Almeida, el hombre que llegó a la política por la disparatada ocurrencia de una baronesa

José Luis Martínez-Almeida revalida la Alcaldía de Madrid para el PP. Religioso, apasionado del golf y de su Atlético de Madrid, una tala de árboles le llevó a su primer cargo en 2007

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El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida / Eduardo Parra -
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida / Eduardo Parra -

José Luis Martínez-Almeida ha ganado las elecciones en Madrid capital. El político que siempre asegura que es más del Atlético de Madrid que del PP, volverá a sentarse en la Alcaldía otros cuatro años. Almeida consolida así su carrera y eso que llegó al mundo de lo público por casualidad, en el año 2007.

Corría mayo de ese año cuando Tita Cervera, la baronesa Thyssen, decidió convocar a los medios y rodearse de cadenas para protestar por el ambicioso plan de remodelación que el Ayuntamiento de Madrid, gobernado entonces por Alberto Ruiz-Gallardón, había ideado para una de las arterias más importantes de la capital, los Paseos del Prado y de Recoletos. La baronesa criticó entonces que el proyecto se llevaría por delante 700 árboles.

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Ideada la ‘performance’, rodeada de periodistas, la baronesa exigió al alcalde “una rectificación” y aseguró tener la “promesa” de la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, de que “no se va a talar ni un solo árbol”. “Primero, me tendrían que cortar a mí un brazo. Ni yo, ni Esperanza Aguirre, que tiene mucho carácter, lo vamos a permitir. Me subiré a un árbol y me ataré hasta que no vea esto solucionado”, sentenció.

Tita Cervera afirmaba que contaba con el apoyo de Aguirre. No porque la ‘lideresa’ madrileña fuera una gran defensora de los árboles (ese mismo año 2007 la Comunidad de Madrid destruyó 200 ejemplares para construir una carretera), sino porque la campaña iniciada por la baronesa conllevaba tirar por el suelo uno de los proyectos del gran rival político de Aguirre en esos momentos, su compañero Ruiz-Gallardón.

Esperanza Aguirre, ex presidenta de la Comunidad de Madrid entre 2003 y 2012.
Esperanza Aguirre, ex presidenta de la Comunidad de Madrid entre 2003 y 2012.

Aguirre decidió, tras el pollo que montó la Cervera, que había que sacar tajada y potenciar la Dirección General de Patrimonio Histórico. Esta dirección podría ser uno de los arietes para contrarrestar las ambiciosas políticas del alcalde de Madrid. Para ello, a la lideresa madrileña le recomendaron que pusiera a un jurista al frente para que pudiera revisar la legislación en materia de patrimonio histórico y cultural. Pero, ¿quién podría ser el candidato?

Una joven asesora de Aguirre comentó que un amigo de su marido podría encajar en el perfil, un abogado del Estado muy preparado, militante del PP desde los 19 años en la agrupación del distrito de Tetuán, pero que nunca había pisado un cargo público. Aguirre decidió entrevistarle y citó en su despacho de Sol a José Luis Martínez-Almeida, que entonces tenía 32 años.

La entrevista de trabajo fue un poco surrealista, porque a los 20 minutos Almeida le dijo a la todopoderosa presidenta de la Comunidad de Madrid que tenía que dejarla porque había quedado para jugar al golf. “Fue increíble. Para cualquier otro mortal hubiera supuesto no conseguir el puesto. Te entrevista la presidenta de Madrid para un trabajo y le dices que te tienes que ir en mitad de la misma. Pero a Aguirre le hizo gracia porque jugaba a golf como ella, así que tras compartir opiniones sobre este deporte tan elitista le dio el puesto”, señalan fuentes del equipo de Aguirre.

Gracias a unos árboles llegó a la politica en 2007 cuando fue nombrado director general de Patrimonio Histórico

El Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid recoge su nombramiento como director general de Patrimonio Histórico el 12 de julio de 2007. Gracias a unos árboles del centro de Madrid, Almeida (Madrid, 1975) inició su carrera y se convirtió en uno de los ‘hijos políticos’ de Aguirre.

Antes de lanzarse a la política, José Luis Martínez-Almeida Navasqüés León y Castillo Cobián Nacarino Sánchez-Ocaña cumplió un viejo anhelo de su familia. A los 26 años se convirtió en abogado del Estado. Sus dos abuelos lo habían sido. El paterno, Pablo Martínez-Almeida, fue el abogado del Estado más joven de la historia y formó parte del consejo privado de Don Juan de Borbón, abuelo de Felipe VI. De hecho, en 1966 el Conde de Barcelona fue testigo de la boda del padre de Almeida.

José Luis Martínez-Almeida, disfrutando de una de sus grandes pasiones, el golf
José Luis Martínez-Almeida, disfrutando de una de sus grandes pasiones, el golf

El materno, José Luis Navasqüés, también sacó la oposición, pero decidió dedicarse al cine. Compró los Estudios Chamartín y se convirtió en uno de los principales distribuidores de películas americanas en España, aunque su mayor éxito fue producir ‘Marcelino, pan y vino’. Así que el joven Almeida siguió la tradición de sus abuelos (su padre, notario, también fue abogado de una empresa) y estudió Derecho en la universidad privada Pontificia de Comillas. Luego ejerció en Gerona, Toledo y Madrid. En aquella época le empezaron a apodar ‘Harry Potter’ por sus gafas y porque la toga le quedaba grande y se la pisaba.

En 2007, como hemos dicho, llega a la Comunidad de Madrid de la mano de Aguirre. En 2011 asciende de funciones y le nombran secretario del Consejo de Gobierno, es decir, quien levanta actas de las deliberaciones secretas de lo que deciden la presidenta madrileña y sus consejeros, además de asesorar jurídicamente de los acuerdos adoptados.

De Almeida todos los que le conocen coinciden en señalar que es un católico practicante, pero cuando se pregunta por sus convicciones políticas, hay más dudas. Liberal, democristiano, ultraconservador… es difícil clasificarle dentro de la amplia familia del PP. Por eso Aguirre, sabiendo que Almeida, sobre todo, era un tipo pragmático, instauró una especie de chascarrillo cuando algún tema se atragantaba en el Consejo de Gobierno y se abría un debate entre los presentes.

El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone, junto al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. / Chema Moya
El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone, junto al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. / Chema Moya

“A ver, Pepelu, tú que no tienes principios, que opinas de…”. La frase, lapidaria, define en cierta medida al personaje. “Almeida no estaba en política por fuertes convicciones”, coinciden en señalar dos exconsejeros de Aguirre de aquellos años. De hecho, Almeida siempre ha reconocido sin rubores que, por ejemplo, es más del Atlético de Madrid que del Partido Popular.

En septiembre de 2012, Aguirre dimitió como presidenta de la Comunidad de Madrid. Fue toda una bomba política. Tras nueve años en el cargo anunciaba que lo dejaba. Las razones fueron varias. Acababa de recuperarse de un cáncer y quería estar más con su familia. Almeida no se entendió nada bien con su sucesor, Ignacio González, y dejó la Comunidad para volver a la abogacía en septiembre de 2013.

Pero solo estuvo dos años alejado de la platea política. Aguirre volvió con fuerza en 2015. Mariano Rajoy la eligió como candidata a la Alcaldía de Madrid y la ‘lideresa’ llamó a Almeida para que se sumara a su equipo. “José Luis, no creas que vamos a estar en el gobierno necesariamente, que esto está muy difícil. Lo que sí te garantizo es que si nos vamos a la oposición nos vamos a reír mucho y lo pasaremos muy bien”, le dijo Aguirre a Almeida. Se cumplieron los dos vaticinios. Porque Aguirre no gobernó y se fue a la oposición, y como le prometió, se lo empezaron a pasar muy bien.

Almeida dejó la Comunidad en 2013 pero Aguirre le recuperó para el Ayuntamiento en 2015

Almeida enseguida hizo migas con un grupo de concejales (Borja Carabante, Álvaro González y Borja Fanjul) que usaron un estilo bronco y pandillero para hacer oposición a Manuela Carmena en las comisiones y en los plenos. “Eran chabacanos, impertinentes, gamberrillos, como cuatro compañeros de clase que se comportaban mal. Intentaban ser unos malotes, pero en el fondo eran ridículos y cutres”, señala Rita Maestre, entonces portavoz del Ayuntamiento y miembro de la comisión de Urbanismo, donde también estaban Almeida y sus compañeros.

Rita Maestre tiró de ingenio y les empezó a apodar ‘los Dalton’, como los forajidos del cómic de ‘Lucky Luke’. El mote era ideal, porque Almeida y sus ‘compinches’ usaban un tono chuleta, cañero y gamberro en sus discursos. Y porque siempre vestían muy parecido y se peinaban igual (es casi norma obligada en el PP). La única distinción con los personajes del tebeo es que todos eran de la misma altura, excepto Borja Fanjul, que iba en silla de ruedas por un desgraciado accidente de tráfico.

Almeida, con sus compañeros luciendo la camiseta de 'Los Dalton'
Almeida, con sus compañeros luciendo la camiseta de 'Los Dalton'

Ellos se enteraron del mote y les hizo tanta gracia que se hicieron unas camisetas que lucieron en la cena de Navidad del PP celebrada en 2016 con la palabra ‘Dalton’ y el logo del PP dentro de la o. Bosco Labrado, concejal de Ciudadanos y presidente de la comisión de Urbanismo, también los sufrió. “Me sentía como Ángel Cristo, porque era como domar unas fieras. Aunque usaban un tono chulesco y gamberro, creo que en el fondo estaban interpretando un personaje. El urbanismo no les interesaba, solo armar jaleo para enfadar al equipo de Carmena y conseguir sus titulares. Me daban muy mala vida. Muchas veces les amonesté e incluso les expulsé, pero luego fuera de la comisión eran correctos y educados”, señala Labrado.

Portavoz de la oposición

Todo cambió para Almeida en abril de 2017 cuando Aguirre se retiró definitivamente de la política tras la tormenta que supuso el ‘caso Lezo’ y la imputación de Ignacio González, delfín de Aguirre durante muchos años. En esos momentos mandaba ya en el PP de Madrid Cristina Cifuentes, quien decidió que tendría que ser Almeida quien sustituyera a Aguirre en la portavocía del Ayuntamiento. Almeida se convirtió entonces en el líder de la oposición contra Manuela Carmena.

Su suerte volvió a cambiar dos años después, en 2019, cuando el líder del PP nacional, Pablo Casado, decidió a última hora que Almeida debería ser el candidato popular a la Alcaldía en las elecciones que se iban a celebrar en mayo de ese año. En su contra pesaba su poco peso dentro del partido, que en las primarias internas había apoyado a Cospedal antes de pasarse al bando ‘casadista’, y que era poco conocido entre la opinión pública.

El ex presidente del PP, Pablo Casado, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en un acto en agosto de 2020.
El ex presidente del PP, Pablo Casado, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en un acto en agosto de 2020.

Pero era un gran orador y llevaba esos dos años batiéndose el cobre con los ‘carmenistas’, en esos momentos peleados y divididos en varias ‘familias’. Así que como no había nadie más y los pronósticos eran muy malos, Casado se decidió por un tándem inédito y con poca experiencia: Almeida lucharía por la alcaldía y Ayuso por la Comunidad. Dos cartas al azar. Pero dos cartas que pertenecían a la baraja de Casado.

Una periodista que trabajaba con Almeida le dijo entonces que su cara era demasiado aniñada y que podría probar a dejarse barba, para parecer mayor, más experimentado. Pepelu le comentó la idea a Esperanza Aguirre, ya retirada de la política, y esta sacó su carácter y sinceridad en la respuesta: “Pero si no tienes pelo, ¿cómo te vas a dejar barba? Anda, anda…”.

En 2019 Pablo Casado decidió que un desconocido Almeida sería el candidato a la Alcaldía de Madrid.

Desde Génova se decidió que era imprescindible que la opinión pública le conociera mucho mejor. Un 34% de los electores no sabía quien era Almeida a tres meses de los comicios y hubo que hacer campañas específicas para presentarlo en sociedad. Las redes sociales se llenaron de vídeos donde familiares y compañeros contaban quién era José Luis Martínez-Almeida: “Un tío muy castizo”, “sufridor colchonero”, “amigo de sus amigos”.

Había que venderlo como el bacalao que está de oferta en la pescadería. Que era un tipo familiar y divertidamente caótico. Que por ejemplo el primer pañal que había puesto a una de sus sobrinas se lo colocó al revés, que tiene la manía de acabar de bajar o subir las escaleras con el pie derecho, que tuvo un hermano que se presentó por Vox en Soria, que es un soltero de oro, que le gusta ‘Operación Triunfo’, que en la cocina es un desastre con una nevera que deja mucho que desear, que le gustan las croquetas y la tortilla de patatas, que es un fan (tirando a ‘hooligan’) del Atlético de Madrid, que es un apasionado del golf.

La alcaldesa en funciones del Ayuntamiento de Madrid, Manuela Carmena, entrega el bastón de mando a José Luis Martínez Almeida tras ganar las elecciones en 2019.
La alcaldesa en funciones del Ayuntamiento de Madrid, Manuela Carmena, entrega el bastón de mando a José Luis Martínez Almeida tras ganar las elecciones en 2019.

Las elecciones llegaron en mayo y Almeida solo sacó 15 concejales, los peores resultados del PP en la capital en toda su historia. A pesar de ello, recuperó un Ayuntamiento que los populares habían gobernado entre 1991 y 2015. Almeida perdió, pero el acuerdo de Gobierno con Ciudadanos y el pacto de investidura con Vox le hicieron alcalde.

Almeida tomó posesión como regidor madrileño el 15 de junio de 2019. Carmena le entregó el bastón de mando y tras finalizar el acto tuvieron una conversación privada. La exalcaldesa le pidió que reconociera que “había sido un poco gilipollas con ella” cuando estaba en la oposición. Y es que ‘los Dalton’ habían sido demasiado folloneros. “En lo personal sí que me gustaría que algún día me dijeras: ‘he sido un gilipollas’”. Almeida se defendió. “Manuela, he sido un poco duro si quieres”. “No, no, que has sido un poco gilipollas”, le respondió la ya ex alcaldesa.

En 2020 con la llegada de la pandemia del coronavirus, Almeida se convirtió en “el alcalde de España”, “en el alcalde de todos”. Honestamente hizo una buena labor. Almeida apostó por una posición dialogante y de cooperación con todas las administraciones que le valieron los elogios de todos los actores políticos y sociales, pasando por la oposición municipal. Hablaba de unidad y lealtad con convicción; los reproches, decía, había que dejarlos para después.

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Una encuesta realizada por Metroscopia en mayo de 2020 le situó como el político mejor valorado por los españoles. En junio era el político del Ayuntamiento más conocido por los madrileños (96,6%), según un sondeo de Sigma Dos para Telemadrid. Alcanzó el poder tras perder los comicios, pero en esos momentos ganaría las elecciones. El estudio también reflejaba que era el político municipal mejor valorado por los madrileños, con un 6,43 sobre 10.

Sus asesores le indicaban entonces que con el buen cartel que tenía era el momento de atraer votos de izquierda y de derecha para ensanchar los resultados y arrasar en 2023. Había que aprovechar el debilitamiento de Más Madrid tras la marcha de Manuela Carmena y el agotamiento de Ciudadanos. Un alcalde de centro, enrollado, moderado, otra vez el mantra del “alcalde de todos”. Su popularidad subió como la espuma y se escribían titulares del tipo “Por qué todos aman a Almeida?”.

En agosto de 2020, Pablo Casado decidió nombrarle además portavoz nacional del PP. Él no quería pero no supo decirle que no al presidente nacional. “Se demostró que era un hombre importante. Empezó a ser muy solicitado en los mítines de las campañas electorales. Había que darle un espacio más representativo”, explica un fuente de Génova para justificar esta elección. Otra fuente explica que “fue un regalo envenenado que le dio Casado, que no le estaba gustando el excesivo protagonismo que estaba tomando Almeida. Sabía que dándole la portavocía se iba a quemar más”.

La guerra civil

Almeida tuvo la habilidad de mantener su Gobierno de coalición con Ciudadanos durante todo el mandato 2019-2023, y eso que su relación con Begoña Villacís ha tenido sus altibajos personales y políticos durante estos cuatro años. Los más graves llegaron en 2022 cuando se conoció que dos empresarios habían timado al Ayuntamiento con un contrato de mascarillas y que el caso salpicaba a un primo de Almeida. El contrato llegó a la Fiscalía y Villacís acabó aceptando las explicaciones del alcalde.

José Luis Martínez-Almeida, Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado, en una foto tomada en 2021 (Foto: Alberto Ortega - Europa Press)
José Luis Martínez-Almeida, Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado, en una foto tomada en 2021 (Foto: Alberto Ortega - Europa Press)

La segunda vez que Ciudadanos amagó con romper con Almedia fue por motivos más graves. Cargos municipales liderados por la mano derecha del alcalde, Ángel Carromero, habían intentado conseguir documentación comprometora contra el hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para que esta se filtrara a la prensa.

En lo peor de la pandemia, el hermano de la presidenta había sido intermediario en un contrato de mascarillas con la Comunidad de Madrid por el que se había llevado 238.000 euros de comisión. Esta información, que en un principio llegó en forma de anónimo a la dirección nacional del PP, desató una guerra civil sin precedentes que duró meses y que se vivió de forma soterrada hasta que se hizo pública en marzo de 2022.

Lo que siguió ya es conocido: la dimisión de Pablo Casado y su secretario general, Teo García, y la ‘coronación’ de Isabel Díaz Ayuso como presidenta del PP de Madrid. Almeida, que estuvo jugando entre dos aguas, quedó en una posición delicada y por primera vez pensó que su carrera también había terminado. Pero Ayuso, que se hizo con todo el poder en Madrid, le ‘perdonó' y tras meses de rumores le confirmó como candidato a la Alcaldía de Madrid estas elecciones. Como una vez le dijo a una amiga, “no tengo una flor en el culo, tengo toda la Casa de Campo”.

Esa flor ha llegado este 28 de mayo con su primera mayoría absoluta.

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