
Habrá que echarle la culpa al excéntrico barón de Portanova –que en paz descanse– y a aquella fiesta que dio en Montecarlo en 1984, en medio de tanto lujo y ostentación. Porque allí comenzaron los problemas para la eterna Gina Lollobrigida, por entonces una diva en retirada, con 57 años muy bien llevados.
Entre copas de champagne y caviar por doquier, un jovencito de 23 años –español y empresario– llamado Javier Rigau Rafols posó sus ojos sobre la estelar italiana. Se gustaron. Hubo chispazos. Y comenzaron un tórrido romance, que sólo se hizo público dos décadas después, cuando anunciaron sus planes de casamiento, luego concretado en dudosas circunstancias.
Hoy, los protagonistas de esta historia viven un momento totalmente distinto. Gracias a un documento firmado por el mismísimo papa Francisco –por si algo le faltaba al culebrón–, Lollobrigida acaba de lograr la anulación de dicho matrimonio.
La star del cine tiene 91 años, el empresario 57, la misma edad de Gina cuando se enamoraron. Entre acusaciones cruzadas y planes maquiavélicos, la novela va encontrando su previsible final. "Puedo decir que soy nuevamente una señorita", declaró Lollobrigida a un periódico italiano. La frase sirve de epílogo para la extensa batalla judicial que protagonizó con su ex, comenzada formalmente en 2013.

Ah, para algún distraído que no lo sepa: Lollobrigida –nacida el 4 de julio de 1927 en Subiaco, Italia– es una de las máximas divas del cine mundial. Brilló en los 50' y 60' en películas como Notre Dame de París, Trapecio y Tuya en septiembre, entre otras. Desde 1948 hasta 1971 estuvo casada con el médico esloveno Mirko Skofic y tuvieron un hijo, Mirko Junior. Hasta ahí todo clarito… Pero luego del affaire con el español, las cosas se pusieron densas. Porque más allá del anuncio de casamiento, difundido por los medios en 2006, poco se supo después de esta extraña pareja.
Según la denuncia de Gina, el intrépido empresario "fraguó el casamiento el 29 de noviembre de 2010 ante el Arzobispado de Barcelona" sin que ella tuviera conocimiento, con la única intención de sacarle hasta el último euro de su cuenta bancaria.
Así se sucedieron las citaciones en la Corte, hasta que la diva concurrió nada menos que al Tribunal de la Rota Romana, uno de los más altos de la Iglesia Católica. "¡La verdad tenía que imponerse! Y que esta resolución lleve la firma del Papa me da más felicidad todavía", se alegró Gina. Como en las clásicas películas de su época, la actriz gozó de su propio final feliz.
Por redacción Gente.
Fotos: AFP
SEGUÍ LEYENDO:
Últimas Noticias
Asesinaron a la directora administrativa de un hospital de Guayaquil
Cómo es la votación mixta que Rodríguez Larreta analiza aplicar en CABA para destrabar la interna de JxC

Polémica en España: el bebé de la actriz Ana Obregón, nacido por gestación subrogada, enfurece al gobierno

Cómo participar de la subasta online de contenedores que pueden usarse cómo viviendas u oficinas

Lamborghini Revuelto: el increíble súperdeportivo híbrido que alcanza los 350 km/h y costará medio millón de dólares
