El insólito partido sin rival que clasificó a Chile para el Mundial de Alemania 74

La Unión Soviética se negó a jugar en el Estadio Nacional de Santiago, convertido en un campo de concentración del régimen de Pinochet, pero por orden de la FIFA el encuentro se disputó igual y duró apenas 30 segundos

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La URSS se negó a jugar, pero el encuentro se disputó igual por orden de la FIFA
La URSS se negó a jugar, pero el encuentro se disputó igual por orden de la FIFA

Eran las 18.30 del 21 de noviembre de 1973. El árbitro sonó el silbato. Comenzó el partido. Cuatro jugadores fueron avanzando en línea. La pelota fue corriendo de un costado al otro. No tenían obstáculos. Fueron doce toques. Hasta que la pelota le llegó al capitán del seleccionado chileno, Francisco "Chamaco" Valdéz. La adelantó dos veces, y a un metro de la línea pateó fuerte hacia la red.

El público del estadio Nacional de Santiago lo aclamó.

El tablero electrónico marcó:

Copa del Mundo FIFA 1974. 
Chile 1, Unión Soviética 0

Fue el gol más insensato de la historia de los Mundiales. Pero la FIFA lo convalidó.

Con ese gol, en un partido que duró 30 segundos, que jugaron contra nadie, Chile clasificó a Alemania '74.

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70 días antes.

El 11 de septiembre de 1973 los aviones bombardeaban el Palacio de la Moneda. La voz del presidente socialista Salvador Allende se hacía audible por encima de las interferencias en Radio Magallanes.

"Ésta será seguramente la última oportunidad en que me dirija a ustedes… Sólo me cabe decir a los trabajadores, yo no voy a renunciar Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo…".

Era un día nublado. Los jugadores se fueron enterando del golpe militar por la radio. Estaban concentrados, terminando su preparación para viajar a Moscú en busca de una plaza en el Mundial de Alemania.

Entonces en el Mundial sólo participaban 16 equipos.

Bombardeo del Palacio de la Moneda del 11 de septiembre de 1973
Bombardeo del Palacio de la Moneda del 11 de septiembre de 1973

Chile había llegado a las Eliminatorias Sudamericanas con un cambio de técnico. Luis "Zorro" Álamos reemplazó al alemán Rudi Guteldorf con la intención de terminar con un tiempo de confusión y desconcierto.

Los jugadores no lo entendían.

La base del equipo del "Zorro" Álamos eran jugadores que había dirigido en el Colo-Colo. El equipo chileno ese año había perdido la final de la Copa Libertadores con Independiente de Avellaneda, luego de dos empates, uno en Avellaneda y otro en Santiago. El tercer partido se jugó en Montevideo el 6 de junio de 1973. Independiente venció 2 a 1.

Del mismo modo accedería Chile a su partido decisivo con la Unión Soviética: con un tercer partido en el Centenario de Montevideo frente a Perú, al que venció 2 a 1.

El golpe de Estado impactó en el ánimo del plantel.

Muchos jugadores habían hecho pública su afinidad y compromiso con el gobierno de Unidad Popular de Allende y temían represalias contra sus familiares cuando viajasen a Moscú.

Carlos Caszely, que desde hacía dos meses jugaba en el club Levante de España, era uno de ellos. La inteligencia chilena –de la DINA o de la Central Nacional de Informaciones- estaba detrás de cada movimiento y declaración suya.

El viaje a la Unión Soviética, en medio de una tensión diplomática con ese país, suponía un riesgo para la vida del plantel. Incluso recibieron amenazas para que no viajaran.

Después del golpe militar, miles de chilenos se asilaron en embajadas para salvar sus vidas. Ni siquiera el cuerpo diplomático extranjero estaba exento de la represión.

El dictador chileno Augusto Pinochet
El dictador chileno Augusto Pinochet

El embajador sueco Harald Edelstam, que dio asilo a 500 refugiados políticos, fue atacado a golpes por militares y policías cuando intentó evitar que sacaran de la cama a una asilada uruguaya que había sido trasladada a una clínica para una operación quirúrgica (tenía cáncer de estómago). Finalmente la paciente refugiada fue enviada al cuartel d Investigaciones.

El régimen declaró a Edelstam "persona no grata" y lo expulsó de Chile dos meses después.

Santiago estaba bajo constante requisa militar acción, con rastrillajes, detenciones y fusilamientos diarios por condenas de la justicia militar "para tiempos de guerra".

infobae

La delegación de fútbol chilena intuía que la recepción en Moscú sería fría.

La Unión Soviética, que consideraba a Allende su aliado en Sudamérica, también había roto relaciones diplomáticas con Chile tras el golpe de Estado.

Una semana después del golpe de Estado, el 18 de septiembre, en viaje hacia el aeródromo Los Cerillos, el micro de los jugadores se detuvo en la Penitenciaría.

Fueron a saludar al médico del plantel Álvaro Reyes Bazán que había sido detenido. Le dejaron una camiseta firmada.

Después de una escala en México para un partido amistoso contra la selección local, que Chile ganó por 2 a 1, la delegación llegó a Moscú para disputar el partido de ida del repechaje mundialista.

Había cuatro grados bajo cero.

El primer contrapunto surgió cuando dos jugadores fueron separados en la aduana porque las fotos de su pasaporte no se correspondían con su fisonomía.

El defensor Elías Figueroa, que además no tenía visa, tenía el pelo mucho más largo que en la foto. Y Carlos Caszely lucía bigotes que no estaban en su imagen del pasaporte. Dudaban que fuera la misma persona.

Carlos Caszely, estrella de la selección chilena
Carlos Caszely, estrella de la selección chilena

Chile no tenía representación diplomática en Moscú. En el aeropuerto sólo los recibió un traductor. El técnico Álamos le transmitió que si retenían a un jugador no entraría ninguno.

El miércoles 26 de septiembre Unión Soviética y Chile jugaron en el estadio Lenin frente alrededor de 60 mil personas. Hubo silbidos. El clima inicial fue de hostilidad.

Las autoridades prohibieron el ingreso de la prensa extranjera. No se conocen registros audiovisuales del partido. Aparentemente no habría sido grabado. Tampoco fue transmitido por radio.

Los noventa minutos se convirtieron en un mito en la historia del fútbol chileno.

Más allá del partido, el único registro que quedó del viaje a Moscú fueron las fotos personales de los jugadores en la Plaza Roja o en una función de ballet en el teatro Bolshói.

El periodismo local esperó novedades por los cables de las agencias de noticias; los familiares de los jugadores estuvieron a la espera de un llamado telefónico desde Moscú para saber de sus vidas.

Carlos Caszely junto a Salvador Allende
Carlos Caszely junto a Salvador Allende

La URSS, que había sido subcampeón de la Eurocopa en 1972, salió a avasallarlos desde el primer minuto. Contaba con el ucraniano Oleh Blojín, goleador de Dínamo de Kiev, y uno de los mejores delanteros de Europa de esos años.

La misión de Chile era evitar el gol.

Armó una muralla con seis defensores, tres mediocampistas, y dispuso a Caszely como único delantero. En el primer tiempo, apenas si pasaron el mediocampo, y Chile pudo resistir todos los ataques aéreos con Elías Figueroa, que jugaba en el Internacional de Porto Alegre, y regresaba a la selección chilena luego de seis años. A Figueroa lo favoreció que el árbitro del partido había sido el brasileño Armando Marques, al que conocía del fútbol de ese país. Le perdonó su destemplanza al momento de cortar los ataques soviéticos, incluso cuando sacó a Blojín fuera de la cancha.

En el segundo tiempo Chile llegó a tirar un tiro en el palo.

Fue cero a cero. La prensa chilena lo calificó como hazaña.

La presunción era que la Unión Soviética aspiraba a una goleada en Moscú porque sus dirigentes ya preveían que no jugarían el partido de retorno en Chile. Y aún cuando se lo dieran por perdido por ausencia (2 a 0), podrían participar en el Mundial de Alemania del año siguiente. La Unión Soviética había participado de manera continua en los Mundiales desde Suecia '58.

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Santiago: el terrorismo de estadio

Poco después del empate en el estadio Lenin, la Unión Soviética informó a la FIFA que no jugaría en Chile. Y reclamó una nueva sede en Latinoamérica para el partido decisivo. Podría ser Lima o Buenos Aires. Argumentó "razones morales" que impedían su participación. "Los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estado de Santiago, salpicado con la sangre de los compatriotas chilenos", consignaron.

En forma simultánea, Irlanda del Norte había sido autorizada por la FIFA para jugar fuera de su territorio contra Bulgaria y Portugal, por falta de seguridad.

Pero la FIFA rechazó el pedido soviético. Entendía que no existían motivos para el cambio de escenario.

Sin embargo, prometió que un grupo de dirigentes visitaría las instalaciones del Estadio Nacional de Santiago para observar si estaba en condiciones para jugar el partido de vuelta.

Después del golpe de Estado, el Ejército había tomado el control del estadio y lo utilizó como campo de concentración para presos políticos.

Eran recibidos con una voz que salía de un megáfono.

"Les habla el comandante a cargo del recinto para decirles que ustedes están presos aquí porque son enemigos de la patria y no merecen ser llamados chilenos. Y ésta que tenemos aquí montada es una ametralladora punto treinta…".

El Ejército utilizaba el estadio como campo de concentración
El Ejército utilizaba el estadio como campo de concentración

Mientras muchos de los prisioneros permanecían en las tribunas vigilados por los guardias; otros eran interrogados y torturados en los baños o los vestuarios. Un "encapuchado", ex militante socialista, se paseaba escoltado por los militares por el estadio para delatar a los partidarios de izquierda. Su presencia generaba terror. Cuando los señalaba, los detenidos eran expuestos a los interrogatorios y la tortura.

Además del estadio, también se utilizaban las instalaciones del Velódromo, ubicados a doscientos metros. Allí los detenidos eran colgados de una roldana y le aplicaban descargas eléctricas en los interrogatorios. Los muertos eran trasladaban en camiones cerradas.

Se calcula que en los primeros dos meses de gobierno de Pinochet pasaron alrededor de 40 mil detenidos.

El estadio había sido utilizado como sede del Mundial de 1962.

En las tribunas, el cantor Víctor Jara escribió su último poema en dos hojas que tomó de una libreta prestada, "Estadio Nacional".

"Somos cinco mil/en esta pequeña parte de la ciudad/ Somos cinco mil/ ¡Cuántos seremos en total/ en las ciudades y en todo el país?".

Cuatro años antes, en ese mismo estadio, Jara se había consagrado con el primer premio en el Festival de la Nueva canción por "Plegaria para un labrador".

El día del golpe de Estado, Víctor Jara fue a la Universidad Técnica de Santiago para participar de un festival "Por la vida. Contra el fascismo". Le costó llegar. En las calles ya había movimiento de tropas y tanques militares. Por la tarde, después de los bombardeos a La Moneda, se declaró el toque de queda y los estudiantes quedaron varados, imposibilitados de salir.

El cantautor chileno Víctor Jara (EFE/Fundación Victor Jara)
El cantautor chileno Víctor Jara (EFE/Fundación Victor Jara)

Al amanecer del 12 de septiembre las tropas rodearon la Universidad Técnica, los tomaron prisioneros y obligaron a punta de bayoneta a marchar hacia el Estadio Nacional. Eran alrededor de 600, entre estudiantes y profesores.

Víctor Jara estaba confundido entre ellos.

Hasta que un suboficial lo reconoció. "El cantor de pura mierda…", avisó a sus pares. Lo molieron a golpes. En el estadio, lo separaron del resto, lo desfiguraron, y lo arrumbaron sin agua ni alimentos.

Después de tres días de interrogatorios lo asesinaron de 44 impactos de bala. El primero de ellos, fue una "ruleta rusa", en la sien.

Otro de los asesinados en el estadio Nacional fue el guionista norteamericano Charles Horman, el 19 de septiembre, apareció en la calle y fue enterrado como NN. Su caso resultó la base de la película "Missing", de Costa-Gavras.

Para el día de la llegada de los inspectores de la FIFA para supervisar el Estadio Nacional la mayoría de los detenidos habían sido trasladados. Los que quedaban fueron llevados a los vestuarios, debajo de las tribunas. No podían ser vistos desde la cancha. Y estaban amenazados por los militares para que hicieran silencio.

La FIFA observó el césped y dio el visto bueno para que Chile y la Unión Soviética pudieran dirimir el partido de vuelta, que clasificaría al ganador a la Copa del Mundo de Alemania.

El "partido fantasma" se disputó el miércoles 21 de noviembre de 1973 a las 18.30. Los jugadores chilenos formaron, fueron fotografiados, avanzaron con la pelota e hicieron el gol frente al arco vacío. Más de 15.000 personas en las tribunas lo aplaudieron.

De este modo obtuvieron el pase a Alemania '74.

Pocos meses después, antes del Mundial, Caszely –que jugaba en España-, regresó a Chile y se enteró que su madre había sido secuestrada y torturada por el régimen. Su hijo no podía creerlo. Ella se abrió la blusa y le mostró sus pechos con quemaduras. Se abrazaron y lloraron.

Cuando Pinochet convocó a la delegación chilena para desearle buenos augurios en la competencia en Alemania y estrechar sus manos, Caszely fue el único jugador que le negó el saludo. Mantuvo sus manos en su espalda, y lo miró fijo.

Una de formas que Caszely encontró para homenajear a los torturados y fusilados del Estadio Nacional fue hincarse en el festejo de sus goles hacia una tribuna vacía.

En 1988, tres años después de retirarse del fútbol, participó junto a su madre de la Campaña del No, para impedir la continuidad de Pinochet en el poder. El "no" ganó con el 56% de los votos.

*Marcelo Larraquy es periodista e historiador (UBA). Su último libro es "Primavera Sangrienta. Argentina 1970-1973. Un país a punto de explotar. Presos políticos, guerrilla y represión ilegal". Editorial Sudamericana. @mlarraquy

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