Hermano Eduardo: “Ni cuando perdí mi mano dudé de mi fe”

A los 12 años su mano izquierda fue destrozada por la moledora de una carnicería, donde trabajaba para poder comer. A los 16 se unió a un grupo juvenil de los franciscanos en Corrientes, y ahí comenzó su amor por Jesús. En 2017, la fundación Te Doy Una Mano le hizo una prótesis 3D y hoy puede decir: “Fue muy emotivo sentir que podía volver a abrazar”.

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El poder de la oración. Después de 30 años con una sola mano, hoy puede dar misa en la iglesia correntina Santa Rita. Lo primero que hizo cuando recuperó la otra fue “barrer, sostener el mate y clavar un clavo en la pared”
El poder de la oración. Después de 30 años con una sola mano, hoy puede dar misa en la iglesia correntina Santa Rita. Lo primero que hizo cuando recuperó la otra fue “barrer, sostener el mate y clavar un clavo en la pared”

El hermano Eduardo (44), como lo conocen todos en la ciudad de Corrientes, vive allí desde que sus padres se separaron cuando él tenía 10 años, y su madre se ocupó de criarlo junto a sus tres hermanas. "Desde muy chico tuve que trabajar para ayudar en casa. Además, los cuatro crecimos en un internado. Yo volvía a dormir a mi casa y los fines de semana salía a vender verduras, pan casero y tortas fritas por las calle. En mi casa todos ayudábamos, porque no nos sobraba la plata y había días que ni teníamos para comer", cuenta el religioso, quien perdió su mano izquierda cuando tenía 12 años y ahora puede cebar mate en la iglesia Santa Rita gracias a que la fundación Te Doy Una Mano le hizo una prótesis 3 D.

–¿Cómo fue el accidente que te privó de tu mano izquierda?

–Mientras trabajaba vendiendo tortas fritas, conocí una carnicería que me daba huesos y grasa. Yo, para agradecerles, les limpiaba el local. Así fui ganando la confianza de los dueños y empecé a trabajar. Un día no teníamos nada para comer en casa… Entonces salí del cole y le dije a mi mamá que me iba a la carnicería para conseguir sebo y poder hacer unas tortas fritas. Mi madre presentía algo y no quería que fuera, pero por la necesidad fui igual. Ese día faltó un empleado y me puse a ayudarlos, sin saber que la máquina de moler no andaba bien. Me subí a unas cajas, me distraje y la moledora comenzó a apretar mi mano. El carnicero se desmayó al ver tanta sangre y yo logré desenchufar la máquina, con la que me llevaron hasta el hospital. Cuando llegué, quería que me vendaran para volver a mi casa y llevar la comida. Hasta recuerdo que les pedía por favor que no me tiraran la bolsa de sebo que había juntado para hacer las tortas fritas.

Lo primero que hice cuando recuperé la otra mano fue barrer,sostener el mate y clavar un clavo en la pared”, contó el Hermano Eduardo
Lo primero que hice cuando recuperé la otra mano fue barrer,sostener el mate y clavar un clavo en la pared”, contó el Hermano Eduardo

–¿Cuál fue tu reacción cuando descubriste que te faltaba la mano?

–Al principio no me di cuenta. Por la anestesia me desperté casi una semana después, y vi que tenía la mano izquierda vendada. Al lado mío estaba mi mamá llorando. Ella me contó lo que había pasado. En ese momento sentí que el accidente me había ocurrido por desobedecerle. Volví a mi casa un mes después. No quería ir más a la escuela, pero poco a poco Dios me encaminó de nuevo.

–¿Te hicieron bullying en la escuela?

–No, nunca. Además, tenía un amigo al que también le faltaba su mano. Él me ayudó a superar lo que me pasaba y así pude salir adelante.

–¿Esa pérdida fue lo que te llevó a tomar la decisión de hacerte cura?

–No, pero todo me fue guiando. A la Iglesia llegué a los dieciséis años, cuando un amigo me llevó a conocer al padre franciscano Rolando Ernst. Al verlo con el hábito marrón me fascinó. Me invitó a participar de un grupo de jóvenes. En esos días comenzó mi enamoramiento por Jesús. Cuando conocí la vida de San Francisco sentí que tenía muchas cosas en común y que estaba en el camino acertado. Hoy siento que mi misión es estar al servicio del más necesitado.

Estuve 30 años viviendo sólo con la derecha. Una de las cosas más emotivas fue sentir que podía volver a abrazar.
Estuve 30 años viviendo sólo con la derecha. Una de las cosas más emotivas fue sentir que podía volver a abrazar.

–¿Alguna vez dudaste de tu fe?

–No, ni cuando perdí mi mano. Además, cada día que pasa me enamoro más de mi iglesia y de haber elegido este camino de servicio y entrega.

–Contame cómo te cambió la vida cuando te ofrecieron la prótesis 3D.

–Conocí la fundación Te Doy Una Mano, que lideran Guillermo y Gerónimo Cabrera, gracias a una feligresa de la comunidad de Santa Rita. Ella fue la que se comunicó con ellos por Internet –yo no soy bueno con la tecnología– y se comprometieron a hacerme la mano que me faltaba. Al principio fue extraño volver a tener mi mano izquierda, porque estuve 30 años viviendo sólo con la derecha. Una de las cosas más emotivas fue sentir que podía volver a abrazar y mis manos se podían tocar al cruzar una espalda. Después volví a aprender a barrer, a sostener el mate y a clavar un clavo en la pared.

–Viajaste con la familia Cabrera a ver al papa Francisco. ¿Cómo fue ese encuentro?

–Mi viaje a Roma fue un regalo que no me esperaba ni soñaba. Pero gracias a la familia Cabrera pude ir y estar junto a Francisco… Fue emocionante hablar con él. Le pedí su bendición para toda la gente de Corrientes y la Argentina. Yo siento que me dio más fuerzas para seguir misionando. Después del encuentro me quedé toda una noche rezando y agradeciendo en la Plaza San Pedro por todos, y especialmente por la obra de bien que hace esta familia. Ellos ayudan para que la gente esté más feliz, y eso nos hace bien a todos.

Guillermo y Gerónimo Cabrera, fueron a Roma en 2018 junto al hermano Eduardo para contarle al papa Francisco acerca de la fundación Te Doy Una Mano, su emprendimiento solidario.
Guillermo y Gerónimo Cabrera, fueron a Roma en 2018 junto al hermano Eduardo para contarle al papa Francisco acerca de la fundación Te Doy Una Mano, su emprendimiento solidario.

Te doy una mano
Guillermo y Gerónimo Cabrera, padre e hijo, fueron a Roma en 2018 junto al hermano Eduardo para contarle al papa Francisco acerca de la fundación Te Doy Una Mano, el emprendimiento solidario que arrancaron hace poco más de dos años. A la fecha entregaron más de 350 manos ortopédicas en Argentina, Brasil, Uruguay, México, República Democrática del Congo y Mozambique. "Es emocionante cuando los chicos nos dicen que gracias a sus dos manos van a poder abrazar a su mamá. Es muy gratificante ver que con nuestras manos con diseños de superhéroes se sienten felices porque pueden agarrar sus juguetes y cortar su comida". Además de manos 3D crearon "porta-sueros con superpoderes". Esta innovación hoy recorre hospitales de todo el país: sirve para que los pequeños pacientes de cáncer puedan elegir los poderes de su superhéroe favorito.

por Pablo Procopio                                                                                                              fotos: Gentileza Graciela Magalí Ortega y Florencia Rodríguez.                        Para contactarse: facebook.com/tedoyunamanook