#MeToo en la PSA: uno de los investigadores del atentado de CFK terminó procesado por abuso sexual de seis agentes

La Cámara Federal de La Plata revisa el procesamiento dictado sobre un jefe de división de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, que ya fue apartado de la fuerza. En su indagatoria, el acusado negó los hechos. Los testimonios de las víctimas

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Foto ilustración de un operativo en el que intervino la PSA
Foto ilustración de un operativo en el que intervino la PSA

Miradas lascivas, tocamientos impropios, besos “casuales” en la boca, masturbaciones, comentarios con doble sentido, demostraciones de poder y una única sensación: no querer volver a verlo. Eso fue lo que relataron distintas agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria ante la Justicia, cuando denunciaron a su jefe por abuso sexual, acoso y hostigamiento. También por abuso de poder. El apuntado es Enrique “Keko” Medina. Hasta que aparecieron las denuncias en su contra, estuvo al frente de la División de Inteligencia Criminal de la Unidad Operacional Control del Narcotráfico y Delito Complejo Central. Desde allí participó de la investigación de importantes causas de narcotráfico. Y de la causa por el atentado contra la vicepresidenta Cristina Kirchner. De hecho, él mismo lo mencionó en su indagatoria, según se desprende del fallo al que accedió Infobae y que ahora está bajo el análisis de la Cámara Federal de La Plata.

El imputado negó las acusaciones. Dijo que lo que buscaron con esta denuncia fue sacarlo de su cargo, arruinarle una carrera impecable. Fuentes de la PSA aseguraron que cuando las autoridades se enteraron de las denuncias, se hizo el procedimiento de rigor de apartar del cargo al implicado. Subrayaron que ya fue desafectado. “Es un hecho aislado pero no deja de ser una mancha para la fuerza porque esto no puede suceder”, resaltaron al ser consultados por este medio.

Infobae habló con G, una de las víctimas: la primera que decidió denunciar. “Me cuesta mucho hablar. No quiero aparecer. No estoy acostumbrada a esto -dijo G.-. Mi vida tiene que continuar, pero sigo con miedo. Llevo muchos años en la fuerza y esto no me había pasado nunca”. “Cuando veo su versión de los hechos, siento una mezcla de todo: asco, risa... No puedo creer que se justifique así”.

“Yo estaba en la unidad hacía seis años. Compañeros me comentaban que era una persona dificil, que tenía fama de investigar al personal... Hablan. Pero se presentó como un buen jefe. Me trataba por el apellido como a mis compañeras. Saludaba con el puño. En algunos momentos registré miradas. Nosotras llevamos la credencial en el pecho. Justo hacia calor en pleno verano. No lo quise tomar como nada en particular... Después las cosas se fueron agravando”, dijo.

Días después, Medina entró a la oficina donde ella estaba sola. Se asustó porque estaba usando el celular y podían reprenderla. “Me empezó a mirar los pechos. Era algo ya muy obvio, él sabía que me estaba mirando. Me habló. Se acerca para saludarme con un beso, algo que no hacía. Y me encaja un beso en la boca y se va. Yo me sentí una boluda porque me había levantado bruscamente. Me quedé pensando si había sido mi culpa. Lo negué mentalmente. No se lo podía contar a mi pareja. Se lo conté a mi compañera y me dijo que lo conocía y era un asco de baboso”.

“Pasó el tiempo y no pasó más nada, ponen un nuevo jefe, entre él y yo, yo protestaba porque como era nuevo el trabajo lo hacía todo yo. Un día me llama a su oficina, estaba con las piernas abiertas, con ese gesto de poder. Me quedé parada enfrente, él me mira de arriba de abajo. Se detiene en el pecho, en la cadera, y noto que se estaba tocando por arriba del pantalón. Noto los movimientos. Me dice: ‘vos re das para ser mi secretaría, no vas a renegar más’. Me fui, no me gusto la situación, llegué a casa llorando”, contó a Infobae.

Después pasaría lo que la decidió a denunciar: “Estaba saliendo de la oficina. Me toca la cola, la mano en el centro de los gluteos, me da un beso en el cuello y me dijo ‘quedate’. Tuve un escalofrío. Abrí la puerta y me fui. Una compañera me vio blanca, me preguntó qué me pasaba. Entré al baño en llanto. No podía más”. Su amiga fue a consolarla. Y le dijo que le pasó algo parecido. Decidió denunciar y ahí no encontró la ayuda que esperaba en la oficina de género, algo que también fue denunciado en la Justicia. Desde ese día, su jefe comenzó a “tratarla mal”. “No perdía la oportunidad para humillarme, decirme que no hacía las cosas bien en el trabajo”. Incluso lo escucharon decir: “A esta la voy a rajar a la mierda”. Un día, su jefe citó a su novio, también miembro de la PSA. “Ahí entendí que no me iba a dejar de molestar ni de acosar”.

Cuando se supo que había denunciado a Medina, distintas agentes de la fuerza se comunicaron con ella, algunas desde el interior del país, para decirle que habían vivido situaciones similares. Para muchas estaba naturalizado. Otras terminaron con tratamiento psicológico. No quisieron hablar en la causa. Estuvo bajo licencia psicológica hasta que regresó hace poco a trabajar. Con el avance de la investigación, “hubo agentes que se solidarizaron, pero hay otros que son amigos de Medina que nos dicen ‘tengan cuidado con ellas que te denuncian’”, dijo G a este medio.

La fiscal Cecilia Incardona
La fiscal Cecilia Incardona

Lo que sigue son los relatos que hicieron distintas agentes de la PSA y que escucharon la fiscal federal de Lomas de Zamora Cecilia Incardona y el juez federal Luis Armella para dictar en febrero pasado el procesamiento de Medina. Los nombres de las víctimas no serán mencionados. El testimonio 1 es el que reflejó Infobae.

Testimonio 2: “Me pidió que abriera una caja fuerte pequeña que hay ahí. Se me puso muy cerca. Yo no me quería mover porque lo tenía muy pegado”. “Me hacía comentarios sobre mi forma de vestir o de mi cuerpo. Me dijo en un momento algo como ‘que lindas manos, que haría con esas manos’” (...) Me propuso ir a trabajar con él en su oficina, que sea su secretaria. Me dijo: ‘Vas a estar más tranquila, sé que tenés hijos y estás sola’”.

Testimonio 3: “Me hacía comentarios de mi cuerpo, me decía que estaba flaca y que me quedaba bien; me decía que a él le gustaban las mujeres así. Que lo tenía que aguantar así baboso y feo como es porque él no me iba a dejar ir. Sé que hay muchas compañeras que sufrieron situaciones similares. (…) Yo también lo denuncié por acoso sexual, hostigamiento y acoso laboral”. Después recibió un llamado en donde le avisaron que su jefe advirtió: “Esta hija de puta me la va a pagar”. “Hay muchas compañeras que sufrieron esto también pero no denuncian por miedo, porque esta persona amenaza con mandarnos a otras unidades, mandarnos a otras provincias, dejarnos sin trabajo (…)”. Dijo tener pesadillas con él “todos los días”. Soñó que la quería matar.

Testimonio 4: En octubre de 2021, hacía poco había llegado la unidad. “Yo estaba en mi escritorio parada viendo unos papeles, sola en la oficina. Cuando entró Medina y se me puso atrás a un costado muy cerca y me agarró del hombro izquierdo y se me acercó al oído y me dijo ‘morocha’ con una voz provocativa, que a mí me produjo mucho asco, y me tocó la cola con la mano derecha, yo me quedé helada, en shock. No dije nada porque no supe cómo reaccionar, y después él se fue…”. La mujer aseguró que empezaron a hacer seguimiento sobre ella, querían saber dónde vivía, sacaban fotos a su casa según le avisó una vecina. Dijo que se lo pidió el acusado a un subordinado. “Yo estoy separada hoy en día y vivo sola y tengo mucho miedo, llegue a pedirle a mi ex que vuelva a vivir a mi casa para no estar sola”.

Testimonio 5: “Es conocida esa forma de manejarse de Medina dentro de la fuerza y a él si le gusta una chica y esta no le da bola la trata mal. Internamente se comenta que Medina es un baboso, que le gusta que las chicas estén atrás de él y que si eso no pasa las descalifica. Dice que son inútiles, que no sirven para nada… Me llamó, fui a su oficina, y ahí me dijo ‘vos te hacés la difícil pero sé cómo sos’. Se paró y extendió la mano y me tocó un pecho. En ese momento yo quedé paralizada y le dije ‘te estás equivocando’. Luego, me fui de la oficina y no me dijo más nada pero me puse mal (…) Después, pasó un tiempo y mi marido, que era también de esa unidad, vuelve después del COVID y lo sacan de ahí. Dijeron que lo sacaban porque Medina había dicho que no confiaba en él (…) Ayer me notificaron que me armaron un sumario en control policial de PSA, a mí y a mi marido”.

 "Se me puso muy cerca. Yo no me quería mover porque lo tenía muy pegado”, dijo una de las víctimas (Foto ilustración: Pxhere)
"Se me puso muy cerca. Yo no me quería mover porque lo tenía muy pegado”, dijo una de las víctimas (Foto ilustración: Pxhere)

Testimonio 6: “Medina siempre me mandaba mensajes y me comentaba los estados (...) por la experiencia con los hombres en la fuerza lo mejor es mantener la distancia y tratarlos de usted. Por eso a mí me sorprendía que aún no teníamos un vínculo laboral y él ya me mandaba mensajes personales por whatsapp. Un domingo, me dijo ‘no me olvido de vos, siempre te tengo presente, pronto vas a estar conmigo’”. La joven fue asignada al equipo de Medina. “Para mí fue un infierno”, dijo. Su jefe le pedía información sobre otra oficial y su estado civil. “Medina estaba muy interesado en la vida personal, sobre todo de las mujeres. Ahí se empezó a ponerse más cercano, cariñoso, no sé cómo decirlo.Teníamos una cafetera. Cuando yo iba a hacer café él se acercaba y me ayudaba. Me agarraba de la cintura, me tocaba el hombro. Para mí fue re incómodo. Con el pasar de los días, él me hacía comentarios con doble sentido adelante de todos, y él me decía ‘veni acá', al lado suyo. Y yo iba con el cuaderno pensando que necesitaba algo y me sacaba charla, me preguntaba de los tatuajes, me tocaba la pierna, los brazos. Yo me sentía muy incómoda pero sólo lo esquivaba”.

“Ahí empezaron a empeorar los chistes en doble sentido. Cuando le pasaba el café, me agarraba las manos, me miraba las tetas, hasta que un día él estaba en su escritorio parado. Era la hora que yo me tenía que ir. Yo trataba de no entrar a la oficina cuando él estaba solo, así que me acerqué a la puerta y desde ahí le pregunté si necesitaba algo más. Me dijo ‘no te escuchó’. Así que entré, le pregunté si necesitaba algo más y él me agarró las manos y se acercó y me preguntó “¿qué tenés para darme?”. Yo me puse re nerviosa, miré para todos lados y le dije: ‘no sé, ¿necesita un café?’” . Insistió y, ante una nueva negativa, le respondió enojado ‘anda’”. Pero volvió sobre ella e insistió: “‘¿lo pensaste? ¿no tenés nada más para ofrecerme?’ y me agarró el hombro”. Ella respondió: “señor, ya dejé todo hecho”. Y se fue. “Después, habían salido los ascensos, ascendieron todos menos a mí y dos oficiales más”.

Testimonio 7: “Me pedía que le haga fotocopias, o que le alcance cosas y me daba cuenta que eso lo hacía para observarme la cola. Me miraba de una manera que a mí me ponía incomoda. A mí no me gustaba quedarme sola en la oficina con él. Cuando él me pedía que le alcance cosas muchas veces noté que me miraba y estaba sentado con las piernas abiertas y con la mano en el bolsillo tocándose”. La agente muchas veces escuchó comentarios del tipo “ese pantalón te hace linda cola”. Una vez Medina le dijo que le iba a enseñar su firma para que la supiera falsificar por si era necesario. “Estaba sentada en mi escritorio y se me acercó por atrás de la silla y me apoyó sus partes íntimas en la espalda. Me quedé inmóvil, me agarró la mano para enseñarme cómo era su firma y me dijo ‘deja que te la muestro”. Ahí entendí que tenía una doble intención”.

Testimonio 8. “Tengo miedo de declarar”. No fue la única que lo dijo, pero aseguró que Medina había puesto como persona de confianza a un varón trans. “Siempre lo usó como escudo porque al ser transexual, lo mandaba a cagar a pedos a otros porque nadie se iba a animar a denunciarlo por su condición de genero”.

La versión del acusado

Foto ilustración de operativos de la PSA
Foto ilustración de operativos de la PSA

En su indagatoria, Medina negó todos los cargos. Resaltó sus logros profesionales y los enemigos que se hizo en su carrera por haber hechos investigaciones a agentes de la fuerza. Precisamente, el imputado aseguró que cuando ascendió a este agente transexual hubo “malestar en algunos oficiales, particularmente mujeres”. Según aseguró, cuando llegó a esta unidad, “yo observé que todas eran mujeres solteras con hijos. Me pareció raro que estuvieran amontonadas. Problemas para cumplir horarios y guardias. Era mejor distribuirlas para poder hacer canje de días y horarios”.

“Estamos hablando de gente de más o menos 20 y pico de años, les cuesta bastante recibir directivas y acatar órdenes. Yo les decía salgan a hacer tareas investigativas y se encontraban en la calle, a almorzar o a hacer otras cosas, sin informar a sus jefes de equipo que suspendían sus tareas para relacionarse. Es inaceptable porque yo como jefe de unidad asumo con la judicatura una misión, y la gente que yo mando no lo cumple”.

“Yo como Jefe de Unidad no puedo mover gente. Todo lo tiene que decidir el Director Ejecutivo. No teníamos personal y lo necesitábamos. Estábamos con la causa de la Vicepresidenta y otra de Rosario, no puedo dar más detalles. Las 70, 80 personas que tenía no alcanzaban para todo lo que teníamos. Ya ir a Rosario es todo un tema, yo he trabajado con los Gendarmes que no tienen problemas de ir a cualquier lugar del país, la gente de la PSA no se quiere ir a ningún lado. Ya había llegado el pedido de reforzar por el tema de la droga en Rosario”, explicó en su descargo. En otro tramo, volvió a hablar de la causa por el atentado a Cristina Kirchner. “En la causa judicial de ‘Los Copitos’ se ordenó la escucha directa, y había que mandar oficiales. Los oficiales piensan que la escucha directa se manda al que más bronca se le tiene porque nadie quiere ir”, afirmó.

Medina justificó los comentarios físicos sobre las mujeres. “Es lo que yo trato de enseñarles sobre cómo hay que ir vestido a las tareas investigativas. Es una enseñanza. Si me doy vuelta y veo una chica, un masculino, y esa mujer tiene el pelo fucsia o es llamativa por algo que esté usando, eso implica que a la segunda vez que se dé vuelta, se va a dar cuenta de que la están siguiendo”, sostuvo. Cuando le preguntaron por qué tantos testimonios eran coincidentes en su contra, el inspector de la PSA respondió: “Alrededor de mi carrera he hecho investigaciones en causas donde estaban involucrados personal de la PSA. Eso genera odio, resquemores hacia mi persona. He metido preso a oficiales. Amigos y familiares. Si les pregunta si hicieron esto para sacarme a mí, van a contestar que no, no quieren que vuelva”.

La decisión del juez

El juzgado federal donde se investigó la causa
El juzgado federal donde se investigó la causa

El juez Armella hizo hincapié: “Un análisis integral de las declaraciones testimoniales permite concluir que los hechos de abuso sexual, acoso y hostigamiento, han quedado probados y también se ha acreditado que guardan un nexo de causalidad directa con el ambiente laboral” en el que todos los protagonistas actuaban. Si bien no hubo testigos directos de los hechos, los testimonios son coincidentes. También las declaraciones de los psicólogos que entrevistaron a las víctimas y confirmaron su estado de estrés, angustia y temor. No todos los hechos denunciados fueron considerados abuso sexual: seis sí.

Solo dos testigos jugaron en favor de Medina hablando del buen trato laboral. Las dos dijeron que los hechos no existieron, defendieron al acusado y afirmaron que las otras mujeres buscaban perjudicarlo. Una era su pareja; la otra, la pareja del oficial trans al que había ascendido, destacó el fallo. Otro abogado que también fue propuesto por la defensa terminó admitiendo “el trato abusivo y autoritario que Medina tenía para con sus subordinados, habiéndole indicado en varias oportunidades que debía cesar el mismo”.

“No puede soslayarse que los hechos bajo análisis tuvieron lugar en un contexto de violencia de género, lo que conmina al suscripto y a todos los operadores judiciales a ponderar todas las presunciones que se construyan a través de indicios graves, precisos y concordantes”, sostuvo el juez. El fallo aseguró: “Nos encontramos frente a un elemento de prueba ­realizado por técnicos especialistas­ que resulta corroborante respecto de las situaciones de abuso sexual, abuso laboral, estrés agudo y hostigamiento sufridos por las examinadas y que permiten reconocer los dichos de las víctimas y de los testigos de la causa”.

“Los dichos de Medina sobre las víctimas, en las que intenta demostrar que el conflicto se dio dado que aquellas no querían trabajar, no se encuentra corroborado ni pudo ser acreditado de modo alguno por el imputado. Por ello, sus dichos expresados en el marco de la declaración indagatoria no logran conmover el importante cuadro probatorio y torcer el criterio que habré de adoptar; tratándose de un vano intento por mejorar su situación procesal”, se añadió.

Para la fiscal Incardona, hubo “comportamientos lesivos de la integridad de los trabajadores –entre otras cuestiones, maltrato, persecución y hostigamiento–, los que no resultaron esporádicos sino que se trataba de maltratos reiterados y sistemáticos de los cuales se infería una intencionalidad degradante para aquellos a quienes iban dirigidos. Se advierte, además, el abuso de poder ejercido por Medina”.

Y añadió: “El hostigamiento llegó, incluso, hasta la propia humillación del trabajador. Recuérdese el testimonio que indica que obligó a una empleada a bañarse y el que hizo mención a los insultos y descalificaciones proferidos contra otros empleados. Muchos trabajadores percibieron ese abuso de autoridad como un sometimiento hacia Medina, a través de la intolerancia para con el error en la ejecución de las tareas asignadas, la falta de reconocimiento para con su desempeño, la antigüedad, llegando a incluir el maltrato y la comunicación verbal irrespetuosa. La relación laboral se tornó tóxica, obligando a algunos empleados a solicitar sus pases, licencias psiquiátricas e, incluso, asistencia psicológica”.

En febrero pasado, Medina fue procesado por “abuso sexual, abuso de autoridad y violación de deberes de funcionario público”. Ya desde diciembre tenía una prohibición de acercamiento a las víctimas. La defensa apeló el fallo. “Estas declaraciones han sido copiadas y pegadas para la imputación y luego para la valoración de la prueba, sin ningún tipo de análisis sobre su veracidad o apoyatura en otros elementos de prueba más allá de los dichos y de referir que entre ellas son contestes, aun cuando ya se ha dicho que las denunciantes son amigas y/o compañeras de trabajo que además cuentan con la misma asistencia letrada, por lo que no cabe duda de que iban a ser contestes en el armado de cada uno de sus dichos”, sostuvo la presentación a la que accedió Infobae.

El acusado negó haber estado en la oficina en uno de los hechos denunciados y aseguró que ante la falta de más pruebas debió haberse dictado una falta de mérito. “Y es que 29 años de servicio en la Policía de Seguridad Aeroportuaria, habiendo dirigido 7 equipos de trabajo en la última Unidad a su cargo con delitos complejos, se vieron totalmente destrozados y su reputación aniquilada, siendo ignorado en el uso de su derecho de defensa en juicio”, afirmó la defensora Laura Flores. Desde la fiscalía de Cámara se pidió confirmar el procesamiento. La decisión está en manos de la Sala II de la Cámara Federal de La Plata.

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