
Entre las provincias de Albacete, Valencia, Alicante y Murcia, un pintoresco pueblo se alza como un testigo vivo de la historia. Durante la Edad Media, fue un punto importante en la frontera entre la Corona de Castilla y la de Aragón, y ahora este pasado permite disfrutar de impresionantes monumentos que dan lugar a un rico patrimonio. De todos ellos, su castillo es el elemento más relevante, pues es considerado uno de los más increíbles y mejor conservados de nuestro país.
Es por ello que pasear por las calles de Almansa (Albacete) permite descubrir un rincón lleno de historia y cultura. Además, se encuentra en una ubicación estratégica entre los Montes de Alcaraz y la llanura manchega, lo que ofrece un paisaje espectacular, sobre todo desde lo alto del castillo.
La batalla de Almansa
El origen de Almansa se remonta a la Edad Media, cuando se erige como un importante núcleo de población en la comarca de la Mancha. Así, durante este periodo se convirtió en un lugar estratégico, pues se encontraba en la frontera entre Aragón y Castilla, por lo que se levantó el imponente castillo que ha perdurado hasta nuestros días. Sin embargo, uno de los episodios más significativos de su historia ocurrió el 25 de abril de 1707, durante la Guerra de Sucesión española, cuando se libró la batalla de Almansa, un enfrentamiento crucial entre las fuerzas borbónicas y austracistas.

En ella, el ejército borbónico, liderado por el duque de Berwick, derrotó a las tropas del archiduque Carlos de Austria, apoyadas por fuerzas españolas y aliadas, comandadas por el general Francisco Javier de Neve. La victoria borbónica consolidó el poder de Felipe V en el trono de España y debilitó la causa austracista. La batalla, que tuvo lugar cerca del río Júcar, resultó en miles de muertos y prisioneros y selló el destino político de España. Este hecho histórico marcó un antes y un después en la guerra, con consecuencias duraderas para la estructura política del país.
Una joya arquitectónica
La fortaleza de Almansa es el principal monumento del pueblo. Situado en lo alto del cerro del Águila, esta construcción domina todo el altiplano de la localidad, evidenciando su importancia como punto estratégico durante la Edad Media. En cuanto a su construcción, siempre se había pensado que el origen del castillo se situaba en el periodo almohade, alrededor del siglo X y del cual todavía se conserva algún tapial.
Sin embargo, y tal y como expone Pepo Paz en el libro 101 destinos de España aún más sorprendentes (Anaya Touring), “lo que la arqueología sí ha podido confirmar, a partir de las últimas excavaciones en el patio de armas (2016-2019), es que el edificio actual se erigió en dos etapas constructivas acometidas tras la conquista cristiana, una en el siglo XIV y, la definitiva, en el XV”.

A su vez, la fortaleza presenta una marcada arquitectura militar que denota su importancia defensiva en la zona. Así, su diseño sigue la tradición de las construcciones militares medievales, con una planta rectangular y torres en sus ángulos, todo ello amoldándose al terreno rocoso del cerro donde se asienta. La fortaleza se caracteriza por su robustez y simplicidad, atributos esenciales para cumplir su propósito defensivo. La torre del homenaje, la más prominente y alta del castillo, no solo servía como refugio en caso de asedio, sino también como símbolo de poder y autoridad del señor feudal.
Descubre todos sus secretos
A los pies del castillo, una serie de callejuelas serpentean por la ciudad, descubriendo un tesoro arquitectónico que recorre siglos de historia, tradición y arte. Almansa no solo es un lugar donde la historia se conserva, sino donde se vive y se respira en cada rincón. Paseando por sus calles, uno de los primeros monumentos con los que el viajero se topa es la Casa Grande, también conocida como Palacio de los Condes Cirat, que actualmente alberga el Ayuntamiento de Almansa.
Este edificio de principios del siglo XVI conserva la estructura palaciega típica de la época, con un patio cuadrado al que se accede por un zaguán con arco rebajado. El patio funciona como el eje distribuidor de los espacios habitables, y sus galerías con arcos de medio punto sostenidos por columnas jónicas dan un toque clásico al edificio. Las enjutas de los arcos están decoradas con motivos del escudo de la fachada principal, añadiendo un toque distintivo a su arquitectura.

A pocas calles de distancia, el convento de las Agustinas del Corpus Christi ofrece una fachada sobria pero elegante, con una portada sencilla enmarcada por columnas salomónicas, mientras que la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción se presenta como una fusión de estilos arquitectónicos, con influencias neoclásicas, renacentistas y góticas. Esta mezcla de estilos es característica de Almansa, donde cada edificio refleja una época distinta de la historia de la ciudad.
El convento de San Francisco es otro ejemplo destacado, que expresa la riqueza del arte barroco en su fachada y en su interior, mientras que el antiguo Ayuntamiento, de estilo neoclásico, y el puente de Carlos IV, ubicado en el oeste de la ciudad, son otros de los monumentos que destacan por su belleza y su carga histórica.
Rincones que guardan historias
Almansa no solo es rica en monumentos históricos, sino que también tiene rincones que cuentan historias a través de su arquitectura. El Cuco de los Graganchines, situado en las afueras de la ciudad, es un ejemplo de la singularidad de la ciudad, cuyo nombre ya despierta curiosidad entre los viajeros. Igualmente, la Torre Grande, antigua casa de labor, se eleva con su imponente torre de planta cuadrada, más tres pisos y un sótano.
Este edificio, que aún conserva su esencia original, es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura rural de la zona. A pocos kilómetros de la ciudad se encuentra el santuario de Nuestra Señora de Belén, con una ermita barroca que destaca por su arquitectura elegante y su belleza serena. La ermita de San Blas, con su cúpula de perfil levantino, es otro de los lugares que invitan a la reflexión y el recogimiento.
Un entorno natural único

Pero más allá del castillo y de su rico conjunto monumental, Almansa también destaca por su impresionante entorno natural. La ciudad está rodeada de paisajes que combinan montañas, valles y llanuras, lo que la convierte en un destino ideal para quienes disfrutan de actividades al aire libre como el senderismo, el ciclismo o la observación de aves. Los Montes de Almansa, que forman parte de la Sierra de Alcaraz, ofrecen rutas de senderismo de distintos niveles, que permiten explorar una naturaleza prácticamente virgen.
La Vía Verde de Almansa, un antiguo trazado ferroviario transformado en ruta para ciclistas y caminantes, es una de las principales vías de acceso a la naturaleza de la región. Esta ruta conecta la ciudad con otros municipios cercanos y ofrece una vista panorámica de los campos y montes de la zona, haciendo que los visitantes se adentren en el corazón de la Mancha.
El entorno natural de Almansa también es perfecto para el disfrute de su fauna y flora. La presencia de especies como el lince ibérico y el águila real hace que la zona sea especialmente atractiva para los amantes de la fauna. Los parques y jardines de la ciudad, como el Parque de la Huerta de la Cañada, son un espacio para paseos tranquilos y momentos de relajación en un entorno verde.
Cómo llegar
Desde Albacete, el viaje es de alrededor de 50 minutos por la carretera A-31. Por su parte, desde Alicante el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 5 minutos por la misma vía.
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