Las peripecias de un niño indocumentado que cruzó la frontera de Estados Unidos para reunirse con sus padres

En “Solito”, el escritor salvadoreño Javier Zamora narra el viaje de casi 5 mil kilómetros que tuvo que hacer para llegar a “Gringolandia”, ese paraíso que, a pesar de todo, resultó estar “muy lejos de ser el lugar de ensueño que imaginaba”.

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En "Solito", el escritor y poeta Javier Zamora narra el viaje de casi 5 mil kilómetros desde El Salvador hasta Estados Unidos que hizo a los 9 años para reencontrarse con sus padres.
En "Solito", el escritor y poeta Javier Zamora narra el viaje de casi 5 mil kilómetros desde El Salvador hasta Estados Unidos que hizo a los 9 años para reencontrarse con sus padres.

Cuando el poeta y escritor salvadoreño Javier Zamora era un niño que crecía en su natal El Salvador, las únicas imágenes que tenía de Estados Unidos eran las que había visto por televisión. Su padre emigró a ese país cuando él tenía sólo un año, mientras que su madre partió cuando él tenía cinco, empujados ambos por la crisis económica y la violencia de la guerra civil en el país centroamericano. Finalmente, en 1999, cuando tenía nueve años, “Javiercito”, como lo llama su familia, decidió dejar su pueblo La Herradura y reunirse con sus padres.

En Solito, Zamora narra el impacto psicológico del viaje que emprendió a los nueve años a través de Guatemala, México y el desierto de Arizona para reunirse con sus padres en Estados Unidos, y tilda ahora de “héroes” a los niños que como él se han sometido a esa peligrosa travesía.

“De mi padre no recordaba nada; de mi madre sólo tenía unas cuantas memorias que no quería olvidar”, dice Zamora a Efe. Se imaginaba que sus padres y todos en Estados Unidos vivían en una gran casa similar a la de la comedia Full House, y que hasta tendría piscina y cancha de fútbol. “Realmente me imaginaba que cuando cruzara la frontera inclusive iba a estar nevando”, recuerda.

La emoción de reunirse con sus padres muy pronto dio paso a un estado de “supervivencia” en un recorrido de más de 3 mil millas (4800 kilómetros) con numerosos desconocidos y un “coyote”, en el que su inocencia se extinguió al experimentar múltiples peligros, e incluso la cercanía con la muerte.

La amistad que desarrolló con otras personas en el camino le permitió sobrevivir una travesía en la que por primera vez fumó un cigarrillo y le apuntaron con una pistola.

Portada de la edición estadounidense de "Solito", de Javier Zamora.
Portada de la edición estadounidense de "Solito", de Javier Zamora.

“UN PERFECTO MENTIROSO”

Este viaje, en palabras del propio Zamora, lo convirtió en un “perfecto mentiroso”.

Cuando llegó a la frontera de México con Estados Unidos intentó cruzar a través del desierto de Arizona, cerca de la población de Nogales. En ese entonces no existía el extenso muro fronterizo que ahora divide a ambos países.

Sin embargo, en su primer intento fue arrestado por “la migra”. Para evitar ser deportado a El Salvador, Zamora mintió a los agentes fronterizos y dijo ser mexicano, práctica entonces común de los migrantes centroamericanos.

“Para poder mentir bien, en el camino me aprendí el Himno Nacional mexicano y los presidentes más importantes como Benito Juárez”, recordó el escritor.

En otro intento descubrió que “Gringolandia” estaba muy lejos de ser el lugar de ensueño que imaginaba.

Después de caminar varios días por el desierto, Zamora y otros migrantes estaban sedientos. A lo lejos vieron una ranchería a la que se acercaron y comenzaron a beber agua de una manguera.

De pronto salió un hombre con un arma y comenzó a disparar al aire, ordenando que nadie se moviera”, recuerda. El ranchero les dijo que podían tomar toda el agua que quisieran pero que no se podían ir y les apuntó con su arma por más de 20 minutos hasta que llegó la Patrulla Fronteriza.

Después de varios intentos fallidos, Zamora finalmente pudo reunirse con sus padres, terminando un recorrido que comenzó en abril de 1999 y finalizó en junio de ese año.

Después comenzó una etapa de adaptación a un nuevo país en el que siguió mintiendo para evitar que sus amigos y conocidos supieran que era un indocumentado.

La historia del viaje de Zamora es muy similar a las de miles de menores no acompañados que cruzan la frontera de forma irregular.

Cuando Zamora cruzó la frontera, todavía no existía el extenso muro que separa a Estados Unidos de México pero sí tuvo problemas con "la migra", como llama a la fuerza policial que patrullaba la zona. (Getty Images)
Cuando Zamora cruzó la frontera, todavía no existía el extenso muro que separa a Estados Unidos de México pero sí tuvo problemas con "la migra", como llama a la fuerza policial que patrullaba la zona. (Getty Images)

PROCESO DE SANACIÓN

“Decidí escribir este libro como parte de un proceso personal de sanación mental”, cuenta el autor sobre el libro, puesto a la venta en internet el pasado 6 de septiembre y que antes de terminar el mes llegará a las librerías de Estados Unidos.

El escritor relata que fue un “detonante” la política de “cero tolerancia” del expresidente Donald Trump (2017-2021), que llevó a la separación de incontables familias en la frontera. Las imágenes de niños llorando en centros de detención de la Patrulla Fronteriza que dieron la vuelta al mundo fueron demasiado para el escritor y le hicieron revivir muchos recuerdos de ese viaje que lo marcó para siempre.

En su libro, Zamora relata el impacto que tuvo en su vida su viaje a solas a Estados Unidos, sus problemas de comportamiento en la escuela y cómo fue que gracias a la escritura y su talento para la poesía logró regularizar su estatus migratorio en Estados Unidos mediante una “visa para personas extraordinarias”.

Con ayuda de una psicóloga, Zamora logró superar parte de esos recuerdos y plasmarlos en este libro, un seguimiento a una colección titulada Nueve años inmigrantes, que publicó en 2009, inspirada en el tema migratorio.

El autor, que ha recibido múltiples reconocimientos literarios, inclusive de The National Endowment for the Arts, una agencia federal independiente del Gobierno estadounidense, lamenta profundamente la división que persiste en torno a la inmigración. Considera que los migrantes deben ser considerados “refugiados” y que los niños que viajan solos para cruzar la frontera son simplemente “héroes”.

“Escribir este libro es algo que le debía a ese niño de nueve años que reprimí dentro de mí. Era tiempo de que contara su historia”, finalizó el escritor.

Fuente: EFE

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