta. Pero también debemos tener una mirada amplia, saber que las cosas se mueven en una zona en ebullición, en donde hay muchos poderes globales y regionales que influyen. Un buen abordaje es a partir de pensar que no hay actores inmóviles. Por ejemplo, Irán era el mayor aliado de Estados Unidos en Medio Oriente antes de la revolución islámica de 1979. Si no analizamos el pasado es muy difícil que comprendamos el presente. Entonces lo que podemos hacer es una radiografía del pasado hasta llegar al hoy, sabiendo que nada es estático, que no sabemos lo que viene. Podemos hacer hipótesis, pero es muy difícil adivinar.

“La disputa por el control de Medio Oriente” (fragmento)

Luego de los múltiples fracasos en Irak, Afganistán, Libia y Siria –y también en la fallida mediación por la paz entre israelíes y palestinos o en el acuerdo nuclear con Irán-, Estados Unidos parece decidido a cambiar de rumbo en Medio Oriente. El desvanecimiento gradual de la proyección hegemónica estadounidense en la región, iniciada bajo la administración de Barack Obama y continuada por los presidentes Donald Trump y Joe Biden, le dio a Rusia la oportunidad de regresar a la región después de una larga ausencia.

Producto de su intervención militar en Siria a partir de 2015, Rusia es el actor individual más poderoso en la actualidad dentro del país y ha conseguido contratos de arrendamiento de cincuenta años para sus bases aéreas y navales, lo que le brinda la capacidad de proyectar su poder en todo el Mediterráneo Oriental. Para una Rusia enfocado en un estatus renovado de potencia –y competencia con Estados Unidos-, el resultado en Siria ha restaurado su influencia regional, lo que le permite convertirse en un factor crítico de equilibrio al suplantar a sus timoratos rivales.

Soldados británicos en el imperio otomano, en plena Primera Guerra Mundial. / Biblioteca Nacional de Francia
Soldados británicos en el imperio otomano, en plena Primera Guerra Mundial. / Biblioteca Nacional de Francia

Moscú ha tomado la delantera, pero no es el único que quiere reclamar su lugar de influencia. Debe lidiar con un complejo equilibrio en el norte de Medio Oriente, donde turcos, iraníes, israelíes, kurdos, sirios, iraquíes y hasta estadounidenses buscan acomodar sus agendas contrapuestas, sin final previsible.

Lo que vemos en esa zona es la construcción de una nueva arquitectura de seguridad dominada por Rusia, pero también por Irán. Esto ha sucedido en gran parte debido al error de cálculo de Estados Unidos en Irak al sacar a los talibanes, destruir la supremacía sunnita de Saddam y ayudar a los chiitas a llegar al poder, lo que abrió la oportunidad para la formación de una creciente chiita que se extiende desde Irán hasta el Líbano.

La postura regional de Turquía se extiende por todo Medio Oriente hasta el Cuerno de África, en conflicto directo con las políticas seguidas por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos e Israel. En otras latitudes, como Siria, Libia y Azerbaiyán, sus acciones colisionan con las de Rusia, que respalda en todos esos sitios bandos opuestos a los que apoyan los turcos.

Pero, a pesar de las posiciones encontradas, los dos países se han enfocado en los objetivos que comparten y, en gran medida, han logrado una convivencia. En el presente, con una invasión rusa a Ucrania que no ha resultado como se esperaba y con sanciones occidentales que intentan acorralarlo, Putin ha encontrado en el “hombre fuerte” de Erdogan una importante línea de vida. No solo Turquía se ha rehusado a unirse a las sanciones de Europa, Canadá y Estados Unidos, sino que es, además, el único país de la OTAN que sigue con sus espacios aéreos y marítimo abiertos a las fuerzas militares rusas, así como el terrestre, a su dinero.

Ezequiel Kopel, periodista argentino especializado en Medio Oriente.
Ezequiel Kopel, periodista argentino especializado en Medio Oriente.

China se ha abstenido hasta ahora de intervenir en los conflictos internos, aunque puede ser que tenga que proceder aún con mayor cautela para proteger sus inversiones masivas, ahora que Estados Unidos está señalando su intención de alejarse. China ha establecido su posición dominante dejando que Washington se ocupase de los problemas de seguridad. Los dos países seguirán siendo rivales, pero no desean, por ahora, ir más allá en Medio Oriente.

Mientras todos se concentran en el hoy y juegan a la ruleta rusa con el mañana, queda implícito que las fuerzas impulsoras en el Medio Oriente de la actualidad ya no son la ideología o la religión, sino la economía y los intereses estratégicos. Sin embargo, la situación podría deteriorarse rápidamente en un territorio lleno de situaciones desestabilizantes y donde pocas veces hay ganadores claros. Por lo tanto, recordando una frase que se le atribuye a más de un protagonista de la región, Medio Oriente es ese sitio donde siempre acontece algo nuevo; por eso, puede que todo lo que se habla esta semana ya no sea valioso la próxima.

Quién es Ezequiel Kopel

♦ Nació en Buenos Aires en 1978.

♦ Estudió periodismo, fotografía y cine.

♦ Además de La disputa por el control de Medio Oriente, escribió Medio Oriente, lugar común (Capital Intelectual), colabora con medios como Nueva Sociedad y Le Monde Diplomatique y es editor de Panamá Revista.

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