Russell Crowe no lo podía creer: “¿Cómo explicar que Michael Jackson me llamaba por teléfono para hacerme bromas anónimas?"

Fotogramas rescata cuando el actor neozelandés admitió que el Rey del Pop solía llamarlo a su habitación de hotel, disfrazando su voz para bromear, mostrando un lado humorístico del Rey del Pop

Guardar
Russell Crowe reveló cómo Michael
Russell Crowe reveló cómo Michael Jackson solía hacerle bromas telefónicas, incluso sin conocerse en persona (Film.ai/REUTERS)

A mediados de los años noventa, el actor neozelandés Russell Crowe se convirtió en una presencia cada vez más frecuente en los créditos de películas importantes de Hollywood.

Su paso a la primera línea se consolidó con actuaciones que revelaban una intensidad poco común, como la que ofreció en L. A. Confidential, dirigido por Curtis Hanson. Allí, encarnó a Bud White, un agente de la ley tan implacable como determinado, empeñado en erradicar la corrupción policial en Los Ángeles, publicó Fotogramas.

Ese papel fue apenas el preludio de lo que vendría después. En 1999, se destacó en El dilema, de Michael Mann, al interpretar a Jeffrey Wigand, un ejecutivo de la industria tabacalera que se convierte en informante, enfrentándose a una estructura de poder corporativo despiadada.

Su interpretación le valió su primera nominación al Oscar. Ese mismo año, lideró el elenco de Mystery, Alaska, de Jay Roach, en la que dio vida a John Biebe, un veterano jugador de hockey que guía a su equipo local en un desafío frente a los imponentes New York Rangers.

La consagración con Ridley Scott

El año 2000 marcó un punto de inflexión definitivo en la carrera de Crowe con Gladiador, bajo la dirección de Ridley Scott. En el papel de Máximo Décimo Meridio, un general romano traicionado y convertido en esclavo, Crowe construyó un personaje épico cuya sed de justicia y redención conmovió tanto a la crítica como al público.

El éxito de la película, que combinó espectacularidad histórica con una profunda carga emocional, le otorgó al actor el Oscar al Mejor Actor Principal, y selló su estatus como una figura central del cine del nuevo milenio.

Una década de papeles memorables

Gladiador consagró a Crowe con un Oscar al Mejor Actor y un lugar en la historia del cine

Tras Gladiador, Crowe consolidó su prestigio con una serie de interpretaciones exigentes y aclamadas. En Una mente maravillosa, dirigida por Ron Howard, interpretó al matemático John Nash, cuyo genio matemático se ve enfrentado al desafío de la esquizofrenia. Su actuación le valió otra nominación al Oscar. En Master and Commander: Al otro lado del mundo, dirigido por Peter Weir, fue el capitán Jack Aubrey, un líder carismático que navega por las tensiones bélicas y personales durante las guerras napoleónicas.

En 2005, volvió a colaborar con Ron Howard en Cinderella Man, donde dio vida al boxeador James J. Braddock, un símbolo de resistencia en medio de la Gran Depresión. Y en American Gangster, bajo la dirección de Ridley Scott, compartió pantalla con Denzel Washington, interpretando al detective Richie Roberts, un hombre de principios que enfrenta a un imperio criminal.

La broma inesperada de Michael Jackson

Ya convertido en un rostro emblemático del cine contemporáneo, Crowe sorprendió al público televisivo en mayo de 2016 con una anécdota tan insólita como divertida.

Durante su participación en The Graham Norton Show, el actor reveló que Michael Jackson, el Rey del Pop, solía hacerle bromas telefónicas... sin haberlo conocido jamás en persona.

Según relató, Jackson tenía la costumbre de localizar los hoteles donde se alojaba Crowe, llamar a la recepción, obtener su número de habitación y luego hacerle llamadas disfrazando la voz.

“Siempre empezaba como si fuera alguien de la gerencia del hotel que informaba de un problema. Si me irritaba, decía: ‘No te enfades, soy Michael’”, contó el actor.

Crowe confesó que al principio dudaba de compartir la historia con otros, temiendo que lo consideraran delirante. “¡No quería sonar como un mitómano! ¿Cómo explicás que Michael Jackson me llamaba por teléfono para hacerme bromas anónimas...? ¿Qué hacés, decís: ‘No sabés, hoy Michael me hizo una broma telefónica’?”, bromeó durante la entrevista.

Pero más adelante, personas cercanas al artista le confirmaron que esta era una práctica habitual del cantante, quien al parecer disfrutaba sorprendiendo a las celebridades con llamadas en clave humorística.

Una travesura entre leyendas

El inolvidable Máximo de Gladiador
El inolvidable Máximo de Gladiador consolidó a Crowe como una figura clave del cine contemporáneo

La situación, si bien absurda, no dejaba de tener un componente nostálgico para Crowe, quien recordó que él mismo solía hacer bromas telefónicas cuando era niño. A los 11 o 12 años, le divertía fingir que era alguien más al otro lado de la línea.

Que el mismísimo Michael Jackson recurriera al mismo tipo de travesura, décadas después y desde el pedestal de su fama, pareció al actor un giro tan absurdo como entrañable.

Aunque ambos nunca se conocieron en persona, la historia revelada por Crowe añade un matiz inesperado tanto a su perfil público como al del excéntrico artista pop.

En medio de una carrera marcada por la seriedad de sus papeles y el compromiso con el arte dramático, la anécdota mostró al intérprete de Gladiador en una faceta más relajada, cercana y capaz de reírse de los episodios más absurdos que conlleva la fama.

Una carrera de contrastes

Russell Crowe construyó una filmografía rica en personajes complejos, en los que la integridad, la lucha interna o el sacrificio son constantes.

Desde la épica romana hasta los dramas psicológicos contemporáneos, pasando por historias reales de denuncia o supervivencia, su talento fue una constante en el cine de las últimas décadas.

El recuerdo de una llamada inesperada de Michael Jackson sirve como recordatorio de que incluso las figuras más solemnes del cine son también partícipes del absurdo de la fama global. Entre la tragedia de Máximo y la sorpresa telefónica de “Soy Michael”, la trayectoria de Crowe sigue siendo tan inesperada como fascinante.