Frente al ruido diario, el consejo del filósofo Byung-Chul Han: “Quedarse en casa es la forma más lúcida de resistencia”

La corriente de pensamiento que persigue Han, galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, defiende el regreso al hogar como acto de subversión

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Imagen del filósofo y escritor
Imagen del filósofo y escritor surcoreano Byung-Chul Han, ganador del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025. / Archivo

El filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han, recientemente galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, ha defendido recientemente que “quedarse en casa es la forma más lúcida de resistencia”. En un contexto social donde la protesta suele identificarse con el ruido, la confrontación y la ocupación del espacio público, Han propone una alternativa opuesta: el regreso al hogar como acto de subversión. Según ha recogido Vanitatis, el autor de obras como La sociedad del cansancio y Vida contemplativa sostiene que, en la actualidad, el mayor gesto antisistema no consiste en alzar la voz, sino en guardar silencio; no en exponerse, sino en buscar refugio.

Esta perspectiva se fundamenta en una crítica profunda a la sociedad del rendimiento, que, en palabras de Han, ha impuesto la obligación de estar siempre disponible, activo y productivo. El filósofo denuncia que la hiperconexión, la autoexplotación y la necesidad constante de exhibir cada aspecto de la vida en redes sociales han anulado la capacidad de descanso de las personas. Frente a esta dinámica de exposición permanente, Han eleva el hogar a la categoría de trinchera, afirmando que “el silencio de tu casa es el único lugar donde todavía puedes escucharte”. De este modo, quedarse en casa se convierte, según su análisis, en la única vía para desactivar el mandato de la productividad total.

El capitalismo contemporáneo, según Han, “odia el vacío y el silencio”. Esta lógica ha inculcado el temor a los momentos de inactividad, a la ausencia de estímulos y a la falta de pruebas digitales de que se está haciendo algo. Sin embargo, el filósofo defiende que es precisamente en esos periodos improductivos, anónimos y silenciosos donde las personas recuperan su soberanía. Alejados del bullicio exterior, se restablece el derecho a escucharse y a existir sin que nadie evalúe el rendimiento individual.

Vanitatis ha subrayado que esta defensa del hogar no implica idealizar el aislamiento ni renunciar a la vida social, sino reivindicar un espacio donde el silencio no genere culpa. Se trata de reclamar la “casa como bastión de libertad”, un refugio donde vivir sin testigos, sin mercado y sin la presión de mostrarse. La búsqueda de un espacio propio, como ya hacía Virginia Woolf en Una habitación propia.

Hogarterapia y el valor del espacio propio

La idea de Han conecta con la llamada hogarterapia, una corriente que promueve transformar la vivienda en un entorno saludable, equilibrado y consciente, capaz de sostener el bienestar emocional. En este sentido, la casa deja de ser un mero espacio funcional para convertirse en un exoesqueleto, un hogar-templo que protege y regenera. Según los defensores de esta corriente, “al encender el fuego” del hogar se potencia la salud, se recupera el propósito vital, se restaura la calma ante el estrés, se mejoran las relaciones personales, se estimula la creatividad e incluso se ordenan las finanzas desde un mayor equilibrio interno. Bajo ese techo, la vida retoma su propio ritmo.

El silencio, lejos de ser sinónimo de quietud, implica también un movimiento interior. Así lo expresa la monja zen Kankyo Tannier, autora de La magia del silencio, quien afirma que “quedarse en casa no significa quedarse quieta”. A su juicio, el silencio favorece el autoconocimiento y reduce el temor a la soledad. En la misma línea, la experta en organización Marie Kondo reivindica los “desahogos creativos”, actividades sencillas que permiten reconectar con la propia brújula interna y recuperar la sensación de significado.

La propuesta de Byung-Chul Han, recogida por Vanitatis, insiste en que, en una época donde la protesta se asocia al ruido y la presencia masiva en las calles, la verdadera revolución puede residir en el acto de volver a casa. Para Han, el gesto más radical hoy no es gritar, sino callar; no es correr, sino detenerse; no es exponerse, sino resguardarse.