Navidad silver: detrás de los brindis, realidades complejas que requieren atención

Cuando pensamos en la Nochebuena, la imagen mental suele ser un anuncio de televisión: niños corriendo hacia un árbol, luces parpadeantes y una mesa infinita. Pero si observamos bien esa mesa, el verdadero anclaje, la que sostiene los cubiertos y el espíritu, es la generación silver

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La generación silver es el
La generación silver es el verdadero anclaje de la tradición navideña (Imagen Ilustrativa Infobae)

Hablamos de los mayores de 60 años, un colectivo que no solo está en la Navidad, sino que la hace posible. En una sociedad que a veces corre demasiado rápido, los seniors son los guardianes de la pausa, la tradición y, paradójicamente, a veces, el motor económico y emocional de estas fechas. Sin embargo, tras los brindis, se esconden realidades complejas que merecen atención.

Algunas publicidades muestran esta realidad. Un anuncio que se viralizó en 2015 fue el alemán Heimkommen (Vuelta a casa), en el cual un abuelo finge su propio fallecimiento para lograr que sus hijos y nietos, siempre “demasiado ocupados” con el trabajo, finalmente regresen a casa.

Cada hijo había puesto una excusa para no pasar la Navidad con él. La familia redescubre el espíritu navideño gracias a esta astucia, fruto de la lucidez del anciano. Pero esta realidad, de familias que ya no pueden reunirse por diversas razones, todas atendibles en muchos casos, es lo que esta publicidad pone en relieve.

El anciano que recurre a la astucia para reunir a toda su familia

En 2020, otra publicidad de Doc Morris llamada Take Care, muestra a un abuelo que comienza a entrenar en su casa levantando una pesa rusa, ante la mirada confusa de sus vecinos. El esfuerzo tiene un objetivo precioso: fortalecerse para poder levantar a su nieta y que ella alcance la estrella en lo alto del árbol de Navidad. Un mensaje altamente motivador: nunca es tarde para intentar recuperar un buen estado físico y la finalidad presenta,en este caso, un incentivo poderoso.

El abuelo que entrena para poder alzar a su nieta hasta la punta del árbol de Navidad

La realidad de los mayores que pasan solos las Fiestas también se ve reflejada en un anuncio británico de John Lewis, The man on the moon (el hombre en la luna), de 2015, en el cual una niña descubre con su telescopio a un hombre anciano que vive solo en la luna. Tras ingentes esfuerzos, logra enviarle un mensaje de Navidad, que cambia el ánimo de este hombre solitario.

El eslogan del anuncio es “Demuéstrale a alguien que es amado esta Navidad”. Esta pieza publicitaria formó parte de una campaña poderosa para alertar sobre la soledad de millones de personas mayores que pasan las fiestas sin compañía.

Campaña para alertar acerca de la soledad de muchos adultos mayores

En otra publicidad viral de 2023, de Amazon, llamada Joy is made (la alegría se hace) tres mujeres mayores sentadas en un banco del parque observan a unos niños deslizándose en trineo. Una de ellas compra almohadones a través de la plataforma para que puedan deslizarse por la nieve tal como lo hacían cuando eran niñas.

Este anuncio retrata la amistad femenina en la tercera edad y la idea de que la diversión no tiene fecha de caducidad. Por otra parte, subraya la modernización de algunos seniors que se animan a usar la tecnología hoy a su alcance.

La amistad y la diversión no tienen fecha de caducidad

La importancia social de los silvers en Navidad es comparable a la de los cimientos en un edificio: no siempre visibles, pero sin ellos todo se desploma.

Ellos son los custodios de la memoria. En un mundo hiperdigitalizado, los abuelos y padres seniors son los que recuerdan “cómo se hacía la receta de la bisabuela” o por qué se pone ese adorno específico en la puerta. Esta transmisión de legado no es solo nostalgia, es identidad.

Por otra parte, la Navidad se puede volver un caos. Los silvers actúan muchas veces como elemento aglutinador: cuidan de los nietos durante las vacaciones escolares y ofrecen su hogar como el “punto neutro” donde convergen diferentes ramas familiares que, de otro modo, quizás no se verían.

El hogar del adulto mayor
El hogar del adulto mayor de la familia suele ser el terreno generoso y neutro para los encuentros

También son los que suelen mediar en las tensiones familiares. Su experiencia les permite ver las discusiones sobre política o fútbol con una perspectiva que los más jóvenes, en plena efervescencia vital, aún no poseen.

El aporte de los seniors es un valor añadido que refresca el entorno familiar en formas inesperadas.

Aportan su sabiduría frente al consumismo. Mientras los jóvenes se estresan por el último modelo de teléfono inteligente, muchos silvers valoran el tiempo de calidad. Su presencia recuerda al resto que el mejor regalo es, precisamente, estar presente.

La generación plateada suele ser la más generosa. No solo en lo económico, sino en la “economía del cuidado”. Su alegría al ver disfrutar a los suyos es muchas veces el combustible de la fiesta.

Los nietos: cuidarlos, pero también
Los nietos: cuidarlos, pero también transmitir

Sin embargo, no todo es color de rosa (o rojo Navidad). Para muchos silvers, estas fechas pueden ser un campo emocional minado.

El gran fantasma es la soledad no deseada. Mientras la publicidad muestra casas llenas, miles de personas mayores pasan estas fechas solas. El contraste entre la “obligación” de ser feliz y la realidad del silencio en casa puede ser devastador.

El “síndrome de la silla vacía” es otro de los aspectos sombríos. A medida que se cumplen años, la Navidad se convierte también en un recuento de ausencias. Para un senior, sentarse a la mesa es recordar a quienes ya no están (parejas, amigos, hermanos). Gestionar ese duelo en un entorno festivo es un gran ejercicio de resiliencia.

La carga del cuidado familiar es otro aspecto que pesa en muchos casos. A veces, la familia abusa de la disponibilidad del senior. “Abuela, te encargás de la cena para los veinte, ¿no?”. El cansancio físico y mental de organizar grandes eventos puede agotar a las personas que, aunque estén activas, también necesitan descanso.

Como reflexión final, la Navidad no debería ser una carga para los mayores, ni los mayores deberían ser un recurso logístico para las Fiestas. Tenemos además una asignatura pendiente: pasar de “invitar” a los mayores a nuestras fiestas a “compartir” las fiestas con ellos. Reconocer que su valor no reside en su capacidad de cocinar o cuidar, sino en su mera existencia y en la perspectiva única que aportan.