
La música retro y las fiestas temáticas consolidaron su lugar como espacios de celebración y vitalidad para la generación silver, ese público que encuentra en los clásicos de los años setenta, ochenta y noventa un puente hacia los mejores recuerdos de su vida.
DJs históricos y nuevas generaciones se reúnen en discotecas emblemáticas para revivir la magia de una época dorada y mantener viva la llama de la nostalgia musical.

Mario Verón, referente de la movida retro en Argentina y Uruguay, recuerda el inicio de este fenómeno: “A finales de los noventa, había una radio en zona sur que pasaba música del recuerdo y organizaba reuniones para compartir música. En el oeste no había, y como operador de radio y musicalizador, me dieron la oportunidad de armar una emisora de FM a gusto y piacere. Esa emisora se llamó Recuerdos FM, 88.5 ‘Música de otros tiempos’. Y ahí nació una etapa muy feliz en mi vida”.
Verón destaca cómo la radio se convirtió en un furor, con oyentes que llamaban para agradecer y compartir anécdotas, y cómo ese impulso lo llevó a organizar bailes y eventos en discotecas emblemáticas.

Gustavo Lorenzatti, periodista, animador y creador de fiestas retro en Rosario, señala que el resurgir de la música retro se hizo evidente a partir de 2007, cuando su programa “Gira Mágica” en Telefe Rosario comenzó a tener una gran repercusión. “Ahí fue el punto en el que noté que había un espacio o un hueco en esa cuestión y que no había, salvo algunas radios, un lugar convocante para aquellos que disfrutaban y deseaban tener esa música cerca de una manera no solo a través de la radio, sino con una interacción”, explica Lorenzatti.
Ambos coinciden en que el público que llena las fiestas retro mantiene intacta la pasión por la música y la celebración. Verón afirma: “Nada cambió, el público que llena los eventos retro somos los mismos que salíamos en esa época, con más experiencia pero con las mismas ganas. El público nuevo que se suma son nuestros hijos, hermanos menores, sobrinos, que vivieron desde chicos la pasión que teníamos nosotros con la música”.

Lorenzatti agrega: “No creo que haya cambiado demasiado, porque hay un centro que no cambia nunca, que es la música. Nosotros tratamos de brindarle todo el tiempo algo diferente a la gente, pero el público más o menos siempre va a buscar lo mismo”.
La música de esas décadas sigue funcionando en la pista por su calidad y capacidad de evocar emociones profundas. Verón lo describe así: “La música de los setenta y ochenta tiene la magia de los golpes marcados de la música disco, ritmos que vienen del soul y funk, melodías y estribillos pegadizos. Orquestas y bandas con una calidad de armonías y letras inolvidables”.
Lorenzatti, por su parte, sostiene: “La música es el gran secreto, porque uno se forma psíquicamente en la adolescencia y primera juventud. Ese oído que se arma es el que después perdura. Si ese periodo estuvo relacionado con una época en la que la melodía era fundamental, es muy difícil cambiarlo por otra”.
La fiesta retro se convierte así en una celebración de la vida, un refugio emocional y un espacio de comunidad. Verón lo resume: “La música está en todos lados. Una canción te puede llevar a tu primera salida, tu primer boliche o la primera novia. Te emociona, te pone la piel de gallina, te da una adrenalina que no querés que ese momento termine nunca”. Lorenzatti coincide en el valor emotivo: “La fiesta retro está muy enmarcada en lo emotivo. Es una cuestión básicamente emotiva y las emociones se viven a partir de las vivencias”.
La nostalgia es un motor real en estas fiestas, capaz de convocar multitudes y generar experiencias inolvidables. Verón recuerda: “Cuando comencé con las fiestas de Recuerdos FM, vi la gran convocatoria que la radio tenía, las entradas se agotaban muy rápido. El combo música más el boliche de los ochenta era un cóctel perfecto, una inyección de vitaminas. Volver al boliche al que fuiste cuando eras adolescente era un gancho terrible. La gente se preparaba como en los ochenta, venían a un viaje en el tiempo hacia los recuerdos”. Lorenzatti aporta su visión: “La nostalgia siempre es un buen negocio, y siempre es una vivencia fuerte para el que la vive y la percibe”.

El poder evocador de la música se manifiesta en la pista de baile, donde los clásicos de los ochenta generan una reacción inmediata. Lorenzatti describe: “Hay cuatro, cinco, seis temas que los ponés y lo primero que se escucha es un aullido general. Esa canción gana espacio en la pista, es como si encendés la mecha que explota durante la canción”.
Verón destaca la importancia de crear el clima adecuado: “En los setenta y ochenta era muy importante, porque ibas armando el clima de la noche. Cada boliche tenía su estilo, una buena largada era un trabajo de toda la semana, buscando efectos y una canción. Esa magia la gente la sigue esperando, está en el ADN bolichero”.

La conexión intergeneracional es otro rasgo distintivo de las fiestas retro. Verón comparte una experiencia personal: “Me pasa con mi hija que cada tanto me pasa un mensaje con un tema de los ochenta y me dice, ‘escucha pa, este tema me hace acordar a vos’. Mis hijos tienen 36 y 25 y tuve la posibilidad de llevarlos a unos eventos que realicé junto a otro DJ amigo, ‘Matine en familia’, en Pinar de Rocha. Fue una experiencia inolvidable, ver en la cola de ingreso padres con sus hijos y luego verlos bailar juntos la música de los ochenta, una experiencia que mis hijos todavía recuerdan. La música como hilo conductor de emociones”.
Lorenzatti también observa este fenómeno: “Hay mucha gente que me consulta si pueden ir con los hijos menores de dieciocho. Me parece encantador que puedan disfrutar juntos y así me lo han manifestado en varias oportunidades. La mayoría de los chicos que no toleran la música de hoy, no la toleran porque de chicos se formaron escuchando la música que escuchaban los padres”.

La tecnología ha transformado la experiencia del DJ y la cultura de la noche, pero la esencia de la celebración permanece. Verón señala: “La diferencia más notable es la tecnológica. En los ochenta yo pasaba en el mejor formato que haya existido, el vinilo. Hoy la tecnología trajo las controladoras, antes andabas con cajones de vinilos, hoy ya alcanza con una notebook o disco externo. La tecnología siempre suma, pero la gente no le interesa si la canción que lo estremece la pasan desde un casete, CD, vinilo o MP3”.
Lorenzatti advierte sobre los cambios en la calidad sonora: “Hoy los equipos son mucho más potentes, pero la compresión ha ido en desmedro de eso. Muchos DJs trabajan con una sonoridad que no es la que se laburaba en otra época. Pero el centro sigue siendo siempre la música”.
Ambos protagonistas defienden la autenticidad de las fiestas retro frente al uso meramente comercial de la etiqueta. Verón afirma: “La auténtica para mí es la que solo suenan canciones que bailé arriba de un parlante, todas en inglés, solo se permite un buen set de rock nacional. Para los que crecieron en los noventa, ya hay más variedad, música electrónica, latinos y tropical”.
Lorenzatti es tajante: “Somos absolutamente rectos y rígidos con esas cuestiones. La música retro es música retro. Si convocás a la gente para una fiesta con esa característica, tenés que respetarlo”.

Mirando hacia el futuro, ambos ven la permanencia del fenómeno, aunque adaptándose a los cambios culturales y tecnológicos. Verón anticipa: “Siempre va a haber gente para una fiesta retro, se irá corriendo las décadas. Solo quedarán los clásicos inmortales”. Lorenzatti reflexiona: “Fuimos dejando de lado los espacios de música disco de los setenta para abrir un poco más a los noventa. Pero hay un centro base que es la década del ochenta, eso es inamovible”.
El legado de quienes impulsaron este movimiento se mantiene vivo en cada evento, en cada pista de baile y en cada recuerdo compartido. La música retro sigue siendo ese cable a tierra que rejuvenece y une generaciones, llevando a todos, por unas horas, al mejor momento de sus vidas.
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