Un profesor le dijo que no podría resolver un problema porque era mujer, pero creó una startup que ya factura millones de dólares

La historia de la ingeniera aeronáutica que apuesta a una fuerte reducción de las emisiones de C02

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Cristina Aleixendri
Cristina Aleixendri

Cristina Aleixendri, una ingeniera aeronáutica catalana, transformó una barrera en una gran oportunidad por la que factura actualmente 3,5 millones de dólares anuales.

Según una nota de Business Insider, recordó cuando, mientras estudiaba, “un profesor me dijo que era normal que no supiera resolver el problema porque era mujer, y que le avisara si un día me encargaba de diseñar un avión porque no se subiría en él”.

Pero, desde aquel entonces, “todo el mundo, hasta aquel profesor de la universidad, se da cuenta de que Aleixendri, que aún no ha llegado a los 30, no ha perdido el tiempo”.

Esta ingeniera se desempeñó en diversas empresas tecnológicas, escribió varios trabajos de investigación, desarrolló tres patentes en el uso de vela y forma parte de la lista Forbes de los jóvenes más influyentes menores de 30 años.

Además, a finales del año pasado,  obtuvo el Premio del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT), consistente en 50.000 euros que “reconoce a emprendedoras inspiradoras y a líderes que impulsan la innovación”.

Aleixendri es cofundadora y responsable de operaciones de bound4blue, una start-up que busca aplicar la tecnología de la aviación a la industria naviera mediante una vela de ala plegable que genera un importante ahorro de combustible.

bound4blue, la empresa de la joven que derribó los obstáculos
bound4blue, la empresa de la joven que derribó los obstáculos

“Decidimos fundar la empresa porque vimos que había un problema económico y medioambiental en el transporte marítimo —que supone el 90% de la carga mundial— y que nosotros teníamos las herramientas y el conocimiento necesario, desde nuestra formación como ingenieros aeronáuticos, para solucionarlo”, explicó en una entrevista con Business Insider.

De este modo, en 2006, ella y su equipo planificaron una flota de embarcaciones impulsada por velas para la producción de energía renovable mediante la electrólisis del agua marina.

“Nos pusimos a trabajar en ello y diseñamos un sistema de vela rígida más parecida al ala de un avión que a una vela convencional, con capacidad de plegarse a nivel de cubierta y de funcionar de forma autónoma”, recordó.

En aquel momento “se dieron cuenta de que esta vela era, a su vez, la solución, usada como sistema de propulsión complementaria, para reducir el consumo de combustible y las emisiones de barcos mercantes”.

“Básicamente, lo que hacemos es volver a los inicios y usar el viento de nuevo —como hacían ya los fenicios— para copropulsar barcos de forma eficiente y cumpliendo con las necesidades del sector”, destacó.

En 2014 decidieron lanzar el proyecto con el nombre de boun4blue, que dividieron en dos: “una parte relativa a la aplicación de la vela para la reducción del consumo de combustible del sector marítimo y otra centrada en la generación de energía a un coste inferior a los métodos de producción actuales de forma 100% renovable”.

Según información de la compañía, los barcos mercantes —85.000 en el mundo, actualmente— consumen entre 4 y 110 toneladas de combustible por día, de acuerdo del tipo y tamaño. A través del sistema de bound4blue, se les dota de un motor auxiliar, “algo muy similar al coche híbrido”.

La diferencia, según la compañía, es que “este ‘motor’ son unas velas que usan el viento como combustible gratuito e ilimitado. Así, por norma general, un barco puede llegar a ahorrar hasta un 20% y conseguir un payback inferior a 3 años”, se detalló.

La vela como símbolo de bound4blue
La vela como símbolo de bound4blue

Aleixendri explicó que las primeras patentes y prototipos los pagaron ellos junto a familiares o amigos que apostaron por su proyecto. “Más tarde se sumaron inversores profesionales en la primera ronda de 370.000 euros”.

Según su cofundadora, bound4blue se ha financiado “a través de inversores privados, además de por financiación proveniente del Fondo Europeo de Desarrollo Regional a través de varios proyectos concedidos por la Generalitat de Catalunya (Nuclis) y el Gobierno de Cantabria (Innova, InnovaPlus, Sodercan, etc.), así como del Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (EMFF, por sus siglas en inglés)”. Esto fue a través de 2 iniciativas que se están desarrollando con otras empresas europeas (Greening the Blue y Aspiring Wingsails).

Además, “han recibido financiación de EIT Climate KIC al ser aceptados en la Fase 3 de su programa de aceleración en España y por ser una de las 9 empresas seleccionadas en la iniciativa de respuesta a la crisis”. También “la compañía cuenta con el apoyo financiero de ENISA y de Sodercan a través de Start Up Capital Cantabria.

La facturación de bound4blue logró un gran salto entre 2019 y 2020, pasando de los 120.000 euros a superar los 3 millones de euros.

A su vez, también han crecido los puestos de trabajo vinculados al equipo de la compañía. En un principio, solo estaba compuesta por José Miguel Bermúdez (CEO), David Ferrer (CTO) y ella misma (COO); en 2019, generaron 15 puestos de trabajo directos y 30 indirectos, lo que significó una facturación para sus proveedores de 1,5 millones de euros. Esta cifra se incrementó aún más en 2020, con 50 indirectos y 2,4 millones de euros.

Ahora, la compañía está focalizada en instalar su tecnología en 3 barcos (2 pesqueros y un barco de carga general) y, en breve, empezarán otro proyecto que está previsto para primera mitad de 2022.

En paralelo, también están trabajando en la primera fase de ingeniería con 3 navieras adicionales y esperan integrar la tecnología en sus buques entre finales de 2021 y principios de 2022.

“Esperamos instalar la tecnología en 180 barcos en 5 años, lo que representará una disminución anual de emisiones de CO2 de 540.000 toneladas”, explicó, contenta, la COO de bound4blue.

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