
Se acerca la edición 95 de los premios Oscar, la máxima gala de la industria fílmica estadounidense que desde 1929 ha ido construyendo su propio mito y por la cual han desfilado infinidad de actores, actrices, directos, productores, músicos y otras figuras, muchos de ellos ya convertidos en leyenda.
El alcance mundial de los Premios de la Academia de Hollywood es evidente, pues además de su categoría a Mejor película extranjera, en otras de sus ternas también han sido consideradas figuras de todo el mundo que han logrado destacar en la competida industria fílmica.
En este sentido, el talento mexicano ha sido premiado por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas desde los años 50, pero no fue sino hasta 2014 cuando un mexicano ganó el Oscar a la categoría más importante para un realizador: Mejor director.

Fue Alfonso Cuarón quien con Gravity logró la hazaña histórica y se convirtió en el primer mexicano en ser reconocido con esta distinción; tras ello el triunfo mexicano fue imparable: en 2015 y 2016, Alejandro González Iñárritu se coronó como Mejor director con sus cintas Birdman y El renacido; y en 2018, Guillermo Del Toro hizo lo propio gracias a su La forma del agua.
Pero años antes, otros mexicanos, quizá no tan conocidos, también lograron obtener la estatuilla dorada en diferentes categorías.
Nacido en Cuernavaca, Morelos, de ascendencia libanesa, el decorador Emile Kuri se convirtió en el primer mexicano en obtener un Oscar a Mejor diseño de producción gracias a su trabajo como Director de arte en la película La heredera, del director William Wyler, filmada en 1949.

Cinco años después, gracias a Veinte mil leguas de viaje submarino, Emile obtuvo el Oscar en la misma categoría y a lo largo de su carrera fue nominado en seis ocasiones más.
Fue Anthony Quinn el primer mexicano en obtener un premio Oscar como Mejor actor de reparto, por su participación en la cinta Viva Zapata, dirigida por Elia Kazan en 1952. El también director de cine, pintor, escritor y escultor, nacido en Chihuahua, mexicano nacionalizado estadounidense, fue nominado en la misma categoría con tan sólo 4 años de diferencia: en 1957 por El loco del pelo rojo.

Ganador de los premios Oscar en 1971 a Mejor cortometraje documental y Mejor cortometraje, por la obra en que fungió como productor, Centinelas del desierto, fue el tampiqueño Manuel Arango quien participó en el trabajo narrado por Orson Welles sobre las antiguas civilizaciones del México prehispánico.

Por su parte, la maquillista Beatrice de Alba se llevó la estatuilla dorada a Mejor maquillaje en la ceremonia de 2002 por su participación en la cinta Frida, interpretada por la también mexicana Salma Hayek, que cuenta la historia de la atormentada pintora mexicana.

Ya en 2006 los mexicanos Guillermo Navarro y Eugenio Caballero se alzaron con un Oscar por la película de Guillermo del Toro El laberinto del fauno. Navarro fue reconocido en la categoría Mejor fotografía, y Caballero en Mejor diseño de producción.
En 2013, la actriz mexicana-keniana Lupita Nyong’o se alzó como ganadora del Oscar a Mejor actriz de reparto por 12 años de esclavitud, dirigida por Steve McQueen. Llama la atención que pese a que su carrera adquirió otra dimensión tras haber ganado la estatuilla, la nacida en Ciudad de México en 1983 llegó a “omitir” su nacionalidad mexicana en los inicios de su carrera.

Por su parte, Emmanuel Lubezki también posee tres premios Oscar, todos por Mejor fotografía. Apodado El Chivo, Lubezki obtuvo la estatuilla por Gravity de Alfonso Cuarón en 2014, luego, en 2015, se hizo del segundo por Birdman, de Alejandro González Iñárritu y por último, en 2016 se alzó con el Oscar por El renacido, del mismo director.
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